Comité de Selección
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Coordinadora
María del Carmen Farías R.
SECCIÓN DE OBRAS DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
LA PIEDRA DE TOQUE
Traducción:
TATIANA SULÉ FERNÁNDEZ
JEAN-MARC LÉVY-LEBLOND
La piedra de toque
La ciencia a prueba
MÉXICO
Primera edición, 2004
Primera edición electrónica, 2014
Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar
Publicado por
Éditions Gallimard 5 Rue Sebastien-Bottin 75007 París
© 1996
ISBN 2-7381-0940-3
D. R. © 2004, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.
Empresa certificada ISO 9001:2008
Comentarios:
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ISBN 978-607-16-2816-9 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
ÍNDICE
PRÓLOGO
¿Es moderna la ciencia? ¿Tuvo lugar la “revolución científica”? ¿Realmente hemos pasado del oscurantismo de las ciencias “ocultas” a la luz de las ciencias verdaderas?
Existen buenas razones para dudar de que el cambio sea tan radical como comúnmente se cree.
Dos son los reproches que generalmente se hacen a las lejanas antepasadas de las disciplinas actuales, la astrología y la alquimia, en primer lugar. Por una parte, se supone que estas prácticas arcaicas fueron de un esoterismo tal que las hacía inaccesibles al vulgo y que consolidaba así una separación oligocrática entre los poseedores y los excluidos del saber. Por otra parte, dichas prácticas pudieron haber confundido irreflexivamente investigación intelectual e intereses materiales: la interpretación de los horóscopos y la busca de la piedra filosofal pueden concebirse a la vez como ejercicios que ayudan a la elevación espiritual o mística y como prácticas que sólo persiguen fines económicos o políticos. Basta con hacer estos reproches —sin que se trate aquí de cuestionar su validez— para comprobar hasta qué punto la ciencia contemporánea está sujeta a los mismos reproches después de dos siglos de esperanzas iluministas y positivistas. Por eso, deliberadamente tomo de esa antigua cultura alquímica la imagen de la “piedra de toque”, ese material de ensayo que servía para poner a prueba los materiales obtenidos y para verificar el éxito o fracaso de la experiencia. Me parece que a su vez la ciencia actual debe ser puesta a prueba.
Una de las características de la modernidad es que la crítica se ha vuelto una de las formas decisivas de la cultura, una actividad específica e incluso una profesión distinguida. Sin embargo, es forzoso señalar que si bien los críticos de arte, los críticos literarios, los críticos musicales, los críticos de cine (incluso de televisión) tienen derecho de ciudadanía, no hay “críticos de ciencia” reconocidos como tales. Esta paradoja, que pone trabas a cualquier tentativa de integrar la ciencia al mundo de la cultura, es el motor de los textos aquí reunidos. Todos pretenden superar el estadio de una crítica de la ciencia, demasiado superficial y de eficacia limitada, para desarrollar una crítica de la ciencia, que lleve la reflexión al seno de la actividad científica.
Este razonamiento sólo tiene sentido si concierne a los múltiples aspectos de una actividad tecnocientífica, que ya es central en nuestras sociedades, pero que ha caído en una crisis latente y está plagada de contradicciones. Enunciarlas como introducción permite trazar el marco general de la reflexión. Si esta obra comienza en seguida sometiendo la ciencia a la prueba de la política, es porque la crisis de sus funciones y misiones sociales condiciona de manera evidente el conjunto de las dudas (Primera Parte). Pero la profundización del análisis exige tomar en cuenta una dimensión histórica 12
que permita enjuiciar lo que no es exagerado considerar como una pérdida patológica de memoria de la ciencia (Segunda Parte). Puede entonces aparecer la crítica, esencial, de las relaciones, o más bien de la debilidad de éstas, que hay entre la ciencia y la cultura, reservando un lugar especial a la cuestión del lenguaje (Tercera Parte). Por último, la crítica se vuelve epistemológica y desemboca en el terreno mismo del conocimiento científico, al considerar algunos problemas conceptuales de la física contemporánea (Cuarta Parte). Pero esta organización de los textos no determina en absoluto un orden de lectura imperativo.
OBERTURA
I. DEFI-CIENCIAS
LA CIENCIA CAMBIA, ¡y rápidamente! ¿Cómo considerar la posibilidad de dominarla sin estar cabalmente conscientes de sus mutaciones? Si no se toma en cuenta la amplitud y la intensidad de éstas, se corre ciertamente el riesgo de ver fracasar cualquier intento de eliminar las deficiencias de la práctica científica actual, de controlar su impacto social, de reorientar su curso, de repensar su organización. Sin siquiera aspirar a objetivos tan ambiciosos, y pensando sólo en la repartición del saber tal como es, las iniciativas de aculturación científica amenazan con girar en el vacío proponiendo una imagen de la ciencia muy diferente de su realidad. La complejidad de la situación actual puede formularse a partir de cuatro paradojas.
LA PARADOJA ECONÓMICA
La ciencia fundamental nunca ha estado tan estrechamente ligada al sistema técnico e industrial, pero su peso económico ya está en retroceso.
El signo “&” de la sigla I & D, es decir, el lazo entre investigación (fundamental) y desarrollo (aplicado) que durante mucho tiempo se dio por sentado, ahora se cuestiona, al menos en los hechos. La convicción de que la ciencia “de punta” acarrea automáticamente consecuencias benéficas para la economía ya no parece convencer a los dirigentes de las naciones más industrializadas. El desacoplamiento, o en todo caso la desconexión, entre I y D se vuelve cada vez más patente, como puede verse mediante dos simples ejemplos:
1. Algunas empresas que tecnológicamente estaban entre las más desarrolladas han reducido de manera drástica sus actividades de investigación básica, sacrificando áreas enteras de laboratorios prestigiosos, en los que abundaban los ganadores de premios Nobel; es el caso de la Bell Telephone o de la IBM, cuyo presupuesto para investigación bajó de 10% del volumen de negocios en 1990 a 5.8% en 1995.
2. Varios proyectos de ciencia compleja se han detenido, como el superacelerador norteamericano SSC, que tuvo pérdidas y ganancias después que se invirtieron en él 3 000
millones de dólares, o están en dificultades, como el proyecto conjunto europeo LHC que, sin embargo, era claramente menos dispendioso y estaba mejor planeado.
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