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Adrian Shubert - Espartero, el Pacificador

Aquí puedes leer online Adrian Shubert - Espartero, el Pacificador texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: Galaxia Gutenberg, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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  • Libro:
    Espartero, el Pacificador
  • Autor:
  • Editor:
    Galaxia Gutenberg
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  • Año:
    2018
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Espartero, el Pacificador: resumen, descripción y anotación

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Esta es una biografía totalmente innovadora y apasionante de la figura más destacada de la historia de España del siglo XIX: Baldomero Espartero (1793-1879). No sólo narra su vida, sino que procura también iluminar aspectos más generales de la historia contemporánea de España y contribuir a una nueva forma de entender el siglo XIX. No hubo un solo Espartero, coherente y consistente. Era un hombre de guerra que entendía que la solución militar no siempre es la mejor. El general que podía enfervorizar a sus hombres con sus arengas y cuya audacia era decisiva en el campo de batalla se quedaba casi sin palabras en el Parlamento y vacilaba en momentos de crisis políticas, pero se aproximó más que nadie antes de 1870 a ser un jefe de Estado verdaderamente constitucional. Era un nacionalista español para quien la unidad nacional era el santo grial y él mismo su campeón. Era un monárquico ferviente que pasó toda su vida pública sosteniendo un trono amenazado, pero que respaldó la República cuando ésta llegó. Valoraba la lealtad a los amigos por encima de todo y la cultivó en su vida política, por lo que pagó un alto precio. Fue un marido fiel y cariñoso, emocionalmente dependiente de la mujer que tanto hizo a favor de su carrera, Jacinta, en parte la otra protagonista de esta historia.

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Adrian Shubert sin duda uno de los más importantes hispanistas es - photo 1

Adrian Shubert , sin duda uno de los más importantes hispanistas, es catedrático de Historia en la Universidad de York, en Toronto. Entre sus principales publicaciones están Hacia la revolución. Orígenes sociales del movimiento obrero en Asturias, 1860-1934 (1984), Historia social de España, 1800-1990 (2000) y A las cinco de la tarde. Una historia social del toreo (2002). Ha dirigido junto a José Álvarez Junco Nueva historia de la España contemporánea (Galaxia Gutenberg, 2018). Es miembro de la Royal Society of Canada y comendador de la Orden del Mérito Civil.

Esta es una biografía totalmente innovadora y apasionante de la figura más destacada de la historia de España del siglo XIX : Baldomero Espartero (1793-1879). No sólo narra su vida, sino que procura también iluminar aspectos más generales de la historia contemporánea de España y contribuir a una nueva forma de entender el siglo XIX .

No hubo un solo Espartero, coherente y consistente. Era un hombre de guerra que entendía que la solución militar no siempre es la mejor. El general que podía enfervorizar a sus hombres con sus arengas y cuya audacia era decisiva en el campo de batalla se quedaba casi sin palabras en el Parlamento y vacilaba en momentos de crisis políticas, pero se aproximó más que nadie antes de 1870 a ser un jefe de Estado verdaderamente constitucional. Era un nacionalista español para quien la unidad nacional era el santo grial y él mismo su campeón. Era un monárquico ferviente que pasó toda su vida pública sosteniendo un trono amenazado, pero que respaldó la República cuando ésta llegó. Valoraba la lealtad a los amigos por encima de todo y la cultivó en su vida política, por lo que pagó un alto precio. Fue un marido fiel y cariñoso, emocionalmente dependiente de la mujer que tanto hizo a favor de su carrera, Jacinta, en parte la otra protagonista de esta historia.

Edición al cuidado de María Cifuentes

Traducción del inglés: Eva Rodríguez Halffter

Publicado por:

Galaxia Gutenberg, S.L.

Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª

08037-Barcelona

info@galaxiagutenberg.com

www.galaxiagutenberg.com

Edición en formato digital: septiembre de 2018

© Adrian Schubert, 2018

© de la traducción: Eva Rodríguez, 2018

© Galaxia Gutenberg, S.L., 2018

Imagen de portada: Retrato de Baldomero Espartero,
Antonio María Esquivel, 1841.
Óleo sobre tela, 120 × 98 cm

Conversión a formato digital: Maria Garcia

ISBN : 978-84-17355-76-0

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede realizarse con la autorización de sus titulares, aparte las excepciones previstas por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)

Para Paula

Índice

[E]n las guerras civiles no hay gloria para los vencedores ni mengua para los vencidos. Tened presente que cuando renace la paz todo se confunde; y que la relación de los padecimientos y los desastres, la de los triunfos y conquistas se mira como patrimonio común de los que antes pelearon en bandos contrarios.

B ALDOMERO E SPARTERO , 1837

Ni rendición, ni abrazos de Vergara… ni nada que no sea victoria aplastante y definitiva.

E MILIO M OLA , 1936

El siglo XIX , que nosotros hubiéramos querido borrar de nuestra historia, es la negación del espíritu español.

F RANCISCO F RANCO , 1950

Introducción

En España la guerra civil entraba ya en su cuarto año. La lucha se libraba con tal crueldad y ensañamiento que Gran Bretaña había intervenido con objeto de negociar un código de conducta para el trato dado a los prisioneros. Los rebeldes carlistas, que habían asediado Bilbao durante tres semanas en 1835, habían cercado nuevamente este importante puerto. La previsión era que su captura pudiera procurarles el reconocimiento internacional que hasta ese momento les habían negado, así como una fuente de ingresos de los que tenían gran necesidad. La ciudad parecía un objetivo fácil, aislada como estaba del resto de la España liberal y defendida por una guarnición que no se encontraba en su mejor forma.

Los bombardeos se iniciaron el 25 de octubre de 1836, y pronto abrieron una enorme brecha en la muralla. Tras el fracaso de un intento de tomar la ciudad por asalto frontal, los rebeldes cambiaron su estrategia, capturando los diversos fuertes que la defendían y bloqueando el río Nervión. Llegado el 17 de noviembre, la ciudad se encontraba rodeada y la victoria parecía próxima. Sólo faltaba por tomar el fuerte de San Agustín, y cayó el 27 de noviembre. Los carlistas demandaron la rendición de Bilbao pero su comandante, el general Evaristo San Miguel, se negó. Esta baladronada encubría la situación cada vez más desesperada de los habitantes, y sobre todo de la Milicia Nacional, hombres que habían sido arrancados de sus trabajos y sus familias. Los alimentos escaseaban y el pan estaba racionado; el único pan disponible era negro y de tan mala calidad que su consumo hacía que la gente enfermara. La población estaba comiéndose los gatos, cuando los encontraban. El 14 de diciembre las autoridades de la ciudad enviaron un telegrama desesperado: «Ayer y antes de ayer atacan a Bilbao con artillería; hay galleta sólo para dos días, falta harina y víveres; la guarnición desalienta; la población sufre mucho». Entonces se desató el tifus.

La moral empeoró cuando el principal Ejército cristino, al mando del general Baldomero Espartero, no consiguió liberar la ciudad. Desde que el Ejército llegara a Portugalete, 13 kilómetros río abajo, a fines de noviembre había hecho varias salidas por ambas riberas del Nervión, pero en ninguna se había aproximado siquiera a levantar el cerco. A mediados de diciembre el alto mando estaba dividido en cuanto al modo de proceder. Quizá el Ejército debía cruzar a la orilla derecha del río e intentar un ataque desde allí. Espartero decidió arriesgarse, pese a que la mayoría de los altos oficiales eran contrarios a ello.

El asalto se produjo el 24 de diciembre. El tiempo era atroz: la lluvia torrencial de la mañana se convirtió en aguanieve y después, a la caída de la tarde, cuando iba a comenzar el ataque, adquirió proporciones de «tormenta de nieve canadiense».

Espartero se encontraba en cama, desesperado, cuando empezó el ataque. Había estado sufriendo terriblemente a causa de piedras en el riñón durante toda la campaña. Cuando el teniente Edward Vicars, un oficial de enlace británico adscrito al cuartel general de Espartero, le conoció:

Estaba alojado en una habitación miserable a medias granero y a medias vivienda, el suelo estaba cubierto de paja y maíz, lana y plumas –restos de camas viejas–, sin más mobiliario que la cama donde yacía el general y unas pocas sillas. Estaba rodeado por un asistente médico y parte de su Estado Mayor, con un puro en la boca mientras sostenía en la mano para nuestra observación un cálculo del tamaño de un guisante que acababa de expulsar. Se sentía aliviado tras extremos de agonía pero su aspecto era de total alteración y sufrimiento, su espíritu desazonado por la grande y tremenda responsabilidad que a su parecer pesaba sobre sus hombros, mientras su cuerpo estaba sacudido y destrozado por una enfermedad grave y dolorosa.

Casi podemos imaginar el gesto de Vicars cuando concluía: «Le aseguro que el teniente de Ingenieros no envidiaba, al salir de su cámara, al general en jefe del Ejército del Norte».

Cuando el general Marcelino Oráa, que había tenido el mando, entró en su tienda en torno a la media noche y le informó de que los carlistas presentaban tan fiera resistencia, Espartero llamó a su asistente: «Tomás…venga el uniforme y las botas». Los intentos de Oráa para disuadirle de que se levantara no suscitaron más que «dos o tres tacos». Espartero, febril, se vistió y marchó hacia las lanchas y, tras cruzar el río, montó a caballo permaneciendo de pie sobre los estribos porque estaba demasiado dolorido para sentarse. Sería una decisión que iba a cambiar su vida, de un modo que ni siquiera este hombre de extrema seguridad en sí mismo podía prever. Un oscuro general conocido sólo de su familia, amigos y compañeros de armas estaba a punto de convertirse en héroe nacional.

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