Pasar por la escuela
Indígenas y procesos de escolaridad
en la ciudad de México
Gabriela Czarny
Pasar por la escuela. Indígenas y procesos de escolaridad en la ciudad de México
Gabriela Czarny
Sylvia Ortega Salazar
Rectora
Aurora Elizondo Huerta
Secretaria Académica
Manuel Montoya Bencomo
Secretario Administrativo
Adrián Castelán Cedillo
Director de Planeació n
Juan Acuña Guzmán
Director de Servicios Jurídicos
Fernando Velázquez Merlo
Director de Biblioteca y Apoyo Académico
Adalberto Rangel Ruiz de la Peña
Director de Unidades upn
Juan Manuel Delgado Reynoso
Director de Difusión y Extensión Universitaria
Coordinadores de Área Académica:
María Adelina Castañeda Salgado
Política Educativa, Procesos Institucionales
y Gesti ón
Alicia Gabriela Ávila Storer
Diversidad e Interculturalidad
Cuauhtémoc Gerardo Pérez López Aprendizaje y Enseñanza en Ciencias, Humanidades y Artes
Verónica Hoyos Aguilar
Tecnologías de la Información
y Modelos Alternativos
Eva Francisca Rautenberg Petersen
Teoría Pedagógica y Formación Docente
Diseño y formación: Rayo de Lourdes Guillén Castrillo
Revisión: Armando Ruiz Contreras
Diseño de portada: Jesica Coronado Zarco
1a. edición 2008
© Derechos reservados por la autora Gabriela Czarny
Esta edición es propiedad de la Universidad Pedagógica Nacional, Carretera al Ajusco Núm. 24, Col. Héroes de Padierna, Tlalpan, C.P. 14200, México, D.F. www.upn.mx
ISBN 978-607-413-010-2
Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio,
sin la autorización expresa de la Universidad Pedagógica Nacional.
Impreso y hecho en México.
Agradecimientos
E ste trabajo está vinculado con el apoyo de muchos, y a todos ellos mi agradecimiento. En primer lugar, mi gratitud a Ruth Paradise, quien una vez más me permitió ampliar mis perspectivas sobre el tema y sobre la vida; entre los diálogos de este tiempo he reaprendido el significado y los efectos de lo que es la confianza.
A los maestros, directivos y alumnos de la escuela primaria “Agustín Rivera”, de la ciudad de México, escenario de referencia inicial para pensar la relación entre la experiencia escolar y las diversidades en ella presentes; en especial a Juan Manuel Rodríguez, quien me facilitó el conocimiento de distintas situaciones que presentan las escuelas del Distrito Federal, a las que asiste población de diferentes comunidades indígenas. En particular, a los miembros de la comunidad triqui en la ciudad de México, quienes me permitieron compartir reflexiones y pensamientos sobre lo que es migrar, estudiar y criar niños; por dar testimonio, una vez más, de las obviedades y silencios construidos.
A Elsie Rockwell, Antonia Candela, Silvia Schmelkes y Maya Lorena Pérez Ruiz, quienes en sucesivas etapas han compartido preocupaciones, aportando comentarios que indudablemente han enriquecido este trabajo. A Stefano Varese, a quien debo muchos aprendizajes sobre la discusión en torno a los pueblos indígenas y la migración. A Elena Achilli y Graciela Batallán, quienes tienen mucho que ver con los inicios de mis primeras preguntas antropológicas. A Justa Ezpeleta y Celma Agüero, quienes acompañaron los instantes cotidianos en los que me he perdido y a los que he vuelto para reencontrar los sentidos. A Elba Gigante y Ernesto Díaz-Couder, referentes de discusión para esta temática; en particular a Elba, quien leyó una versión preliminar del trabajo ayudándome a repensar aspectos centrales que me recuerdan, una vez más, el compromiso y la utilidad de las palabras que ponemos en juego.
A los amigos que resultan un lugar insustituible de refugio en la experiencia de la migración, entre ellos, Mónica Schulmaister, Mónica Díaz, Teresa Espinoza, Rocío Vargas, Débora Asteggiano, Sara Schilman, Andrea Marcovich, Vanesa Srugo, Rosaura Galeana, Fernando García, Rosalba García, Ruth Guzik y Norma Gutiérrez. A Rosa María Martínez y a Rubén Ficher, quienes fungieron como un gran apoyo técnico para integrar primeras versiones.
A mis padres, David y Ana, y a mis hermanos Diego y Adela, que siempre estuvieron, en palabras de Páez: “Como un documento inalterable ofreciendo su corazón”. A las luces del camino, sin las cuales me resultaría muy difícil recorrerlo: a Juan, mi compañero, y Jeremías y Sebastián, adorados hijos.
Prólogo
L a educación pública, laica, gratuita y obligatoria, que constituye el referente institucional para el estudio que se recoge en este volumen, ha enfrentado múltiples obstáculos para hacer efectiva la concepción igualitaria que, en principio, la sustenta, incluso respecto de algunos sectores de las clases urbanas que incluyó en sus orígenes. Pero a medida que el sistema educativo se fue expandiendo y fue incorporando a sectores sociales menos continuos con el proyecto educativo escolarizado, las instituciones educativas evidenciaron limitaciones y poca flexibilidad para generar las condiciones que permitieran a esos nuevos sujetos –diferentes del alumno estándar presupuesto– desarrollar sus potencialidades individuales y sociales durante los procesos educativos y apropiarse de los recursos que les permitieran transitar por los distintos niveles y modalidades educativas.
Cuando la socialización familiar no incluye las mismas expectativas sobre las que ha sido concebida la escuela y, por lo tanto, ésta no necesariamente constituye el eje de los proyectos familiares y comunitarios, el paso por la escuela suele sostenerse en la “construcción de los sujetos en tanto estudiantes”, a veces tienen incluso que inventarse como estudiantes, a partir de condiciones muy distintas de la visión institucional. Los migrantes cuyas experiencias escolares se reconstruyen en el trabajo de Gabriela Czarny, me evocan las importantes contribuciones que está produciendo la sociología de la experiencia escolar para el estudio y acompañamiento de los sujetos en el marco de instituciones que ya no puedan responder a sus necesidades educativas. A pesar de las relevantes críticas que se han elaborado sobre las concepciones y el funcionamiento de las instituciones educativas, éstas tienden a permanecer incólumes.
En este contexto, el debate sobre la escolarización de los niño/as y jóvenes indígenas ha sido una constante en México. La discusión ha incluido diversas vertientes de los ámbitos académico, político y jurídico, así como, a partir de la década de los 70, una intensa participación de las organizaciones etnopolíticas, al igual que de intelectuales y líderes indígenas. Las demandas de reconocimiento de los derechos a la diferencia cultural y lingüística y a construir proyectos educativos que incluyan –o se sustenten– en esas dimensiones han suscitado la generación de dilemas, ambivalencias y dicotomías en el tratamiento de las cuestiones educativas. Sólo a manera de ejemplo: se ha llegado a poner en cuestión la pertinencia y el sentido de escolarizar a los niños/as indígenas y, en el mismo sentido, la pertinencia de la formación profesional de los docentes que los atienden. Las razones tienen que ver con la historia de exclusión y discriminación que la autora revisa para mostrar cómo se ha construido la noción de diferencia cultural en la sociedad mexicana.