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LA ESPAÑA DEL SIGLO XX EN 7 DÍAS
Jordi Canal En toda historia de un país, unas fechas resultan más importantes que otras. Unos días empiezan o concluyen periodos, mientras que la mayoría no entran a formar parte del calendario a recordar. En algunos casos, un día es mucho más que un día, puesto que representa una época. A veces ello es evidente desde el mismo momento en que tienen lugar los hechos, en otras ocasiones no se asume hasta mucho tiempo después. El papel de la prensa y la radio, pero sobre todo de la televisión —el siglo XX analógico va a abrir las puertas de un siglo XXI que construye fechas-acontecimiento de forma sensiblemente distinta—, no es menor.
Esta colección de libros reconstruye la historia de la España del siglo XX a partir de siete días decisivos, una semana. No son cien años, puesto que hemos optado por un siglo XX algo más largo de lo normal, empezando en 1898, con la batalla que supuso el final del viejo imperio español moderno, y terminando en 2004, cuando, en un país modernizado y de consolidada democracia, se produce el mayor atentado de su historia. Unos son días de guerra, mientras que en otros casos se privilegian atentados terroristas o conatos de golpe de Estado, sin olvidar momentos clave para la sociedad española tanto en el terreno cultural como en el deportivo.
A partir de la narración de lo ocurrido en un día concreto de la historia de España se propone una aproximación al periodo, a las implicaciones nacionales e internacionales de los hechos y, asimismo, a la historia y a la memoria de aquella jornada. La aproximación micro se convierte en la clave de una comprensión macro. En los libros de esta colección se recupera una historia con fechas y acontecimientos —sin que ello represente un retorno a maneras del pasado—, en la que los hombres y mujeres de carne y hueso son los auténticos protagonistas y que, asimismo, sin ninguna merma de crítica y rigor, está sobre todo pensada para ser leída y disfrutada.
Tomás Pérez Vejo, José-Carlos Mainer, Pilar Mera, Antonio Rivera, Juan Francisco Fuentes y Mercedes Cabrera, todos historiadores conocidos y reconocidos, se unen a quien firma estas líneas para contar y analizar en siete libros, dedicados a otras tantas fechas, un centenar de años de nuestro pasado.
PRÓLOGO
La mayoría abrumadora de los siete días «que construyeron la historia de España» (y entre los que figura nuestro 17 de diciembre de 1927) están marcados por el signo de la violencia, lo que, por supuesto, no es ni un requisito de memorabilidad ni un rasgo dominante en la vida de nuestro país. Pero sí parece ser una indeseable partera que acompaña a menudo las encrucijadas históricas complejas; unas veces para entenebrecer la situación, como en 1936 o 2004, y otras para acelerarla hacia el porvenir, como sucedió en 1898 o en 1973. La excepción a la regla se confirma en esta colección, tanto en el volumen dedicado al annus mirabilis de 1992 como en este que trata de 1927 y que ha elegido como emblema la indiscutible maestría de artistas y escritores españoles del siglo pasado, que se dieron a conocer entre 1900 y 1930 (y que tienen como fondo una dictadura militar sin mucho porvenir político y bastante tolerante con sus súbditos).
Al comienzo del capítulo tercero y al final del quinto y último de este libro, se transcriben sendos jugosos textos de dos grandes autores, entonces todavía muy jóvenes: uno de Jorge Guillén en 1921 (cuando tenía veintiocho años) y otro de Francisco Ayala en 1931 (cuando tenía veinticinco). Ambos dibujaron con tanto aplomo como gracejo la impresión que tuvieron de los dos límites temporales que aquí he querido utilizar como marco de la acción: el final de la Primera Guerra Mundial, tras la que nada podía ser tan plácido y seguro como antes, y el inicio de los años treinta, que traía el eclipse de la insolencia vanguardista y de la frivolidad divertida, y que no sobrevivieron ni a la crisis económica de 1929 ni a la presión de los totalitarismos emergentes.
Casi al final de aquel paréntesis, el 16 y el 17 de diciembre de 1927 el Ateneo de Sevilla invitó a un selecto grupo de escritores españoles a celebrarse a sí mismos, a la vez que festejaban el final del centenario del poeta barroco Luis de Góngora, a cuyo brillo casi todos ellos venían contribuyendo desde la primavera de 1926. Con ese obligado punto de paso, me he propuesto contar los caminos que los llevaron a esa fecha y algunos apuntes de lo que siguió después. Son notas de historia cultural que no olvidan tampoco el compás de espera de la vida política, sembrada de dictaduras en Europa, de hipócritas proclamaciones internacionalistas y de llamadas al orden: al orden fascista que se reclamará en Italia y Alemania, pero también al ordine nuovo que solicita el comunista italiano Antonio Gramsci. Los cambios estéticos empezaron a germinar entre 1900 y 1914 y, tras la guerra, se transformaron en la creatividad convulsa de los roaring twenties , que (como veremos) incluyeron también un rappel à l’ordre , que corrió por cuenta de Jean Cocteau. Con ese fondo estimulante, avanzó mucho la «profesionalización» de la vida intelectual, artística y literaria española, en el marco de una sociedad en expansión. Se produjo el bienvenido reencuentro de las letras españolas e hispanoamericanas, tras años de recelo mutuo, y también la progresiva adaptación de la cultura nacional a su contexto europeo, sin que se perdiera de vista el empeño de articular una noción de lo propio menos bombástica y cejijunta de lo habitual.
Este libro pretende contar esa historia centrándola en algunos personajes, en algunos encuentros importantes (y no sólo en el de Sevilla), en la presencia vivaz de hechos, modas o noticias que comentaron todos, en alguna trifulca reveladora que fue pasto de tertulias y también en algún recuerdo colectivo que se hizo nostalgia años después. Deliberadamente, no se habla aquí de la «generación del 27» (aunque su lenta y difusa revelación esté un peu partout : es un marbete que tiene más de memoria histórica que de historia), ni de «la Edad de Plata» (término todavía novedoso como referente onomástico… y siempre impreciso), porque pretende narrar (que es reordenar mejor) más que clasificar (que siempre tiene algo de embalsamar).
A fin de cuentas, las páginas de este libro tienen bastante que ver con la contemplación de una vieja fotografía de aquel día decembrino en el que ya estaba implícito y bullente casi todo… Pero por ellas planea también muy a menudo mi lejano recuerdo de aquel curso preuniversitario de 1960-1961 (centenario del nacimiento de Góngora), cuando el Ministerio de Educación Nacional decidió que la asignatura de Literatura se dedicaría a «Góngora y el Polifemo » (como la de Filosofía se consagró a algo tan sospechoso como «La libertad» y la de Geografía a un tema tan costista como «Hidrología de España»); eran paradojas del franquismo pero que lograron que me aprendiera de memoria casi todas las octavas polifémicas y que a mis dieciséis años supiera de un alegre homenaje que en 1927 se había tributado al gran poeta barroco.
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