LUDGER MEES
(Coordinador)
LA POLÍTICA COMO PASIÓN
EL LEHENDAKARI
JOSÉ ANTONIO AGUIRRE (1904-1960)
AUTORES
LUDGER MEES
JOSÉ LUIS DE LA GRANJA
SANTIAGO DE PABLO
JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ RANZ
Índice
Aguirre, con sus maneras nuevas y su dinamismo, destrozó el concepto clásico del hombre político. [...] entró en la política con aires nuevos, deportivos, más a tono en todo el mundo con una época que mandó las levitas al ropero y sobre prestigios auténticos o postizos impuso la eficacia.
Francisco Javier Landaburu, diputado del PNV y vicelehendakari del Gobierno vasco en el exilio, 1961.
Aguirre conserva su optimismo de joven feliz, para el que la vida tuvo siempre una buena sonrisa. [...] Oírle, regocija y conforta. Quizás sus manos lleven a la región de los sueños, donde lo irreal toma engañosos caracteres, pero aun por tales senderos el espíritu alborozado y tranquilizado busca, y a veces halla, la razón de lo que debe y puede ser.
Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes y de la República española en el exilio, 1946.
Un vascongado de alma noble y limpia y de auténtico espíritu cristiano cualesquiera fuesen sus errores y equivocaciones políticas.
José María Areilza, alcalde falangista de Bilbao en la Guerra Civil, embajador de Franco y ministro en la Transición, 1974.
Todos los vascos hemos perdido a nuestro Presidente. Yo he perdido, además, al amigo, amigo con el cual había llegado a esa situación, máxima prueba de la amistad, en la cual pueden mantenerse posiciones coincidentes o discrepantes, conformarse o discutir, y discutir acaloradamente, sin dejar de ser amigo.
Manuel Irujo, diputado del PNV y ministro de la República en la Guerra Civil y el exilio, 1960.
Su simpatía personal, ciertamente arrolladora y su ingénita bondad hacíanle ganar el respeto cuando no era posible la adhesión. […] Pero la fuerza mágica de José Antonio Aguirre era su inquebrantable optimismo. […] ¿Cómo reemplazar a José Antonio? Nadie en el Partido Nacionalista Vasco, ni en los demás partidos de la región, reúne sus dotes excepcionales. Todos acaban de sufrir una pérdida irreparable.
Indalecio Prieto, diputado del PSOE y ministro en la República y la Guerra Civil, 1960.
Nuestra amistad no ha sido siempre dulce. ¡Qué va! Pero sí hermosa, pues, como con la tormenta, ¡había que escuchar los truenos después de los rayos! El olor de después del chaparrón nos atraía de nuevo. Y, Dios mío, ¡qué hermosos eran aquellos abrazos!
Telesforo Monzón, diputado del PNV, consejero en los Gobiernos de Aguirre y futuro dirigente de Herri Batasuna, 1960.
PRÓLOGO
La vida de José Antonio se había extinguido para que comenzara la de su recuerdo como símbolo, enseña, mito. José Antonio entraba en la historia.
Estas palabras, redactadas por el líder nacionalista navarro Manuel Irujo pocos días después del fallecimiento de su «mejor amigo», el lehendakari José Antonio Aguirre, no necesitan muchos comentarios. Reflejan muy bien, por un lado, el impacto emocional que la repentina muerte de su amigo le había causado. Por otra parte, dan fe del gran significado histórico que Irujo atribuyó a la persona de Aguirre y a su labor política. Desde la perspectiva que permite la distancia en el tiempo, no hay duda de que esta valoración del dirigente navarro no resultó ni errada ni exagerada. Hoy, más de medio siglo después de la desaparición del primer lehendakari vasco, puede afirmarse, sin riesgo de caer en grandilocuencias poco realistas, que Aguirre fue el político vasco más influyente, carismático y popular del siglo XX . Indalecio Prieto, el líder socialista bilbaíno y eterno rival político, y, sin embargo, amigo de Aguirre, fue también influyente y carismático, pero su influencia y carisma apenas trascendían los límites del movimiento socialista (y republicano), mientras la proyección de Aguirre penetraba también en otros campos ideológicos más allá del nacionalismo vasco. Aguirre casi no tenía enemigos políticos (salvo, obviamente, entre los sectores franquistas), mientras que Prieto tenía bastantes, y algunos, encarnizados. Y, además, Aguirre logró algo que antes de él ningún otro nacionalista vasco había conseguido: el respeto y, a menudo, la admiración de muchos políticos españoles e internacionales. Y es que el primer presidente vasco no sólo fue un gran líder del nacionalismo vasco, sino un hombre de Estado muy reputado que, durante los duros años del exilio, incluso pudo convertirse en el primer nacionalista vasco que presidiera un Gobierno español. Por todo ello, no sólo es imposible entender buena parte de la historia contemporánea vasca sin conocer la vita política de José Antonio Aguirre. También una parte importante del pasado de España, e incluso de Europa, se encuentra estrechamente vinculada al impacto de la actividad política desplegada a lo largo de tres décadas por el dirigente vasco en contextos muy diversos, como fueron el de la negociación del primer Estatuto de autonomía de Euskadi, la lucha por la recuperación de la democracia en España tras la Guerra Civil o los primeros pasos para la realización del gran proyecto de la unificación europea.
Dando por descontada, por tanto, la enorme relevancia histórica de este dirigente vasco, y a la vista de que su memoria sigue viva hoy en día tanto por los monumentos y calles dedicados a Aguirre en el espacio público como gracias a los múltiples homenajes para recordar su figura, resulta sorprendente constatar que esta vigencia de la memoria contrasta con el escaso conocimiento de la vida y obra de Aguirre. Da la impresión de que lo que se recuerda y homenajea es más el símbolo, e incluso el mito, que la huella dejada por un líder político de carne y hueso, con todos sus aciertos, pero también con sus defectos y sus errores. De hecho, resulta increíble pero es cierto: pese al notable éxito del género biográfico acreditado por las cifras de ventas en los últimos años, a día de hoy Aguirre no cuenta con una biografía que abarque la totalidad de su vida política desde el rigor científico. Existen buenos estudios parciales y se han publicado diferentes libros de homenaje con material fotográfico de especial interés. La biografía que aquí presentamos pretende colmar este vacío y ofrecer el primer estudio completo de la vida política del presidente Aguirre, abarcando todos los periodos desde su prehistoria familiar hasta su muerte en 1960. Antes de entrar en materia, empero, conviene facilitar a los lectores algunas informaciones sobre la gestación de esta obra, así como sobre determinados aspectos formales.
Cabe señalar, en primer lugar, que el texto que publicamos es el fruto de una larga investigación que se inició hace casi una década. En el año 2010, el encargo de redactar una biografía de José Antonio Aguirre, que los autores recibieron por parte de la Comisión Agirre Lehendakaria 50, fue el último y decisivo empujón para acelerar la investigación y, a continuación, la redacción del manuscrito. Dicha comisión fue una entidad creada ad hoc en 2010 para reunir en su seno a instituciones públicas (Gobierno vasco, Diputaciones, Ayuntamientos de Bilbao, Getxo y San Juan de Luz), otras entidades importantes, relacionadas de alguna manera con Aguirre y su memoria (Athletic Club de Bilbao, Partido Nacionalista Vasco, Sabino Arana Fundazioa, Universidades vascas), así como a familiares y expertos. Esta comisión, en la que estaban presentes casi todas las sensibilidades políticas vascas, organizó, financió y gestionó una larga lista de actividades con ocasión del cincuentenario de la muerte de Aguirre, y una de estas actividades consistió en la invitación a escribir este libro.
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