INTRODUCCIÓN
En un mundo en el que lo espiritual es lo anecdótico y lo material el pan nuestro de cada día, es complicado hablar de reliquias, fenómenos místicos o milagros. Normalmente, la presencia de estos temas en los medios de comunicación no pasa de la mera curiosidad. Rara vez encontramos, en los espacios convencionales, reportajes en profundidad que excedan ese umbral del morbo para emprender una búsqueda sincera de los orígenes de estas tradiciones. Sin embargo, a pesar de esta realidad, con la revolución de internet y los programas a la carta, el ciudadano tiene la oportunidad de tomar las riendas del periodismo que desea consumir. Y cuando se analiza qué temáticas son las que más atraen al consumidor, nos damos cuenta de que el misterio y lo desconocido ocupan las posiciones más altas de la tabla. Detrás de esos porcentajes tan elevados de descargas hay personas que se hacen preguntas, que desean conocer más del mundo que las rodea, que intentan encontrar a la vida un sentido más amplio que el que se circunscribe a una sociedad consumista.
Aunque los enigmas religiosos eran más abundantes en el pasado, en épocas tan supersticiosas como la Edad Media, hoy día perviven en todo el orbe costumbres que entroncan con la parte más irracional del ser humano. Son tradiciones que no obedecen a una búsqueda empírica, sino a un misticismo que provoca efectos que desafían a la ciencia más avanzada. Están ahí, ocurren en todo el planeta, no son recuerdos de otros siglos.
Este libro se sumerge en objetos, personajes, fiestas y ritos que se desarrollan en el seno de la Iglesia católica, una institución religiosa que cuenta con más de 1.200 millones de fieles en todo el mundo. Lo reflejado en esta obra es fruto de diez años de investigaciones, una década en la que he recorrido distintos lugares en busca de la cara más enigmática del catolicismo.
Conviene aclarar que cuando hablo de enigmas o misterios en el contexto de este libro, hago alusión a aquellas prácticas religiosas que se sustentan sobre creencias cuyo único pilar es la fe, o fenómenos que a día de hoy no tienen una explicación científica. Hago esta aclaración porque no es la primera vez que me dicen que estas palabras, enigma y misterio , tienen connotaciones negativas en la medida en que se considera que están asociadas a aspectos oscuros de lo esotérico. Nada más lejos de la realidad. Considero que son términos adecuados para referirnos a realidades cuyos mecanismos últimos desconocemos.
El lector también debe saber que esta obra no defiende ni condena los temas que se exponen. Esta búsqueda la he emprendido desde un punto de vista periodístico, profundizando en los distintos episodios que narro y presentando tanto la parte espiritual como las investigaciones científicas asociadas a cada cuestión. Aunque la objetividad pura no existe, todos tenemos la opción de jugar en la liga de la honestidad, un valor que he tratado de tener presente a la hora de redactar estas líneas.
El objetivo que persigo con estas páginas es contagiar al lector el asombro que a mí me causa descubrir este tipo de historias. Transmitir la curiosidad y la emoción que me embarga cuando percibo que nuestra realidad es mucho más compleja, mágica y desconocida de lo que siempre nos han contado.
RELIQUIAS, OBJETOS DE PODER
Confieso que cuando entro en un templo cristiano por vez primera siempre busco el relicario, es decir, el conjunto de reliquias que se guardan en un determinado santuario. Más allá de esa pátina de misterio que poseen este tipo de piezas, el número, la variedad, las curiosidades y leyendas asociadas a las mismas nos suelen hablar de la importancia que tuvo ese espacio en la antigüedad, de los personajes ilustres que pasaron por allí, de las pequeñas y grandes historias que tuvieron lugar en ese enclave. Porque las reliquias distan bastante de ser simples artículos que se custodian en iglesias y catedrales de todo el mundo; son objetos relacionados con el poder, «máquinas hechas para emocionar», como diría Javier Sierra. Ellas han sido depositarias de la fe y de los ruegos de millones de personas a lo largo de la historia de la cristiandad, provocando guerras y enfrentamientos entre distintas confesiones o reinos, todos en pugna por retener estos objetos sagrados en la creencia de que los ayudaban a tener suerte en sus empresas y a estar cerca de la divinidad.
C ULTO UNIVERSAL
Las reliquias nacieron con el cristianismo, pero sería erróneo pensar que solo están presentes en nuestro contexto religioso y sociocultural. En el Museo Topkapi de Estambul (Turquía), muy conocido por albergar el enigmático mapa de Piri Reis, Por su parte, los budistas adoran lo que consideran restos de su fundador, el príncipe Siddharta Gautama, como algunos fragmentos óseos y porciones de su dentadura.
Con todo, el deseo de guardar estas piezas surge con los primeros mártires de la Iglesia. Los cristianos llegaron a la conclusión de que los que habían sufrido martirio podrían ser unos excelentes intercesores ante Dios, de ahí que decidieran hacerse con sus ropas, enseres y cuerpos para acelerar las concesiones de la divinidad. Según Antonio Piñero, catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo, «la implantación de la devoción a las reliquias se hace casi general en la cristiandad del siglo IV unida a la libertad de culto que proporcionó el Edicto de Milán del año 311, en el que el emperador Constantino, después de la batalla del puente Milvio, permitió que el cristianismo pudiera añadirse a la lista de religiones y cultos permitidos en el Imperio. Ello produjo peregrinaciones a los lugares emblemáticos de la cristiandad, sobre todo Roma y Jerusalén». Precisamente, en esta época de auge de las peregrinaciones empiezan a tenerse noticias de las reliquias más importantes de la Iglesia: las de Jesús de Nazaret.
Hacia el año 340 el obispo de Jerusalén, Cirilo, expandió la noticia de que durante las obras de construcción de la iglesia del Santo Sepulcro había aparecido un gran leño que, para ellos, era parte de la cruz en la que había muerto Jesús. Es justo en este instante cuando se crea ese interés por guardar las astillas de ese leño, en el convencimiento de que protegían contra todo tipo de males. Y no solo los restos de la cruz, pues los cristianos de aquel tiempo asistieron al nacimiento del culto a todos los objetos diseminados por el mundo que, según la leyenda y la tradición, fueron tocados por Jesús de Nazaret. Dos de los más importantes están en España, en Valencia y en León.
El Grial, la reliquia más perseguida
El terreno de las reliquias suele estar abonado con grandes dosis de relatos legendarios y la indispensable condición de la fe como único elemento de empuje a una historia llena de lagunas.