PEDRO BARCELÓ es catedrático de Historia Antigua y director del Instituto de Historia de la Universidad de Potsdam; anteriormente fue catedrático en Eichstätt, Heidelberg y Erfurt. Ha sido docente invitado en el Collège de France y en la Universidad de Pretoria, entre otras instituciones. Es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia (Madrid) y doctor honoris causa por la Universitat Jaume I de Castellón. Como premio a su trayectoria investigadora, ha obtenido recientemente la «Cátedra de Excelencia» de la Universidad Carlos III de Madrid.
DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE es escritor y profesor universitario. Doctor en filología clásica y sociología, ha sido profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Potsdam y lo es actualmente en la UNED. Investigador invitado en diversas universidades de Europa y América, ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales, como el Humboldt-Forschungsstipendium.
Algunas orientaciones bibliográficas
BARCELÓ, P. Breve Historia de Grecia y Roma, Madrid, 2004. BARCELÓ, P. y HERNÁNDEZ DE LA FUENTE, D.,
Historia del pensamiento político griego: teoría y praxis. De Homero a Aristóteles, Madrid, 2014. BLEICKEN, J.:
Die athenische Demokratie, Paderborn, Munich, Viena, Zurich, 1985. BOWRA, C. M.:
La Atenas de Pericles, Madrid, 1970. DOMÍNGUEZ MONEDERO, A.:
La polis y la expansión colonial griega (siglos VIII-Vl) , Madrid, 1991. GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J.:
Introducción a la Grecia Antigua, Madrid, 1998. GSCHNITZER, F.:
Historia social de Grecia. Desde el Período Micénico hasta el Final de la Época Clásica, Madrid, 1987. HERNÁNDEZ DE LA FUENTE, D. y LÓPEZ MELERO, R.:
Civilización griega, Madrid, 2014. RODRÍGUEZ ADRADOS, F.:
La democracia ateniense, Madrid, 1975.
Capítulo 1
El alba del clasicismo griego y de la democracia ateniense
EL MUNDO CLÁSICO
E l siglo V enmarcado al inicio por la Revuelta Jonia (500) y en su fase final por la conclusión de la Guerra del Peloponeso (404), es la era dorada de Atenas. Durante este período —simbolizado acaso estéticamente por monumentos de enorme calidad artística como el Partenón de Atenas o las tragedias de Sófocles— se determinan para siempre las bases de la arquitectura cultural y política del mundo occidental. El enfrentamiento de las relativamente pequeñas ciudades griegas, gobernadas de manera dispar y bajo la égida de la Atenas democrática y la Esparta oligárquica, contra la descomunal autocracia persa, convertida desde el reinado de Darío en una potencia universal, ha devenido en el campo de la ideología un símbolo de la lucha por las libertades del individuo y de la racionalidad frente a las pretensiones de dominio despótico. Las consecuencias de las Guerras Médicas, la creación del imperio naval ateniense, la consolidación del sistema democrático y la encarnizada pugna que se desata posteriormente entre los más poderosos estados helenos por la hegemonía son las características políticas más destacadas de esta convulsa y fascinante época de la historia de Grecia.
En este libro se tratará precisamente de exponer los factores determinantes y examinar con detalle el llamado siglo de Atenas, sus antecedentes, logros y consecuencias, en el período que transcurre entre dos figuras emblemáticas que contribuyeron de forma significativa a su posterior renombre: Clístenes, prócer espiritual de la democracia ática, y Pericles, el gobernante cuyo nombre se ha convertido con justicia en sinónimo del esplendor de Atenas. A raíz de las profundas transformaciones económicas, políticas y sociales que agitan el mundo griego, y en concreto a causa del desarrollo imparable de la polis ateniense a partir de los primeros decenios del siglo V, se producirá un auge cultural sin precedentes, responsable de creaciones excepcionales y modélicas en las artes, las letras y las ciencias. Atenas se erige en el principal centro de recepción y difusión del saber helénico, cuyos máximos representantes no son exclusivamente atenienses, sino personajes procedentes de todos los confines de la Hélade.
Las realizaciones de la arquitectura y las artes plásticas convierten en poco tiempo la Acrópolis de Atenas en un excepcional conjunto monumental, reflejo propagandístico del sistema de valores democráticos: Ictino y Calícrates construyen el Partenón (447-438), que será adornado por Fidias con una magnífica estatua de la diosa Atenea Parthenos. Poco después se erigen los Propíleos (437-432), el Erecteo (408) y el templo de Nike (406). En las artes escénicas sobresalen Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes. En la filosofía y la retórica aparecen los sofistas, maestros del debate público y de la teoría política, los primeros pedagogos de la historia occidental. Frente a las explicaciones tradicionales de la religión y el mito (mythos), la civilización griega progresa apoyada en un logos objetivo (razón, razonamiento, palabra coherente, cálculo, texto escrito, etc.) o «común», en palabras de Heráclito. La razón griega avanza sobre la base del lenguaje y el diálogo, del que era gran maestro el ateniense Sócrates, y también del pensamiento abstracto, que se constata, por ejemplo, en la pasión por las matemáticas, la física, la metafísica y la geometría, partes integrales de la escuela pitagórica y posteriormente de la Academia platónica.
Una figura muy polémica de la intelectualidad ateniense de esta época fue, sin duda alguna, el gran filósofo Sócrates, maestro de la dialéctica que, a través de sus insistentes preguntas sobre el ser y la virtud, suscitará la pasión por la dialéctica argumentativa y el debate filosófico, pero también la incomprensión de la mayoría de sus conciudadanos, que a la postre le llevará a su célebre condena a muerte (399). Sobre su controvertida personalidad y su quehacer nos informan sus discípulos Platón y Jenofonte, que han dejado una semblanza impresionante del gran pensador ateniense: el primero y más famoso de sus alumnos, Platón, cambiará para siempre, con su versión de Sócrates y de su método dialéctico, la historia de la filosofía de Occidente. Según una conocida cita de Whitehead, toda la filosofía posterior no son sino notas a pie de página a Platón.
También refleja Platón, desde su escepticismo hacia el sistema político ateniense —que comparte con el otro discípulo de Sócrates, Jenofonte—, el profundo debate ideológico que se genera en la Atenas de esta época. El discurso político promovido primero por los sofistas y ubicado luego en las distintas escuelas filosóficas (Isócrates, Platón, Aristóteles) tratará de diseñar las bases del estado ideal y no ahorrará críticas a los diferentes sistemas gubernamentales, especialmente a la democracia. En este ambiente intelectual se genera la teoría política, la discusión sobre la constitución idónea, las ideas sobre el gobierno de la ciudad (polis) y la validez del sistema de valores ciudadanos.
A la vez, el siglo de Atenas, gracias a esta nueva toma de conciencia del presente, ve nacer el género de la historiografía merced al ímpetu investigador de Heródoto de Halicarnaso, cronista de las Guerras Médicas, que se implica profundamente en los debates políticos que se producen en su entorno ateniense. El «Padre de la Historia», como lo denominará Cicerón, inaugura la pasión por el análisis sistemático del pasado como registro de modelos de actuación capaces de influir en el presente y en el futuro. La capacidad crítica de su sucesor Tucídides, el autor de la