Cerca de quinientos millones de personas tienen el español como lengua materna , una lengua puente que une a hablantes de más de veinte países repartidos por todo el globo. Tan considerable extensión , unida a una vitalidad extraordinaria, hacen del español un idioma que, manteniendo su unidad, se expresa con variedades y matices propios en cada uno de los países que lo han hecho suyo, con modalidades tan radicales como el lunfardo argentino o el yanito gibraltareño. Por eso, aunque entre nosotros nos entendamos sin mayor esfuerzo, en el día a día esas variantes pueden provocar pequeños desencuentros , situaciones divertidas y curiosas que este libro recoge de la mano de algunos de nuestros autores más representativos de uno y otro lado del charco.
L O UNO Y LO DIVERSO
P RESENTACIÓN
E ste libro es el resultado de una invitación del Instituto Cervantes a autoras y autores de diferentes países del mundo hispanohablante a abordar libremente algún aspecto lingüístico de su entorno o de otros del contexto hispanohablante que les hubieran llamado la atención. La intención de ello: mostrar y apoyar una diversidad que enriquece la lengua común y que deja espacio a las propias idiosincrasias.
Casi 489 millones de personas hablan español como lengua nativa a lo largo de 19 millones de kilómetros cuadrados y es lengua oficial en 21 países. Y a pesar de su gran extensión e internacionalización, es un idioma con un alto nivel de unidad e inteligibilidad mutua entre sus hablantes, una lengua que acoge la diversidad en su unidad, enriqueciéndose con las variedades de las comunidades hispanohablantes que la usan para comunicarse. En la norma culta, nos entendemos todos en español, o como apunta Juan Villoro: «Estamos condenados a entendernos».
Señala Álex Grijelmo que apenas el 2% de las palabras del idioma español son propias de distintas variedades lingüísticas y no comunes, pero «a todos nos encanta utilizar el 98% restante para hablar de ellas». En este libro se habla, cuenta y reflexiona, desde miradas y experiencias personales, sobre ese 2% que tanto nos atrae. Esas palabras y expresiones de otros ámbitos hispanohablantes que han llegado hasta nosotros a través de amigos, canciones, literatura, cine o telenovelas, y que sabemos identificar y comprender aunque no las usemos. Esas experiencias en las que surge el malentendido o la sorpresa al cambiar el significado o el uso de una palabra de una comunidad a otra.
Y cada uno de los autores plasma esa invitación de modos muy diversos.
Sergio Ramírez nos habla de la cabanga , de una nostalgia nicaragüense de la que «están hechos los boleros y los tangos»; María Teresa Andruetto del carajo y de sus orígenes marineros; Fernando Iwasaki y Carla Guelfenbein de huevón y su gran familia semántica, visto desde Perú y desde Chile, desde un autor y una autora; Maia Sherwood de enfogonarse con cierta visión del español en Puerto Rico; y el hondureño Rolando Kattan va desgranando significados de la chaqueta .
Marta Sanz recuerda la sorpresa española ante la amable invitación mexicana a chupar unas pollas ; Gonzalo Celorio a la mexicana que aprende a pedir café con leche en España sin regalar ni porfavorcitos .
Nancy Rozo Melo escribe sobre el carácter de los colombianos y las palabras que los describen, gente de buena papa ; Pablo Simonetti de cierta tendencia a expresarse con desmesura ( inmenso , milagroso , maravilloso ) de la clase alta chilena; y Daniel Samper del tutear, vosear, sumer ce dear, Ustedear y ustedear (que no es lo mismo) de los colombianos.
Mempo Giardinelli nos lleva hasta el lunfardo —bonaerense y tanguero—, viejo lenguaje del hampa, de minas y bacanes , con vocablos indígenas y gauchescos. Juan José Téllez Rubio hasta el llanito , el habla que circula entre Gibraltar y Algeciras para nombrar la chingua (chicle/ chewing gum ) y l os meblis (canicas/ mebbles )»; y Carmen Riera a las formas de hablar español en Cataluña y a los préstamos lin güísticos que este toma del catalán, como esquirol , charnego o pelas .
Gioconda Belli elige las palabras de la canción nicaragüense Son tus perjúmenes mujer ; la cubana María Antonieta Andión Herrero las de la sexualidad, el tabú y los genitales, y nos cuenta desencuentros dialectales causados por la variedad con que se nombran; Laura Restrepo circula por las palabras de la cotidianidad colombiana; y Carlos Herrera nos lleva por un viaje de voces y «aportes a la lengua hispana en el tránsito de España al Perú y a América, y viceversa».
El español es una de las lenguas llamadas internacionales, entre otras razones gracias a su unidad, que hace posible que tantas gentes y en tantos países nos podamos comunicar sin problemas. Y, al mismo tiempo, una lengua utilizada por una gran variedad de comunidades que expresan su propio modo de ver y entender el mundo.
Los medios audiovisuales, las nuevas tecnologías y la movilidad han facilitado intercambios mucho más asiduos entre los países hispanohablantes, que nos familiarizan cada vez más con las diversas voces del español, amplían nuestro léxico pasivo y mejoran nuestro conocimiento de las culturas en español. Respetar y acercarse a la gran riqueza del español en sus variantes lingüísticas, ya no solo del español escrito a través de su literatura, sino del español oral, es cada día más fácil.
Un español o castellano extendido por el ancho mundo que, como nos recuerda Luis García Montero, «no tiene necesidad de una capital o un centro, sino voluntad o suerte de constituir una comunidad de hablantes».
Este libro celebra lo uno y lo diverso de esa comunidad de hablantes.
C ARMEN P ASTOR V ILLALBA
Directora Académica
Instituto Cervantes
P ALABRAS LIMINARES
M e hubiera gustado —recién cerrado el año de su centenario— comenzar estas líneas diciendo que el primer autor que empleó el adjetivo panhispánico fue Galdós. Pues don Benito, en efecto, hace decir a un personaje de España trágica , segunda novela de la serie final de los Episodios nacionales : «Este licor de América trae a mi pensamiento la idea de la comunidad pan-hispánica , que apoya uno de sus brazos en el viejo solar de Europa para extender sin esfuerzo el otro por el continente americano…».
Hubiera sido hermoso y aleccionador, sí, que esa obra de 1909 nos brindara el primer ejemplo del adjetivo, escrito todavía —detalle que carece de importancia— con un guion entre el prefijo y el gentilicio.