VIAJE DE VIDA
Caminé a través de multitudes, buscándola entre miles... entre millones, rastreando... crucé montañas y valles, mares y planicies, caminando resueltamente en áreas hacinadas, llevando conmigo brújulas y docenas de mapas. Miré en todas direcciones. El sudor brotaba de mí con abundancia. La preocupación me devoraba. Continué mi camino hacia el norte. El frío casi me mata... Oh, dios... ¿dónde está?... ¿dónde está? Grité tan fuerte como pude... Signos de interrogación clamaban desde todos los rincones. Les pregunté por ella a los viajeros. Me miraron sin comprender. Caminé entre humanos, llamándola con todas mis fuerzas: “¿Dónde estás, mi amada? Te lo ruego: muéstrame tu rostro”.
Solo me contestaron la indiferencia y el insípido ritmo de la vida.
Poco a poco comencé a hacerme viejo... Perdí casi todo mi peso. Mis piernas se volvieron más débiles. Compré un bastón y continué el viaje que había comenzado años atrás, buscándola. Llegué a lugares donde nunca han llegado los fantasmas. Descansé en cuevas hechas de roca y miedo. Escapé de bestias salvajes que por poco me convirtieron en su triste comida. Crucé el mundo, este y oeste... norte y sur... mis pasos tambaleantes mezclados con mi suerte tambaleante. Caí... Con el entusiasmo de la juventud, mi avanzada edad izó una bandera de victoria sobre mi cuerpo. Sangró mi cabeza. La levanté muy despacio, luchando con la mano de la fatiga que trataba de hundirla. Miré el lejano horizonte, tal vez podría ver su rastro. Una ciénaga desesperada lamió las orillas de un lago radiante de esperanza, como si tratara de tragarlo. Con toda mi fuerza extendí mis manos débiles hacia mi pasado capturando lo que podía del vigor de mi juventud.
Me paré en mis piernas temblorosas y continué mi viaje, buscando humanidad hasta el último momento.
FRÍO GLACIAL
Debido a que pasó muchos años disfrutando del tibio paraíso de su casa familiar, cayó gravemente enfermo y estuvo a punto de morir en el frío glacial de la sociedad.
EL CUCHILLO
Nació con cuchillo de plata en la boca. Y fue su primera víctima.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El gobierno promulgó un decreto que garantizaba a los ciudadanos el derecho a la libertad de expresión facial. Fue considerado un gran salto adelante dado que muchos países han prohibido en su totalidad esta forma de expresión. Millones de ciudadanos salieron a las calles para demostrar su apoyo a esta enorme e inaudita victoria para la democracia. Sonreían ampliamente mientras marchaban, sus rostros máscaras grotescas de alegría.
PANTANO
Me convertí en un pantano de inmovilidad y, por esto, nadie fue capaz de ver las piedras preciosas en mis profundidades.
COMPRESIÓN
Akram maldijo el día cuando comprimió su edad de setenta a veinte porque la impotencia de la niñez se mezcló con la impotencia de la vejez. Memorias dolorosas se entrelazaron con otras felices, el triunfo se juntó con el fracaso y el matrimonio se juntó con el divorcio. La risa se mezcló con lágrimas, y amigos y enemigos se fundieron en el mismo caldero. Los bordes entre positivos y negativos desaparecieron. La influencia mágica del tiempo para curar heridas se desvaneció. Entonces, decidiendo disfrutar su verdadera edad, Akram deshizo la compresión del tiempo.
EN LA CÚSPIDE DE LA PIRÁMIDE
Una enorme bolsa de basura quiso alcanzar la cúspide de la pirámide social cuando la vio brillar bajo el sol. Hizo grandes esfuerzos por trepar, pero cada vez que lo intentó terminó cayendo al lugar de partida. Después de muchos intentos fallidos, sus esfuerzos por fin dieron frutos. Se sentó noblemente en la cúspide de la pirámide, sin aliento por causa de la fatiga y del placer de la victoria. El deleite provocado por su logro le hizo olvidar el sufrimiento que había soportado.
Pero en cosa de segundos el vértice de la pirámide hizo un agujero en la bolsa. Agua sucia mezclada con basura se derramó por los cuatro costados hasta que la estructura completa quedó cubierta por una pila monstruosa de deshechos viscosos, cuyos odiosos olores impregnaron incluso lugares muy lejanos.
NO AFLOJES
Mientras retozaba en un campo, el caballo salvaje se sintió fascinado al ver una manguera que azotaba el aire en todas direcciones. El agua salía de ella, sin miedo, mientras un campesino trataba en vano de sujetarla. El caballo gritó tan fuerte como pudo, alentando a la manguera: “¡No aflojes!”.
La manguera le contestó con entusiasmo: “¡Seguro que no, amigo!”.
LAS NACIONES VENDIDAS
Cuando la transacción estuvo terminada el mercader puso el dinero en su bolsillo. Uno de los billetes le dijo con molestia a su colega: “Estoy cansada de moverme de mano en mano con tanta facilidad. ¡Necesitamos estabilidad de manera urgente!”.
Su colega le respondió con tristeza: “Nacimos para esto, querida”. Suspiró y siguió hablando: “Somos como naciones que han sido vendidas, marcadas con las huellas de miles de dedos y apretadas en miles de bolsillos hasta ser despedazadas”.
Unos minutos después, luego de otra transacción, el mercader sacó con prisa uno de los billetes de su bolsillo. Esta no tuvo tiempo de despedirse de su colega antes de instalarse en una billetera fría.
EL DIAMANTE Y EL CARBÓN
Dos hombres jóvenes, uno rico y uno pobre, discutían sus respectivos futuros. El rico puso un gran diamante sobre la mesa y dijo con entusiasmo: “Este es mi futuro”.
El pobre puso un trozo de carbón sobre la mesa y dijo con tristeza: “Este es el mío”.
Después, cada uno siguió su camino. Pero el diamante sintió nostalgia de sus orígenes y se acercó al trozo de carbón y lo abrazó con fuerza.
BARRERA SICOLÓGICA
Escalé la barrera sicológica que me separaba de un alto funcionario, pero me caí y me rompí la pierna. Él me miró por sobre de la barrera y, después de patear mi dignidad con pies de insultos, me arrojó en prisión. ¡Al día siguiente rodeó su palacio con rejas sicológicas eléctricas!
¡DESCENDEDOR!
El elevador que iba subiendo hasta el piso más alto miró a su colega que bajaba hasta el subterráneo y le gritó con desprecio: “¡Tú, descendedor!”.
Sin embargo, al poco tiempo los papeles se revirtieron, y también los nombres.
CERRANDO LAS PERSIANAS
Cuando cerré las persianas gruesas del balcón para que mis vecinos no pudieran ver a mis cuatro esposas y a mis jóvenes hijas, descubrí con gran felicidad que esta era una manera perfecta de observar a las esposas y a las jóvenes hijas de otros hombres.
INSULTOS
Mientras salía de mi casa, camino al mercado, creí escuchar a cada peldaño de la escalera insultando al que venía abajo. Cuando escuché con más atención, ¡me di cuenta de que eran mis zapatos expresando su desdén por cada peldaño, empezando por el de más arriba!
LA BOLSA DE LA NACIÓN
Saqué del ático la enorme bolsa que había heredado de mi abuelo. Era toda de colores brillantes, como una tormenta de arcoíris. La icé sobre mi espalda y salí a la calle. Cerré mis ojos y comencé a elegir al azar muestras de todo lo que estaba adentro: humanos y piedras y polvo y flores y el viento y el pasado y el presente y el futuro.
Cargué la pesada bolsa en mi espalda y comencé un largo viaje alrededor del mundo, llevando con orgullo las desbordantes maravillas del genio de mi nación.
Tan pronto como llegué al primero de los muchos países que había decidido visitar, me dirigí hacia la plaza pública y me paré en medio, gritando con toda mi fuerza: “¡Señoras y señores... Señoras y señores! He venido hasta ustedes desde un país muy lejano trayendo rosas y flores... conceptos y creatividad... una historia gloriosa, con los colores de la primavera, y también un futuro que desea detenerse humildemente ante la excelsa puerta de mi nación”.