La historia de la celebración del día de la Madre difiere en cada país, pero se inicia en Estados Unidos. La carta escrita por la militante católica Julia Ward Howe en 1870, como reacción a la barbarie de la Guerra Civil y en homenaje al papel destacado que desempeñaron las mujeres, impulsó un movimiento que resultó decisivo para que el presidente Woodrow Wilson instituyera el día de la Madre en 1914.
JULIA WARD HOWE, «LLAMAMIENTO A TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO»
«En nombre de todas las mujeres y de la humanidad, pido encarecidamente que se fije y celebre un congreso general de mujeres».
Una vez más, ante los ojos del mundo cristiano, dos grandes naciones han consumido su habilidad y poder en el asesinato mutuo. Una vez más, las cuestiones sagradas de la justicia internacional se han sometido a la fatal mediación de las armas de guerra. En esta época de progreso, en este siglo de la luz, se ha permitido que la ambición de los gobernantes trueque los queridos intereses de la vida doméstica por los sangrientos intercambios del campo de batalla. Así han hecho los hombres. Así lo harán los hombres. Pero las mujeres ya no tienen que formar parte de los procedimientos que llenan al mundo de pena y horror. A pesar de los postulados de la fuerza física, la madre tiene una palabra sagrada e imperativa que decir a sus hijos, que deben la vida a su sufrimiento. Esa palabra debe ser escuchada y contestada como nunca antes.
¡Alzaos, pues, mujeres cristianas de hoy! ¡Alzaos, todas las mujeres con corazón, ya sea vuestro bautismo de agua o de lágrimas! Decid con firmeza: No permitiremos que las cuestiones significativas las decidan organismos irrelevantes. No permitiremos que nuestros maridos vengan a nosotras, apestando a matanzas, en busca de caricias y aplauso. No consentiremos que nos arranquen a nuestros hijos para que olviden todo lo que hemos podido enseñarles sobre la caridad, la misericordia y la paciencia. Nosotras, mujeres de un país, sentiremos demasiada ternura hacia las de otro país, para permitir que nuestros hijos sean instruidos para herir a los suyos. Desde el seno de este mundo devastado se eleva una voz que se une a la nuestra. Dice: ¡Desarme, desarme! La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia justifica la posesión. Al igual que los hombres a menudo han abandonado el arado y el yunque en respuesta al llamamiento a la guerra, que las mujeres dejen ahora todo lo que pueda quedar del hogar para celebrar un gran día de reunión y consejo.
Que se reúnan primero, como mujeres, para llorar y homenajear a los muertos. Que luego se aconsejen solemnemente unas a otras respecto a los medios para que la gran familia humana pueda vivir en paz, el hombre como hermano del hombre, y que cada una deje tras de sí la sagrada impronta, no del César, sino de Dios.
En nombre de todas las mujeres y de la humanidad, pido encarecidamente que se fije y celebre un congreso general de mujeres, sin exclusión de nacionalidad, en el lugar que se considere más conveniente, y que sea desde el principio coherente con sus objetivos, para promover la alianza de las diferentes nacionalidades, para resolver amistosamente las cuestiones internacionales, los grandes y generales intereses de la paz.
JULIO MENÉNDEZ GARCÍA, «HIMNO DE LA MADRE»
En España, el principal activista de esta digna causa fue el poeta valenciano Julio Menéndez García, quien en 1925 publicó el «Himno de la madre» y lo envió a las Cortes Valencianas para que se creara este día.
«Hay un amor en la vida que supera a todos los amores: el amor de la madre».
J ULIO M ENÉNDEZ G ARCÍA
HONREMOS A NUESTRAS MADRES
HIMNO DE LA MADRE
Folleto propulsor de la celebración del día de la Madre en España y en las naciones de habla española.
Llamamiento a los Gobiernos, al clero y a la prensa solicitando su cooperación.
Valencia, septiembre de 1925
UN RUEGO
Para mejor lograr el acrecentamiento del amor filial y veneración a la madre, que el autor persigue, se ruega a todos que constituyan este Himno en regalo de unas personas a otras; a los señores profesores de colegios particulares y escuelas nacionales, que lo adopten para ejercicio de lectura y memoria de los niños, y de premio a los aplicados; a las librerías que lo pongan a la venta al público, mediante los revendedores de periódicos el día de la Madre y siempre que se cante el himno; y a los señores directores de banda, orquesta y quintetos, etc., que procuren ponerlo en programa con alguna insistencia, en honor de sus madres y de las madres de todos.
Carta a las Cortes valencianas del poeta valenciano Julio Menéndez García, diciembre de 1926, incluyendo el «Himno de la madre» (1925).
Muy respetable señor mío: Adjunta, me es grato enviarle una transcripción del artículo de fondo de La Nación , de Madrid, del 30-12-26, a la vez que le ruego se digne interesarse por que esa Diputación de que es usted digno presidente, eleve un escrito al Gobierno, apoyando el establecimiento del día de la Madre.
Adjunta asimismo la letra de otros himnos que he compuesto, cooperando en la obra cultural del Gobierno y quedo suyo atentamente S.S. q.s.m.b.
J ULIO M ENÉNDEZ
Su iniciativa fue reseñada en un artículo publicado en el semanario La Unión Ilustrada (1925).
EL DÍA DE LA MADRE
Un dignísimo jefe de Correos, don Julio Menéndez García, que presta sus servicios en Carlet (Valencia), ha pedido al Directorio la implantación de «el día de la Madre» en España.
La idea no puede ser más hermosa y digna de aplauso. La acogemos en nuestra revista, divulgándola, para que sea pronto una feliz realidad y su celebración resulte grandiosa en todas las poblaciones de España.
A continuación insertamos el llamamiento que el señor Menéndez García ha dirigido al Gobierno, al clero y a la prensa, solicitando su colaboración.
LLAMAMIENTO
Hay un amor en la vida que supera a todos los amores: el amor de la madre.
Rindámosle culto especialísimo, implantando el DÍA DE LA MADRE en nuestras naciones, y celebrando tan hermosa fiesta con todo el fervor de nuestro corazón.
Si su existencia sobre la tierra es un perenne manantial del amor más abnegado en beneficio nuestro, ¿qué menos podemos hacer que dedicar un día al año a honrarla y demostrarle, de especialísima manera, nuestro cariño?