Este libro no es un tratado sobre la fotografía como arte, ni mucho menos una historia sobre el tema. Como en muchos de sus trabajos, Barthes rehúye los senderos más trillados y se lanza a una especie de desciframiento del signo expresivo, del objeto artístico, de la «obra» entendida como mecanismo productor de sentido.
En este caso toma como punto de partida unas cuantas fotografías, con el fin de descubrir «una ciencia nueva para cada objeto» y, a partir de ahí, deducir «el universal sin el cual no existiría la fotografía», esa «alucinación» que provoca falsedad en el nivel de la percepción y verdad en el nivel del tiempo. El final de esta excursión al otro lado del espejo no solo proporciona un conocimiento más profundo (e inesperado) del objeto estudiado, sino que también desvela los mecanismos de la escritura ensayística enfrentada a otra escritura, la de la imagen fija.
Roland Barthes
La cámara lúcida
Nota sobre la fotografía
ePub r1.2
Leflanevr 01.02.18
Título original: La chambre Claire. Note sur la photographie
Roland Barthes, 1980
Traducción: Joaquim Sala-Sanahuja
Retoque de cubierta: Leflanevr
Editor digital: Leflanevr
ePub base r1.2
En homenaje
a Lo imaginario de
Jean-Paul Sartre
Notas
[1] Lacan, Jacques, Le Séminaire, Livre XI, Paris, Éditions du Seuil, 1973 (versión castellana: Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987).
[2] Watts, Alan, Le Bouddhisme Zen, Paris, Payot, I960 (versión castellana: El camino del Zen, Buenos Aires, Sudamericana, Buenos Aires, 1977).
[3] En francés, ça, es decir esto (N. del T.).
[4]Vis-à-vis significa en castellano: frente a frente, perdiéndose en la traducción la raíz arcaica del verbo ver del original francés (N. del T.).
[5] Calvino, Italo, «L’Apprenti photographe», narración traducida por Daniele Sallenave, en Le Nouvel Observateur, Spécial Photo, núm. 3, junio de 1978 (versión castellana: La aventura de un fotógrafo en Los amores difíciles, Tusquets, Barcelona, 1989).
[6] Freund, Gisèle, Photographie et Société, París, Éditions du Seuil, 1974 (versión castellana: La fotografía como documento social, Barcelona, Gustavo Gili, 1976).
[7] Gayral, L. F., «Les retours au passé», en La folie, le temps, la folie, París, U. G. E. «10x18», 1979.
[8] Chevrier, Jean-François y Thibaudeau, Jean, «Une inquiétante étrangeté» en Le Nouvel Observateur, Spécial Photo, núm. 3, junio de 1978.
[9] Freund, Gisèle, op. cit., p. 68.
[10] Sartre, Jean-Paul, L’Imaginaire, París, Gallimard, 1940 (versión castellana: La imaginación, Buenos Aires, Sudamericana, Buenos Aires, 1978).
[11] Lyotard, Jean-François, La Phénoménologie, París, P. U. F., «Que sais-je? », 1976 (versión castellana: La Fenomenología, EUDEBA, Buenos Aires, 1962).
[12] Calvino, Italo, op. cit., p. 76.
[13] Chevrier, Jean-François y Thibaudeau, Jean, op. cit.
[14] Traducción literal del francés dévélopper; su equivalente castellano sería revelar (N. del T.).
[15] Proust, Marcel, À la recherche du temps perdu, París, N. R. F., «Pléiade» (versión castellana: En busca del tiempo perdido, 7 vols., Madrid, Alianza, 1975).
[16] Valéry, Paul, Oeuvres, tomo 1: Introducción biográfica, París, N. R. F., «Pléiade».
[17] Proust, Marcel, op. cit.
[18] Morin, Edgar, L’homme et la mort, Paris, Éditions du Seuil, 1970 (versión castellana: El hombre y la muerte, Kairós, Barcelona, 1974).
[19] Proust, Marcel, op. cit.
[20] Sontag, Susan, La Photographie, París, Éditions du Seuil, 1979 (versión castellana: Sobre la Fotografía, Buenos Aires, Sudamericana, 1980).
[21] Legendre, Pierre, «Où sont nos droits poétiques?», en Cahiers du Cinéma, 297, febrero de 1979.
[22] Beceyro, Raúl, Ensayos sobre fotografía. México, Arte y Libros, 1978.
[23] Husserl, Edmund, citado por A. Tatossian, «Aspects phénoménologiques du temps humain en psychiatrie», en La folie, le temps, la folie, cit.
[24] Lacoue-Labarthe, Ph., «La césure du spéculatif», en Hôlderlin: I’Antigone de Sophocle, Paris, Christian Bourgois, 1978.
[25] Gayral, L. F., op. cit.
[26] Morin, Edgar, op. cit.
[27] Quint, L. P. Marcel Proust, París, Sagittaire, 1925.
[28] Painter, George D., Marcel Proust, Mercure de France, Paris, 1966 (versión castellana: Marcel Proust, Biografía: 1871-1922, 2 vols., Madrid, Alianza, 1972).
[29] Sartre, Jean-Paul, op. cit.
[30] Calvino, Italo, op. cit., p. 81.
[31] Kristeva, Julia, Folle vérité…, seminario de la autora editado por J. M. Ribettes, Paris, Éditions du Seuil, 1979.
[32] Data de 1974-1976 (N. del T.).
[33] Podach, E. F., L’Effondrement de Nietzsche, Paris, Gallimard, 1931, 1978.
Prólogo a la edición castellana
Escrito a la sombra de los graves enunciados nietzscheanos, a los que debe en parte la posesión de un estilo, escrito bajo la advocación, también, del diario íntimo tal como lo practicara André Gide. La cámara lúcida constituye la parte final de la última trilogía de Roland Barthes. Es por ello, si cabe, un libro crepuscular: con él, de forma velada, impregnada de pudor, adquiere consistencia una especie de tratado del Tiempo, de la Nostalgia y, en definitiva, de la Muerte. Como si, al final, la muerte de su autor pocas semanas después de la publicación del libro acudiese a marcar con el sello de la realidad lo que de trágico tiene ya el libro.
«Este libro defraudará a los fotógrafos», había advenido el mismo Barthes poco antes de su aparición. Pues nada tiene de común con un estudio de las técnicas fotográficas o con el análisis de los estilos, y ni tan solo se detiene en lo que constituye formalmente la finalidad última de los estructuralistas: la clasificación. La escritura se apodera aquí de la fotografía, la interroga, propone, anticipa provisionalmente ciertos elementos de ordenación del material fotográfico —tal la aparente oposición studium/punctum— que luego irán asentándose, transformándose tras su confrontación con otros ejemplos para aparecer al fin como nexo entre la fotografía y la reacción experimentada por el sujeto ante ella.
Pues lo que Roland Barthes persigue ante todo a lo largo de su última trilogía es argumentar sus sensaciones y ofrendar de este modo su individualidad a una «ciencia del sujeto» cuya relación con las otras ciencias, y —en especial con la semiología— se diluye a medida que, paradójicamente, el sujeto se hace consistente. En general, las últimas obras de Barthes tendían ya hacia esa subjetivización. En contraste con sus primeras producciones, especialmente El grado cero de la escritura (1953) y acaso también las Mitologías (1957), que aparecían ordenadas como un intento de elucidar una mitología social a partir de las influencias inmediatas de Sartre, Marx y Brecht las obras posteriores a El placer del texto