Felipe Portales - Historias desconocidas de Chile
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- Libro:Historias desconocidas de Chile
- Autor:
- Editor:Catalonia
- Genre:
- Año:2016
- Ciudad:Santiago de Chile
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Historias desconocidas de Chile: resumen, descripción y anotación
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Historias desconocidas de Chile — leer online gratis el libro completo
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A la memoria de mis padres, Carlos y Rebeca.
Este libro reúne un conjunto de elaboraciones extraídas del libro Los mitos de la democracia chilena (tomos I y II) de Editorial Catalonia, la gran mayoría de las cuales han sido ya publicadas por la revista Punto Final, con la debida autorización de la primera. Agradezco a ambas entidades, y especialmente a Arturo Infante y Manuel Cabieses, por la difusión de estos trabajos que, espero, contribuyan a una mayor toma de conciencia de nuestra identidad nacional.
Los temas seleccionados en este volumen apuntan precisamente al conocimiento de procesos y episodios de la más alta importancia, pero que han sido olvidados o minimizados en la historiografía tradicional. Por cierto que Chile no es el único país que sufre una grave distorsión en el conocimiento de su propia historia. Las elites que han concentrado el poder y la riqueza se han preocupado en todas partes de socializar a la generalidad del pueblo en concepciones conformistas respecto de su historia y su identidad.
Sin embargo, es muy probable que en nuestra sociedad se configure un especial contraste entre la percepción y la realidad. De este modo, la realidad profundamente autoritaria, clasista y racista que constatamos cuando nos interiorizamos de nuestra historia entra en fuerte contradicción con la percepción democrática e igualitaria que tenemos de ella. Nos han educado en la creencia de que somos más civilizados, libertarios y respetuosos del derecho que nuestros vecinos (¿hermanos?) latinoamericanos. De hecho, siempre nos ha gustado sentirnos mencionados como los ingleses de América Latina. Aunque generalmente desconocemos que alguna vez sí fuimos llamados “la Prusia de Sudamérica”...
Estoy seguro de que a través de este libro el lector quedará con una mejor comprensión, no solo de nuestro pasado, sino también de nuestra identidad actual. La historia personal y social es lo que nos constituye como personas y como pueblo. Y el mejor conocimiento personal y colectivo es, a la vez, una condición ineludible para proyectar de manera sólida un perfeccionamiento futuro. Como dice el Evangelio, la verdad nos hace libres...
Durante algunas décadas luego de la Independencia, el Estado chileno desarrolló una política de búsqueda de integración paulatina y pacífica de los mapuches a la sociedad nacional. Esto fue pensado fundamentalmente a través de la creación de escuelas de misioneros, las que fueron aceptadas de muy buen modo por aquellos, y del establecimiento de funcionarios de enlace entre las autoridades gubernamentales y las mapuches.
En congruencia con lo anterior, se desarrolló una visión muy positiva de los mapuches por parte de los sectores ilustrados chilenos. Así, tenemos expresiones como las de Vicente Pérez Rosales, que en la década de 1850 apreciaba a los araucanos como “un pueblo de agricultores que ha dejado atrás el pastoreo para vivir de un modo estable en casas construidas de madera. Cultivan trigos, papas y maíz y algunas plantas útiles a la economía doméstica; trabajan con mucha destreza riendas y lazos, no rehúsan la instrucción, acogen con solicitud a los herreros y envían a sus hijos a las escuelas de los misioneros […]. En suma, son hombres laboriosos y tranquilos”.
A su vez, José Victorino Lastarria señalaba en 1846 que el carácter del araucano era el carácter del pueblo chileno, moldeado también por la influencia española, y que en la Araucanía había varias “reducciones de chilenos naturales, que sin mezclarse con la población española, mantenían como en depósito sagrado los recuerdos y parte de las costumbres de sus antecesores”.
Incluso un enviado especial del Gobierno para evaluar las políticas seguidas al respecto (“Visitador Judicial de la República”) de la talla de Antonio Varas señalaba en su informe a la Cámara de Diputados de 1849, respecto de los mapuches, que “someterlos a una autoridad que siempre han mirado como extraña era despojarlos de la independencia que tanto estiman y excitarlos a mirar como odioso el camino para atraerlos al bien”, y que “emplear la violencia sería proponer una verdadera conquista, que despertará la altivez guerrera del araucano, hará el triunfo difícil y provocará una situación alarmante para las provincias del sur, mucho más de lo que a primera vista podría imaginarse, sin considerar la carga de injusticia que encerraba una decisión de ese tipo”, por lo que habría “que desarrollar un régimen basado en lo que ya existe”.
¿Qué explica que poco tiempo después se cambiara esta política en 180 grados? Lo primero que hay que tener en cuenta es el condicionante económico. Chile se convirtió a mediados del siglo XIX en un gran exportador de trigo, aumentando de 100.000 quintales en 1850 a 600.000 como promedio en la década de los 60, y a más de un millón en los 70. Esto mismo condujo a un gigantesco aumento en el valor de la tierra. Así, en el valle del Maipo el precio de la hectárea subió de 8 pesos en 1820 a 100 pesos en 1840, y a más de 300 en 1860. Lo anterior estimuló fuertemente la colonización de Valdivia a Puerto Montt y, luego, que los sectores más ambiciosos de la oligarquía codiciaran las grandes extensiones de tierras poseídas por los mapuches.
También hubo factores políticos relevantes que condicionaron un cambio de actitud. De partida, la división fáctica del país en dos, provocada por el territorio virtualmente autónomo de la Araucanía. Factor que explica también por qué la mayoría de los mapuches se alinearon previsoramente con los españoles en la guerra de la Independencia: con los españoles, los mapuches disfrutaban de una autonomía consolidada y comprendían que para un inmenso imperio como el español dicha autonomía no representaba ninguna amenaza geopolítica. En cambio, con un Chile independiente, “partido” en dos, todo se volvería incierto y peligroso…
Otros factores políticos, en mayor o menor medida relacionados con el anterior, fueron la conflictiva delimitación fronteriza con Argentina (recordemos que la violenta sujeción de los mapuches allende los Andes fue coetánea con la chilena, y que para ellos la Cordillera no constituía un límite geopolítico); el alineamiento de los mapuches con el bando “rebelde” en las guerras civiles de 1851 y 1859; y la proclamación del francés Orélie Antoine de Tounens como “Rey de la Araucanía”, que pudo haber contado con cierto respaldo del Gobierno de Napoleón III.
Pero todo lo anterior requería de un cambio de la mentalidad benévola con los mapuches que la oligarquía chilena había tenido en la primera mitad del siglo. Y en esto jugó un papel clave
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