Annotation
En 1959 triunfaba la revolución cubana, Fulgencio Batista, se exiliaba de la Isla antillana y Fidel Castro ejercía un poder omnímodo en Cuba. Heberto Padilla, fue uno de los jóvenes que acudieron desde el exterior del país para prestar su apoyo y colaboración al nuevo régimen, soñando con un Estado humano, democrático y con un brillante futuro, por costoso que resultase conseguirlo. A partir de ese momento, Padilla, poeta, intelectual comprometido, conocería las vicisitudes propias de todo hombre de pensamiento en un proceso en que la acción y la 'razón de Estado' delimitan la frontera de las libertades. En Cuba, en plena 'Dictadura del Proletariado', y con las mismas características en cuanto a métodos e intransigencias que las de la URSS durante el estalinismo. Padilla, fue el primero que pasó por el calvario de acusaciones, torturas y marginación con que el régimen castrista castiga a los desafectos. Este libro es, en definitiva, un vivo reflejo de la Historia de ese apasionante país que es Cuba. Así como, una profunda reflexión acerca del desarrollo de una revolución de permanentes resonancias, sobre todo en América Latina.
La mala memoria
Heberto Padilla
pliegos de testimonio
Por las esquinas amarillentas de la hoja de papel,
se les ve caminar, desaparecer al doblar la página
Habitan una isla en el trópico de la guerra,
una isla donde todos los vasos están rotos,
una isla a caballo.
Entran en los suburbios de la tarde
y en los hoteles de paso,
navegan en una cama de velas blancas,
mientras él canta y ella es un ruido más,
una ola debajo de la cama.
Mejor callarse y dejarlos que duerman
y dejarlos que vivan
y dejarlos que mueran.
Al pie de la foto unas cuantas líneas
atestiguan el hecho:
ninguno está seguro del otro,
pero navegan,
navegan con la isla por todos los mares del mundo.
BELKIS CUZA MALÉ
RECORDAR CON PADILLA
NATI GONZÁLEZ FREIRE
Es inevitable para el cubano en el exilio leer La mala memoria de su compatriota Heberto Padilla, y no caer en el recuerdo de la propia vida cuando creyó en la justicia y la bondad del proceso que se iniciaba en su país en el año 1959, a él entregó sus fuerzas y, pasando los años, entre la ficción de su líder que lo proclamaba reivindicador y la realidad que lo mostraba tiránico perdía la confianza en su eficacia, quedando convencido para su consternación que el sistema que defendía era una dictadura. Y si resulta así para la generación exiliada que en parte integra “su caso”, como gustan denominar al poeta los agentes de la seguridad castrista en el afán de reducir su descontento a un hombre, él mismo, qué no será a los lectores que siguieron su poesía, recibieron con asombro la fiereza que provocó en el régimen y aguardan ansiosos por conocer la verdad de los hechos a través de su protagonista.
El otro interés se produce a causa de que junto al suceso aparece su análisis. El poeta no deja de consultar ideas y opiniones con escritores diversos. Insiste en constatar las experiencias de los demás con las suyas. Indaga, pregunta, comprueba. En cuanta ciudad habita o visita busca la relación intelectual. Moscú, París, Londres, Praga, Madrid, Nueva York y por supuesto La Habana fueron ciudades propicias al trato con poetas amigos y escritores tan opuestos como Sartre y Camus. Supo de la rebeldía de poetas moscovitas contra el estalinismo que denunció Kruschov. Asistió a la locura de un poeta español de militancia comunista. Fue enterado en la capital checa de los disidentes confinados a provincia. No ignoraba la sorda protesta de los intelectuales húngaros contra este tratamiento. A no dudar, su posición no era la de un solitario. Nadie más acompañado ni apoyado en los conceptos que expresaba y defendía. Pudo comprobar repetidamente que su modo de enjuiciar el totalitarismo era común entre los narradores y poetas con quienes conversó. Ellos como él se sobrecogían ante el peligro de que la más grande de las islas antillanas evolucionara hacia un estado dictatorial.
En estas indagaciones del pensamiento europeo obtuvo la convicción de sus ideas. Fue en Moscú donde concibió y estructuró su libro de poemas Fuera del juego. Índice de que allí tuvo experiencias definitivas, consolidó su actitud y decidió una táctica: oponerse, desenmascarar, con la única arma que le fuera dada, la poesía.
Esta resolución no era ajena a la amistad que sostuvo con dos poetas mayores del marxismo cubano, Juan Marinello y Manuel Navarro Luna. Ambos se destacaban por su honestidad y por saber insinuar los reveses de un orden que consideraban extraviado. Creo que Padilla asimiló las voces que le llegaban de varias direcciones y a la par, con la que le quemaba por dentro, sintió necesidad de tomar posición en nombre de sí mismo y de los demás.
Esto motivó que mandara su poemario al premio de la Unión de Escritores. Y el revuelo que el régimen formó cuando fue premiado sin poderlo evitar confirmó los temores del poeta. Más de una vez oí decir los versos de este libro en susurro durante situaciones de consigna: Un paso al frente, y/dos o tres atrás:/pero siempre aplaudiendo. El poeta estaría confinado pero su poesía seguía actuante, redimiendo.
Todo esto constituye La mala memoria y lo que sigue más tarde. El desplante de la Seguridad que se atrevió a encarcelar y someter a interrogatorio al poeta inventando acusaciones que justificaran torturas y golpizas. La autocrítica obligada como una suerte de humillante prueba que sirviera de ejemplo al resto de los escritores. La persecución abierta a su persona acrecentada con la condena de vivir marginado y bajo opresión. Los capítulos dedicados a los cubanos José Lezama Lima y Virgilio Piñera, los dos de obra sobresaliente y antagónica, poseen la elocuencia del desamaparo frente al terror. Los avatares de un permiso de salida que no obstante el escándalo internacional se negaban a conceder. Demostración de que el poder totalitario prefiere hundirse en el error antes de aceptar la disidencia. Pero al fin el poeta lo logró. Obtuvo su salida y escribió. Aquí está el libro que al igual que otros similares testifica para la Historia no obstante los recursos del poder cubano empleados en engañar y comprar que la verdad no podrá ser burlada. Incluido el fallo del Mariel que se quiso presentar como una condescendencia del sistema y resultó una posibilidad de escape multitudinario.
Si algo fascina en este memorizar es la poesía que lo transita. Aparece en cualquier lugar de la narración uniendo el paisaje al suceso, lo emotivo a la circunstancia, la reflexión al acto. Se escurre en la situación con el sentimiento de un haber sufrido y no conseguir olvidarlo.
Está en el desgarramiento que provoca un recuerdo doloroso, la amargura que destila y la ofensa que contiene. Transcribir lo vivido es aquí despedazarse. Una sensación de tragedia que insulta y apena. El poeta no sabe narrar por fortuna sin poesía. A ello contribuye el uso del tiempo yuxtapuesto y no lineal. Pasado, presente, futuro se trasponen y confunden. No se emplean cronológicamente. Concurren de modo indistinto para ampliar y sustanciar el asunto que se trata. Por ocasiones no había estado de más precisar el año de hechos que pierden significado por este motivo.
Es de celebrar que esta biografía singular se haya escrito y publicado. Estos son los libros indispensables para el historiador que deba documentarse sobre la supuesta bondad de un sistema que no admite la opinión que se le oponga y menos que sea expresada.