P RÓLOGO
CUATRO APUESTAS
POR LA REGENERACIÓN
El presente volumen reúne cuatro libros muy distintos, tanto por su tono como por su contenido. Tres de ellos proyectan una mirada crítica sobre el funcionamiento de la sociedad española actual y proponen medidas para mejorarlo, los dos primeros con un especial énfasis en los temas económicos y el tercero en el ámbito jurídico. El cuarto, en cambio, es más abstracto, se centra en el ejercicio del poder y en la condición de los que lo tienen o aspiran a tenerlo y alude de forma más tangencial, aunque inequívoca, a las presentes circunstancias políticas españolas.
Ni el diagnóstico de los males que aquejan al país ni las soluciones que se proponen son las mismas. En algunos casos, y no menores precisamente, es posible observar una distancia considerable entre lo que se dice en un libro y lo que se propone o se deja entender en otro. Cada autor tiene su enfoque, sus ideas y sus prioridades.
Es posible, por ello, que el lector se pregunte cuáles han sido las razones que nos han empujado a reunirlos en un solo volumen. La respuesta es simple: pese a las diferencias de opinión, creemos que los cuatro libros están animados por un mismo espíritu y por una misma voluntad de regeneración política. Parten de una insatisfacción parecida, han bebido en fuentes comunes y, como advertirá el lector que esté atento, han dialogado mucho entre ellos.
En los cuatro late la misma mezcla de perplejidad y de disconformidad que, hace dos años, en mayo de 2013, nos empujó a redactar y promover un manifiesto para la reforma del estatuto de los partidos políticos que fue firmado por cien personalidades relevantes de círculos económicos, jurídicos e intelectuales y suscrito muy rápidamente por más de veinticinco mil personas.
Los promotores —autores de los cuatro libros reunidos en este volumen— éramos conscientes de que la reforma del estatuto de los partidos políticos no era el único problema de nuestro sistema, ni acaso el mayor. Pero creíamos que, si conseguíamos que los partidos políticos se sometieran a unas normas básicas de funcionamiento parecidas a las de los países de nuestro entorno, con congresos periódicos, elecciones primarias, auditorías anuales y un estricto control de los gastos electorales, avanzaríamos mucho en la solución de los problemas restantes, especialmente el de la corrupción.
Por ello, proponíamos la adopción de una ley que obligara a los partidos políticos a celebrar reuniones de los órganos de control a fecha fija y con una periodicidad regular, que estableciera una composición de estos órganos y de los asistentes a los congresos proporcional al número de afiliados o votos, y que prescribiera las elección mediante voto secreto de afiliados o delegados, la elección de los candidatos a cargos representativos por primarias, un mandato limitado de los tesoreros y la constitución de comisiones independientes para verificar los gastos en las campañas e inspecciones para comprobar el cumplimiento de los límites del gasto electoral.
Estábamos convencidos de que la reforma de la legislación sobre los partidos era el punto de partida para la regeneración política de nuestro país, y lo continuamos estando. Entre otras razones, porque muchos de los males que nos aquejan guardan una relación directa con la asfixiante invasión por parte de los partidos políticos de espacios que les deberían estar vedados, como el de la justicia, el de los reguladores, el de los medios de comunicación públicos, etc., y porque si las cúpulas de los partidos no están sometidas a un mayor control por parte de sus militantes y de los ciudadanos en general, será muy difícil que, por miedo a perder el enorme poder del que ahora disfrutan, acepten emprender las reformas necesarias para hacer que nuestra economía sea más competitiva, nuestro Estado de bienestar más viable y eficiente y nuestro sistema jurídico más justo y seguro.
Al presentar el manifiesto —que se recoge al final de este volumen— éramos muy conscientes de las limitaciones de lo que podíamos conseguir. La ley de partidos es una ley orgánica, y ello quiere decir que no se puede modificar por una iniciativa legislativa popular. Aunque hubiéramos reunido medio millón de firmas, el Congreso de los Diputados no habría estado obligado a redactar una nueva ley. Por ello, se trataba más bien de llamar la atención sobre lo insólito que resulta que los partidos políticos sean las únicas organizaciones que no están reguladas por ley en nuestro país, sino que se autorregulan, y de persuadir a los ciudadanos de la necesidad de regularlos. Creemos que este objetivo se alcanzó hasta el punto en que era razonable esperarlo y agradecemos a los millares de firmantes que se sumaran a este esfuerzo.
Sin embargo, la reacción de los partidos políticos fue muy fría. Solo uno de los grandes partidos, el PSOE, se interesó por las propuestas contenidas en el manifiesto e hizo suyas algunas. Esta reticencia no es sino una muestra más —inequívoca— de la profunda necesidad de reforma de nuestro sistema político y una demostración de la dificultad de emprenderla con los actuales partidos. A nadie debe sorprenderle que nuevas formaciones políticas estén ocupando el espacio que les ofrece la numantina resistencia al cambio de los partidos hasta ahora dominantes.
Como es lógico, ni el diagnóstico ni las propuestas contenidas en las obras reunidas en este volumen se limitan al campo de los partidos políticos. Al contrario, el lector encontrará en las tres primeras un análisis de nuestras deficiencias institucionales y de nuestro capitalismo castizo, de las carencias del sistema educativo y de los males de la justicia, de las disfuncionalidades del mercado de trabajo y de la falta de competitividad de nuestra economía, con un amplio abanico de propuestas para la regeneración política, la revitalización de nuestra economía y el saneamiento de nuestro Estado de derecho, no todas ellas coincidentes, como se ha señalado más arriba. También encontrará, en el cuarto libro, una reflexión más abstracta sobre el ejercicio del poder, los obstáculos para el cambio y las limitaciones con las que chocan los gobernantes. Creemos que esta reflexión, al desentrañar los mecanismos de ejercicio del poder, puede ayudar a comprender la dificultad de la regeneración y sirve de complemento a las propuestas de los tres primeros libros.
Los cuatro se reúnen por orden de aparición. El orden de los autores no es el alfabético, como resulta habitual en obras colectivas, porque no se trata de una obra colectiva sino de cuatro libros que aparecieron sucesivamente y en los que el lector atento descubrirá una cierta progresión, apreciable de forma explícita en las referencias ocasionales a los libros anteriores y, de forma implícita, en el contenido de cada una de ellos. Esperamos que esta progresión constituya un estímulo a la lectura y ayude al lector a comprender mejor las inquietudes y las aspiraciones que nos animaron a escribirlos.