• Quejarse

Gabriela Cerruti - El jefe

Aquí puedes leer online Gabriela Cerruti - El jefe texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2021, Editor: Planeta Argentina, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover
  • Libro:
    El jefe
  • Autor:
  • Editor:
    Planeta Argentina
  • Genre:
  • Año:
    2021
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

El jefe: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El jefe" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Gabriela Cerruti: otros libros del autor


¿Quién escribió El jefe? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

El jefe — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" El jefe " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
El jefe
El jefe
Vida y obra de Carlos Saúl Menem

Gabriela Cerruti

Cerruti, Gabriela

El Jefe / Gabriela Cerruti. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2021.

Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-49-7320-1

1. Biografías. 2. Política. I. Título.

CDD 920

© 1993, 2021, Gabriela Carla Cerruti

Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Grupo Editorial Planeta S.A.I.C

Todos los derechos reservados

© 2021, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.

Publicado bajo el sello Planeta®

Av. Independencia 1682, C1100ABQ, C.A.B.A.

www.editorialplaneta.com.ar

Primera edición en formato digital: marzo de 2021

Digitalización: Proyecto451

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.

Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-7320-1

Investigación periodística:

María O’Donnell

Documentación y archivo:

Viviana Cerruti

UNO

Las dos mujeres mas importantes de la vida de Carlos Menem se sentaron debajo del naranjo, el único rincón con sombra del patio que ardía bajo el sol del mediodía. Durante unos segundos miraron el piso, en silencio. Mohibe habló primero.

—¿Vos seguís enamorada de él?

—El se casó.

—Estás muy triste...

—Es el momento más triste de mi vida... Señora: yo solo quise a dos hombres en mi vida. A mi padre y a su hijo.

Mohibe Menehem inclinó hacia adelante su cuerpo moreno, dorado por ancestrales soles y curtido por el viento de la precordillera. Dicen en el pueblo que era bella, muy bella, con hablar cansino y mirada sensual. Pero cuentan sobre todo de sus manos: largas y finas, que se movían como investigando el aire y llegaban siempre un segundo antes que el gesto. Mohibe apoyó sus manos sobre la mejilla de Ana María Luján, acariciándola apenas.

—Sufrís mucho, madrecita... Yo te pido perdón. Seguramente me equivoqué, pero no podía hacer otra cosa. Pero te pido perdón, porque vos sufrís.

—No importa, señora... Ojalá nunca tenga que pedirle perdón a su hijo.

Ana María Luján y Mohibe Menehem hablaron por única vez aquella tarde de verano de principios de los años setenta. Mohibe nunca le pidió perdón a su hijo, Carlos Menem. Pero se arrepintió más de una vez de haberlo obligado a que dejara a Ana María, el único amor de su vida, y a que se casara contra su voluntad con Zulema Yoma.

Hace treinta años que Carlos Menem envía un ramo de rosas todos los domingos, quizá emulando esa costumbre de Mohibe, quien durante treinta años, cada noche, dejó una flor en la almohada de su hijo preferido. Ana María nunca se separó de él. Cuando Carlos Menem fue gobernador de La Rioja, Ana María fue su secretaria de Cultura. Cuando fue presidente, ella fue su asesora con despacho en la Casa de Gobierno. Siempre, en los momentos de las decisiones fundamentales, él la buscó para consultarla, para dialogar, para descansar. Ella lo esperaba. En 1992, después de veinticinco años del inicio del romance, sexagenaria, divorciada, Ana María estaba convencida de que el único amor de su vida había sido Carlos Menem; y de que el menemismo había nacido en aquellas siestas riojanas de finales de los cincuenta cuando ella —hija de una de las familias más tradicionales entre los conservadores del Noroeste— sumaba su herencia política al recién descubierto peronismo, mientras él cabalgaba por los cerros invocando al espíritu de Facundo Quiroga.

ANA MARÍA, QUIROGA Y MAQUIAVELO

En 1947 Ana María Luján tenía diecisiete años. Vivía en Aimogasta, un puñado de casas que salpicaban la ladera del cerro. Ana María contaba los minutos entre el almuerzo y la siesta, que se le hacían interminables: cuando toda la familia se dormía, ella se escapaba sin hacer ruido, escondiendo un libro entre los faldones del vestido. Tirada debajo de un olivo leía una y otra vez El amante de Lady Chatterley, el escandaloso libro de D. H. Lawrence. Los Luján eran una de las familias más ricas y cultas del Noroeste. Sus tres tíos habían sido gobernadores de La Rioja. Su abuelo fue jefe del Regimiento 19 en Tucumán. Su padre era médico, profesor de psicología, de filosofía y de literatura española. Ferviente conservador, fue diputado nacional durante el gobierno de Agustín P. Justo (1932-38). Ana María aprendió la forma y los modos de la política de la Década Infame: desconfiaba del voto popular y estaba convencida de que algunos nacían para gobernar y otros para ser gobernados.

Cuando se hartó finalmente de Lady Chatterley, Ana María se dedicó a emular a Lady Godiva. Insistió hasta lograr que Don Luján le comprara ropas de montar, y padre e hija salieron, como en una escena de la campiña inglesa, a cabalgar por el pueblo que los espiaba azorados detrás de las ventanas. Su madre se preocupaba por los gustos excéntricos que Ana María estaba adquiriendo: se negaba a leer las clásicas andanzas caballerescas del Amadís de Gaula y prefería La educación sentimental de Gustave Flaubert. Cuando Ana María cumplió veinte años, su madre decidió intervenir: “las mujeres están para casarse”, le advirtió. Y Ana María se casó con el teniente coronel Abel Díaz. Un año después nació Ricardo. Dos años más tarde, Cristina. En Buenos Aires gobernaba Juan Domingo Perón, y Ana María se pasaba la siesta escuchando historias sobre Evita. Comenzó a discutir con sus padres y su esposo sobre política: algunas tardes marchaba sola hacia La Rioja para participar en las reuniones del partido. Su madre se escandalizaba, y su marido decidió prohibírselo. Cuando llegó el golpe en 1955, Ana María preparó sus valijas. Había decidido que se mudaría a La Rioja para trabajar como maestra y militar en el peronismo de la clandestinidad. Fue el fin de su matrimonio. Para evitar las habladurías del pueblo, el teniente coronel se mudó a Valle Hermoso, Córdoba. Pero su madre nunca le perdonó la separación. Durante años, madre e hija no se hablaron y ni siquiera los nietos pudieron doblegar la rigidez provinciana de la abuela.

Eran épocas en que nadie se mostraba públicamente como una mujer separada. Ana María tenía veintiséis años y cruzaba la Plaza 25 de Mayo de La Rioja sin bajar la vista: las vecinas cuchicheaban a su paso y los hombres se daban vuelta a mirarla. Era indudablemente la mujer más bella y distinguida que había vivido en la ciudad en los últimos años. Conservaba el andar ceremonioso y la economía de gestos de las señoras patricias, pero exhibía sus hombros con la prepotencia de las mujeres peronistas que, en los cincuenta, creían que arrebataban la historia. Jamás un exabrupto, ni levantar la voz; hablar siempre como en una letanía. Así le había inculcado su madre. La literatura le había enseñado la osadía y la política la insolencia.

Después de su separación, comenzaron los problemas económicos. Sus padres dejaron de ayudarla y su marido se negaba a hacer una división legal de bienes. Decidió poner todo en manos de un abogado y una tarde de la primavera de 1957 entró al estudio de la calle Pelagio Luna que atendía Carlos Menem.

El mayor de los hermanos Menem, Carlos, había vuelto a La Rioja tres años antes, con el título de abogado que le otorgó la Universidad de Córdoba. Nadie sabrá nunca cuánto aprendió de leyes, pero todos recuerdan todavía su fama de militante nacionalista y las lecciones de historia argentina que solía dar en el bar de la facultad. Era el mejor en los deportes: boxeaba, jugaba al básquet y al fútbol, todo con la misma pasión. Gracias al básquet en Córdoba tuvo el primer acercamiento con el peronismo: su equipo ganó una copa en los campeonatos Evita y el general Juan Perón le entregó el premio. La soberbia figura del presidente lo perturbó lo suficiente como para hacerlo soñar con la política y el poder, pero no tanto como para convencerlo de que abandonara su ferviente nacionalismo conservador e ingresara al peronismo. Buscó una solución que le permitiera estar cerca del avasallador poder del peronismo de los cincuenta pero, a la vez, no pertenecer a un movimiento que le resultaba ajeno y vulgar. Fundó el Centro de Estudios Rosistas: un punto intermedio entre la oposición y el peronismo.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «El jefe»

Mira libros similares a El jefe. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «El jefe»

Discusión, reseñas del libro El jefe y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.