El misterio de la Sábana Santa es un libro único en su género, que resume todos los elementos científicos relacionados con el Sudario de Jesús y nos aproxima a la certeza de que fue efectivamente la sábana que envolvió el cadáver en la tumba. Ningún otro texto ofrece una descripción tan actualizada de esta reliquia: su historia, sus condiciones de conservación y el conocimiento científico sobre ella que se ha acumulado hasta hoy. Por primera vez se cuestiona fundamentadamente la datación por carbono-14 de 1988 y se narran las circunstancias del incendio de 1997, según la investigación judicial. Además, se examinan las influencias de la Sábana Santa en el panorama de la narrativas actual y las polémicas sobre otras reliquias.
Pierluigi Baima Bollone
El misterio de la Sábana Santa
ePub r1.0
Titivillus 23.05.15
Título original: Il mistero della sindone
Pierluigi Baima Bollone, 2006
Traducción: M. P. V.
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
CAPÍTULO I
Descripción de la Sábana Santa
A SÁBANA SANTA es una sábana rectangular de lino, que actualmente presenta unas dimensiones de 440 x 113 cm.
Hay que tener presente que a lo largo de los siglos la Sábana Santa estuvo doblada, desplegada, enrollada y colgada en numerosas ocasiones con motivo de las ostensiones. Es posible que todo ello también haya provocado que hoy en día sea un poco más larga que en su origen.
«En posición ostensiva (figura frontal a la izquierda y dorsal a la derecha), el lado de abajo medía, en el 2000, 437,7 cm y en el 2002, 441,5 cm; el lado alto (menos indicativo, porque las extremidades están constituidas sólo por el forro, habiendo sido eliminadas, antiguamente, dos porciones de la sábana original), en el 2000, medía 434 cm y en el 2002, 442 cm. La altura hasta las extremidades (de valor relativo, por la causa indicada), respectivamente, 112,5 cm a la izquierda y 113 cm a la derecha, en el 2000, y 113 cm a la izquierda y 113,7 cm a la derecha, en el 2002». (Ghiberti 2002).
La Sábana Santa de Turín.
El matemático Nicola Scarpelli considera que «de un examen atento de la Sábana Santa se notan […] algunas señales características de la deformación padecida por las espigas del tejido, por efecto de la tracción de la sábana en la dirección del lado mayor, una reducción de la amplitud del ángulo de la espiga, la curvatura de los lados de las espigas, el afinamiento de los vértices, etcétera. Es por eso muy probable que, prescindiendo de haber quitado uno o dos bordes de la parte final de la Sábana Santa, sus dimensiones fueran en su origen diferentes, habiéndose verificado, a lo largo de los siglos, una reducción del ancho y un aumento de la longitud». (Scarpelli 1983, p. 338).
Por lo tanto, tras los trabajos de reparación y colocación del 2002, que han permitido poder extenderla liberándola de la tela de soporte de abajo a la que estaba cosida, sus dimensiones han aumentado respecto a las precedentes, de hecho en condiciones de media distensión, antes de los trabajos de recuperación del 2002, medía 437 x 111 cm.
Imágenes anterior y posterior del cuerpo en la Sábana Santa.
Asimismo se aprecian dos quemaduras lineales longitudinales, producidas por el incendio de 1532, que dejan libre una zona central de casi 55 cm.
Dentro de esta zona se observan las imágenes anteriores y posteriores de un cadáver que, como y según ilustraré más ampliamente en los capítulos que siguen, muestran las lesiones de la pasión y de la crucifixión.
Desde el punto de vista arqueológico, tiene las características de una sábana funeraria. Se trata de un resto único con una sola referencia conocida: los restos de un tejido de lana, descubiertos casualmente en la primavera del 2000, por Shimon Gibson, arqueólogo del Albright Institute of Archaeological Research de Jerusalén, en una caverna del valle del Hinnon, en una tumba de familia acomodada del siglo I a. C. (Ghiberti 2004).
Las características textiles
El examen de las calidades del género permite apreciar la edad de la Sábana Santa. Para ello, Examinamos las características de las fibras textiles, del hilado y del tejido.
El lino se cultiva desde tiempos remotos. El tejido más antiguo conocido hasta hoy es un fragmento de tela de lino, que se encontró en un jarrón durante las excavaciones de un granero neolítico egipcio, que databa del año 5000 a. C.
Las fibras de lino se obtienen de la planta con un tratamiento largo y complicado. De hecho se tienen que separar las fibras de las otras partes no utilizables, con el fin de obtener el hilado en condiciones óptimas. El procedimiento aparece ilustrado en pinturas de tumbas egipcias que se encuentran en Beni Hasan y el-Bersha y datan del Reino Medio (2130-1575 a. C.) y en Tebas, fechadas en el Nuevo Reino (1575-1087).
Según esta iconografía, se cortaban los tallos de plantas de diferentes edades, se recogían en ramos y se ponían a macerar en agua. Durante el proceso de maceración, las bacterias atacan las partes blandas de la planta y respetan la celulosa. Se obtiene así lo que en botánica se llaman fibras, dotadas de una Nevadísima flexibilidad y resistencia a la tracción. Se trata de células finas, de unos milímetros de largo, que contienen una cavidad central alargada, con paredes compuestas por celulosa. Las moléculas de celulosa tienen un millonésimo de milímetro de largo y medio de ancho. Se asocian entre ellas para construir polímeros llamados polisacáridos. Éstos a su vez constituyen cadenas filamentosas, que miden algunos milímetros, y suelen alinearse y asociarse en paralelo hasta formar microfibrillas de celulosa, con un diámetro de casi tres millonésimos de milímetro.
Proceso de fabricación de tejidos de lino según las pinturas de las tumbas egipcias.
Son estas características las que determinan en el lino su disposición para ser hilado; la capacidad de empaparse permaneciendo insoluble hace que sea resistente a la humedad. Es también resistente a los microorganismos y a los disolventes y, por lo tanto, inalterable en el tiempo.
En cuanto al hilado, las fibras de lino mojado que se obtienen de la maceración de la planta muestran una tendencia natural a torcerse en sentido contrario a las agujas del reloj, aprovechada por los hilanderos egipcios. El torcido en sentido contrario a las agujas del reloj se indica actualmente con una «S». Esto significa que observando un hilo en posición vertical, la oblicuidad del torcido de las fibrillas que lo componen es la del trazado oblicuo de la «S». Los antiguos tejidos egipcios son todos del tipo «S».