Epicuro - Obras completas
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La sociedad helenística estaba, en tiempos de Epicuro, gravemente enferma, aquejada de males orgánicos y psíquicos. Epicuro diagnosticó los males, coyunturales y permanentes, y puso toda su sabiduría y su empeño en encontrar una solución definitiva y eterna. Epicuro fue el primero que osó enfrentarse a los motivos de la postración de los hombres, inquirió sus causas, interpretó los hechos y alcanzó en esta empresa la victoria, convirtiendo con ello a los hombres en dioses.
Epicuro
(Epístola a Heródoto, Epístola a Meneceo, Epístola a Pítocles, Máximas Capitales, Sentencias Vaticanas y fragmentos)
ePub r1.0
Daruma 27.08.14
Epicuro, c. 300 a. C.
Edición y traducción: José Vara
Diseño de cubierta: Daruma
Editor digital: Daruma
ePub base r1.1
FRAGMENTOS CUYO PROPIO LUGAR SE IGNORA
53. = Sentencia Vaticana LTV.
54. Vano es el discurso de aquel filósofo por quien no es curada ninguna afección del ser humano. Pues justamente como no asiste a la medicina ninguna utilidad si no busca eliminar las enfermedades de los cuerpos, igualmente tampoco de la filosofía si no busca expulsar la afección del alma.
Cuestiones de Física
55. Nada nuevo sucederá en todo el tiempo que no haya sucedido en el tiempo infinito ya pasado.
56. Pues porque no hablen ni dialoguen entre sí no por ello los juzgaremos más felices y más sólidos, sino iguales a personas mudas.
57. Por lo menos nosotros sacrifiquemos santa y hermosamente donde procede, y cumplamos todo hermosamente de acuerdo con las normas rituales, sin conturbarnos nada a nosotros mismos con opiniones en las cuestiones relativas a las cosas más excelentes y más venerables. Y, a más de eso, seamos también justos en razón de la opinión que expliqué, pues de esta manera cabe que vivamos a la manera de la Naturaleza.
58. Si la divinidad hiciera caso de las súplicas de los humanos, rápidamente perecerían todos los humanos, por suplicar continuamente unos contra otros numerosos y terribles males.
Cuestiones de Ética
59. Principio y fin de todo bien es el placer del vientre. Pues todo lo cabal y todo lo desmedido tienen su referencia en este.
60. Tenemos necesidad del placer sólo cuando suframos por no estar presente él. Pero cuando no experimentemos esa sensación conscientes de tal situación, entonces no hay necesidad alguna de placer. Pues no es el placer propio de la Naturaleza quien produce la injusticia desde fuera de nosotros, sino las pretensiones que rodean las vanas opiniones.
61. En efecto, lo que produce alegría insuperable es haber escapado a un mal grande. Y en esto consiste el bien: si se da con él con acierto y luego se para uno y no da vueltas charlando estúpidamente acerca del bien.
62. Es mejor aguantar los trabajos de poca monta, a fin de gozar de gozos mayores. Conviene abstraerse de los gozos de poca monta, para no experimentar sufrimientos más difíciles.
63. Ni culpemos a la carne de ser culpable de grandes males ni atribuyamos la responsabilidad de nuestros disgustos a las circunstancias.
64. Los dolores fuertes a la corta ceden, y los crónicos no tienen fuerza.
65. Pues el dolor excesivo conectará con la muerte.
66. Con el amor a la verdadera filosofía se resuelve todo impulso perturbador y molesto.
67. Gracias sean dadas a la bienaventurada Naturaleza porque hizo las cosas necesarias asequibles, y las inasequibles no necesarias.
68. No es raro topar con un hombre pobre por relación al fin de su naturaleza y rico por relación a sus opiniones vanas. Pues de los insensatos nadie se contenta con lo que tiene, sino que más bien se angustia por lo que no tiene. Por eso, justamente como las personas con fiebre por culpa del mal de su enfermedad tienen siempre sed y apetecen lo contrario, así también quienes tienen el alma mal dispuesta son siempre pobres del todo y vienen a caer por glotonería en muy diversas apetencias.
69. A quien un poco no basta, a ese nada le basta.
70. La conformidad es la mayor de todas las riquezas.
71. Los más, que temen la pobreza en la vida, pasan por miedo a ella a las acciones que más se la proporcionarán.
72. Muchos, después de conseguir la riqueza, no encuentran la liberación de sus males, sino su sustitución por otros mayores.
73. Con una conducta brutal se amontona multitud de riquezas, pero se compone una vida desgraciada.
74. En efecto, la gente es infeliz o por miedo o por apetencia infinita y vana. Si la gente refrena esos impulsos está en disposición de conseguir para sí el bendito raciocinio.
75. Desgracia es no el estar desabastecido de eso sino, más bien, cargar con esa desgracia inútil que nace de las vanas presunciones.
76. El alma se hincha con los tiempos buenos y se encoge con la adversidad.
77. (La Naturaleza) nos enseña a tener en bastante poca estima los dones de la fortuna, y a darnos cuenta de que somos desafortunados en los momentos de fortuna, y, a su vez, a no hacernos a la idea de que está entre lo importante el ser afortunado, y a recibir sin exaltación los bienes de la fortuna, y, a su vez, a hacer frente a los que parecen ser males emanados de ella. Porque todo bien y todo mal del vulgo es cosa de un día, mientras que la sabiduría en modo alguno comulga con la fortuna.
78. El que menos necesita del mañana es el que avanza con más gusto hacia él.
79. Detesto la belleza y a los que estúpidamente la admiran cuando no produce gozo alguno.
80. El fruto mayor de la justicia es la imperturbabilidad.
81. Las leyes son promulgadas por los sabios, no para no hacer mal, sino para no sufrirlo.
82. Aunque se tenga posibilidad de pasar desapercibidos, es imposible estar seguro de pasar desapercibidos. De ahí que el miedo (siempre acosador) al futuro no deja gozar ni estar seguro en el presente.
83. Aunque no fe asista nadie, quien ha logrado el fin asignado a la raza humana es igualmente bueno.
84. No es posible estar impávido mostrándose pavoroso.
85. El estado de felicidad y bienaventuranza no lo alcanzan ni la multitud de riquezas ni la majestuosidad de las profesiones ni jefatura ni poder alguno, sino la alegría y suavidad de sentimientos y la disposición del alma que define los propios bienes de la Naturaleza.
86. Pasa desapercibido en tu vida.
87. Es menester explicar cómo uno conservará mejor el fin asignado por la Naturaleza y cómo no tenderá voluntariamente desde un principio al liderazgo de las masas.
Isla de Samos (Grecia), h. 342 a. C. - Atenas (Grecia), h. 270 a. C. Filósofo griego. Perteneció a una familia de la nobleza ateniense, procedente del demo ático de Gargetos e instalada en Samos, en la que muy probablemente nació el propio Epicuro y donde, con toda seguridad, pasó también sus años de infancia y adolescencia.
Cuando los colonos atenienses fueron expulsados de Samos, la familia se refugió en Colofón, y Epicuro, a los catorce años de edad, se trasladó a Teos, al norte de Samos, para recibir las enseñanzas de Nausifanes, discípulo de Demócrito. A los dieciocho años se trasladó a Atenas, donde vivió un año; viajó luego a Colofón, Mitilene de Lesbos y Lámpsaco, y entabló amistad con algunos de los que, como Hermarco de Mitilene, Metrodoro de Lámpsaco y su hermano Timócrates, formaron luego el círculo más íntimo de los miembros de su escuela.
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