1. G RECIA: ORÍGENES
La Grecia antigua posee una larga historia que conocemos sobre todo a partir del inicio del II milenio a. C., cuando las comunidades indoeuropeas procedentes del sur de la Rusia actual invaden la Europa meridional y ocupan la península de los Balcanes. Grecia no está desierta a su llegada. La habitan los egeos, también llamados prehelenos o pelasgos.
Se trata de una civilización agraria en la que la religión está dominada por divinidades femeninas de la tierra y la fecundidad. Los indoeuropeos, que veneran ante todo al dios masculino de los fenómenos celestes, de la lluvia, del rayo y de las nubes, no destruyen esta civilización, sino que la modifican al contacto con la suya.
Así nace, hacia mediados del siglo XVI a. C., la civilización micénica, cuya denominación procede de Micenas, ciudad del Peloponeso donde los arqueólogos han realizado importantes descubrimientos, en particular el de una máscara de oro atribuida al rey Agamenón. La civilización micénica es la de los reinos aqueos a los que Homero alude (→ 88) en la Ilíada y la Odisea. Son gobernados por reyes que, con el buen tiempo, practican la caza, la guerra y el saqueo, y pasan el invierno en su palacio de gruesas murallas. La vida se organiza en torno al salón principal, el megaron, donde se encuentra el fuego del hogar y los invitados a los festines escuchan los recitales de los poetas cantores, los aedos. Estos soberanos se alían para ir a la guerra contra Troya hacia el 1250 a. C.
En el plano religioso, la civilización micénica se caracteriza por la alianza del dios de los fenómenos celestes, Zeus, y la diosa de la tierra, Hera. Esta alianza, este matrimonio sagrado, hieros gamos, constituye una de las bases principales de la religión griega. La civilización micénica es destruida por los dorios, sin duda procedentes del Cáucaso, que invaden Grecia a partir del 1200 a. C. Empieza entonces la Edad Oscura (1100-800 a. C.) que se acaba con el advenimiento de la Época Arcaica.
2. G RECIA ARCAICA Y CLÁSICA
En la Época Arcaica (800-500 a. C.), las monarquías y tiranías predominan en el mundo griego. Este último creció aprovechando un poderoso y duradero movimiento de colonización. Los griegos colonizan primero las orillas del Mediterráneo occidental, el sur de Italia y Sicilia, lo que recibirá el nombre de Magna Grecia y seguirá siendo una población griega durante toda la Antigüedad. Los corintios fundan Siracusa en 734 a. C. A continuación, los griegos avanzan hacia el norte y el noreste del mar Egeo, hacia el Helesponto, la Propóntide, el Bósforo y el Ponto Euxino. Pero no abandonan el Mediterráneo occidental: en 600 a. C., los foceos fundan Massalia, futura Marsella.
Sin embargo, esta expansión no debe hacer olvidar que los griegos llevan entonces una vida ruda, cuya precariedad y duración se reflejan en los poemas de Hesíodo, Teogonía y Los trabajos y los días (→ 94). En la Época Arcaica se establece la configuración del mundo griego que servirá de marco a la plenitud de la Época Clásica.
La Época Clásica (500-323 a. C.) comienza con dos invasiones persas que los griegos rechazan en las dos guerras médicas. En 490, los atenienses y su estratega (→ 19) Milcíades detienen a los persas en el Ática, en la llanura de Maratón. En 480, otro estratega ateniense, Temístocles, lleva la victoria al mar, ante la isla de Salamina. Durante ambas guerras, Atenas (→ 10) se alía con otras ciudades griegas. Pero la parte eminente que ha asumido en la victoria común de los griegos sobre los bárbaros (→ 11), según la representación de los acontecimientos que perdurará durante siglos, la sitúa en una posición hegemónica y estará en el origen de su dominio sobre una gran parte del mundo griego. Este dominio se organiza a partir de 478 a. C. con la fundación de la Liga de Delos por el ateniense Arístides y los representantes de numerosas ciudades griegas, que cierran con Atenas una alianza que garantiza su supremacía a cambio de la protección que ella les asegura. Esta liga será el marco que permitirá el desarrollo del imperialismo de Atenas, simbolizado por el tributo anual que sus aliados pagan a la ciudad. Ésta alcanza entonces la cima de su poder durante un período denominado pentecontecia, «los cincuenta años», que coincide con el florecimiento de la democracia y la civilización atenienses (→ 13). Pericles es el hombre de Estado que domina este período. Sin embargo, esta hegemonía conoce resistencias en Grecia, en concreto por parte de otra ciudad, Esparta (→ 17).
En 431 empieza la guerra del Peloponeso, que enfrenta a Esparta y Atenas, con sus respectivos aliados. Se interrumpe en 421, se retoma en 415 y concluye en 404 con la derrota de los atenienses. Grecia entra entonces en un período de inestabilidad. Ni Esparta, ni Atenas, ni Tebas pueden imponer su dominio. La independencia de las ciudades griegas, de la que estaban tan orgullosas y que les permitía actuar como potencias autónomas fuera de sus fronteras, se convierte en un problema.
Un nuevo peligro las amenaza: el imperialismo del reino de Macedonia, en el norte de Grecia. Lo denuncia Demóstenes, que anima a los atenienses a resistir. Pero la victoria del rey macedonio Filipo en Queronea, en 338 a. C., conlleva la sumisión de Grecia a la hegemonía de Macedonia. La ciudad griega clásica libre e independiente ha vivido y ya no renacerá (→ 12). Y Grecia pronto no será más que una parte del mundo griego.
3. G RECIA HELENÍSTICA Y ROMANA
El hijo de Filipo de Macedonia, Alejandro, le sucede en 336 a. C. Al aplastar la revuelta de Tebas se asegura la sumisión de las ciudades griegas. Alumno de Aristóteles (→ 78), se presenta como campeón del helenismo. En 334 a. C., ataca al Imperio persa y lo conquista en su totalidad, y a continuación Asia Menor hasta la India. A su paso funda ciudades griegas con sus leyes, sus instituciones, sus cultos y sus costumbres. Lleva así la lengua y la civilización griegas más allá de las fronteras de Grecia.
Tras su muerte en Babilonia, el 10 de junio de 323 a. C., sus lugartenientes se reparten su Imperio. Empieza entonces el Período Helenístico (323-331 a. C.), el de los reinos surgidos de esa división: el reino de Macedonia y de Grecia, con su capital Pella, gobernado por los Antigónidas; el reino de Asia, gobernado por los Seléucidas desde su capital, Antioquía; el reino de Pérgamo, donde reinan los Atálidas; y el reino de Egipto, donde Alejandro había fundado la capital, Alejandría (→ 6), donde reinan los Ptolomeos. Este período dura casi tres siglos. Es rico en descubrimientos científicos, en logros culturales y obras literarias. En el siglo III a. C., Alejandría aparece como la ciudad faro del nuevo mundo del helenismo. Es allí donde Eratóstenes calcula la circunferencia de la Tierra. Los Ptolomeos construyen el Museo, un centro de investigación organizado según el modelo del Liceo de Aristóteles y que pronto se verá dotado de una gran biblioteca. La poesía griega vive entonces, con Apolonio de Rodas, Calímaco y Teócrito, una nueva edad de oro (→ 94). Sin embargo, en el siglo II y I a. C., los reinos helenísticos y la propia Grecia se someten progresivamente al dominio romano. El 22 de junio de 168, la victoria de los romanos sobre los macedonios en Pidna consagra la hegemonía romana sobre Grecia. La victoria de Octavio sobre Antonio en Accio, el 2 de septiembre del 31 a. C., provoca, en el 30, el suicidio de Cleopatra, que pone fin al reino de los Ptolomeos en Egipto. A partir de entonces, Roma reina sobre todo el mundo griego.