LA SIGNIFICACIÓN DEL CAPITALISMO
La significación del capitalismo
Nos hallamos en una situación social completamente nueva...; tendemos a separar toda clase de propiedad de toda clase de trabajo. (L. DE SISMONDI, Nouveaux Principes d’Economie Politique, 1819, II, pág. 434.)
Del animal se hace sebo; de los hombres, dinero.
(Y. KÜRNBERGER, Der Americamüde, Fráncfort, 1855.)
La propiedad privada capitalista, nacida del modo de producción capitalista, es la primera negación de la propiedad individual privada, fundada en el trabajo propio.
(K. MARX, Das Kapital, I, Capítulo 24, § 7.)
LA SENSIBILIDAD HUMANITARIA
La sensibilidad humanitaria, hija de la concepción humanista de la vida, choca desde el comienzo con el moderno capitalismo; juntos vienen al mundo de la Historia, y ni por un instante cesa la pugna entre el ideal que la una favorece y la realidad social en que el otro se forma y a la cual fomenta. ¿Cuál es la causa de este anhelo combativo del humanitarismo frente al capitalismo? ¿Por qué se distancian como dos extremos polares? Capitalismo y humanitarismo son en efecto dos términos antitéticos, contradictorios; la oposición en ellos es esencial, y por mucha que sea la elasticidad del capitalismo en cuanto régimen económico, y es extraordinaria, no puede, en tanto perviva, negar lo que le es consustancial: su indiferencia, cuando no hostilidad, ante lo humano; es su Némesis.
I
ORÍGENES DEL CAPITALISMO CONTEMPORÁNEO
El capitalismo industrial de empresa y maquino-factura surge en el siglo XVIII por virtud de un plexo de factores heterogéneos, psicológicos unos, políticos otros, económicos algunos y de carácter mecánico, por fin, aquellos que parecen darle su rasgo más visible.
Fue el Renacimiento el que, mediante su exaltación de la individualidad, dilató las ambiciones materiales del individuo, fomentó el sentimiento de la responsabilidad personal, y al aplicar al mundo de los negocios en las florecientes repúblicas italianas los métodos matemáticos de contabilidad, pesos y medidas, o sea al aplicar la razón a la técnica gracias al cálculo de previsión, alma máter de la organización que iba a nacer, crea lo que se ha denominado «racionalismo económico». Un nuevo espíritu, la utilización del dinero no para satisfacer goces, sino como medio de crear riquezas, se apodera de la gran burguesía territorial acogida a las ciudades. Sus rentas, monetizadas ya, van siendo acumuladas y entregadas a las nacientes empresas comerciales e industriales, originando con ello la subordinación del capital en su forma antigua al capital comercial e industrial.
Mas si Italia al sojuzgar económicamente infinidad de ciudades en el oriente mediterráneo, en el Egeo y Siria así como en Palestina, se convirtió en explotadora de las industrias de esos pueblos y se hizo de abundante mano servil, otros países, como España, Inglaterra y Holanda, especialmente, se ponen o ponen a otras naciones en condiciones de realizar aquellos mismos objetivos en escala infinitamente mayor. El nuevo mundo americano fue para la vieja Europa una mina de la que sacar metales preciosos, un depósito de materias primas, la ocasión de utilizar enormes fuerzas de trabajo humano en régimen de esclavitud y un mercado que obligaba a cambiar las condiciones de la producción. Sin embargo, cuando todo esto acontecía, aún no existía alguno de los factores objetivos que habían de hacer posible la actual fase de la organización capitalista; faltaba, entre otros, el maquinismo.
Esto induce a pensar cómo no es el capitalismo moderno quien ha formado la técnica actual de la producción ni es, por tanto, el autor de los progresos de la mecánica, sino que, en buena parte, es fruto de la primera, producto de ella, y no generador de la misma. Si puede decirse con acierto que gracias a las disponibilidades existentes, a la capitalización que previamente había sido hecha, fue posible difundir el maquinismo y acelerarlo, no hay que eliminar para la consideración del problema, primero, que no es equiparable difundir y generar; segundo, que aquellos mismos caracteres de difusión y celeridad los había adquirido antes el proceso de capitalización, el cual a su vez es el resultado de otras causas.
Si durante la época en que este régimen prevalece se desarrolla de un especial modo la mecánica, imputarlo a lo que hay en el capitalismo de peculiar no es más justo que si se atribuyera a una especial organización jurídica de la sociedad, a la concepción religiosa dominante en una época dada o a otra especial manifestación de la conciencia social. El progreso mecánico obedece, en no escasa medida, a factores internos propios de la actividad científico-mecánica, y en parte también a circunstancias extrínsecas, ora externas, ya internas; y si entre ellas hay algunas que contribuyen de un modo más notorio que otras a provocarlo, por ejemplo, la ampliación de mercados, la libertad de iniciativa o la cultura científica, ni hay modo de eliminar una, ni hay medio de agotar su enumeración, porque sobre la vida histórica pesan de continuo elementos imponderables. Tampoco hay forma de atribuir a uno de esos factores un valor constante de causa y exclusivo.
EL MAQUINISMO
El ensanchamiento del mercado, por ejemplo, si precede a veces, como hemos dicho, a las transformaciones de la producción, estimula otras a que éstas se produzcan, y una vez surgido o vigorizado el órgano productor que demanda el nuevo mercado, contribuye a modificar éste y, en general, a cambiar la vida económico-social. La nueva organización de la producción puede decirse que en parte fue efecto, en Inglaterra primordialmente, de un fenómeno de expropiación jurídica y de las variaciones operadas en la técnica agrícola, lo que dio por resultado proveer a los agricultores de numerario abundante, que colocaron en las industrias nacientes, y asimismo dio ocasión para arrojar al mercado mano de obra. La extensión del cultivo en Inglaterra, favorecida por la política rapaz de incluir tierras comunales y no comunales en cotos cerrados que se adjudicaba a los poderosos; la desecación de esas tierras, si eran pantanosas, y la utilización de las landas, produjeron un acrecentamiento inaudito en las ganancias de los grandes propietarios, así como el crecimiento numérico de éstos y el empobrecimiento, la proletarización de centenares de comunidades de aldeanos expropiados, que hubieron de acudir a la ciudad1.
1 Para cuanto concierne al movimiento de enclosure en su segunda época, que lo es de agudización —segunda mitad del XVIII—, a su coexistencia con el fenómeno de la intensificación del cultivo y al resultado social de expulsar a las comunidades aldeanas, despoblar
Ya estaba, pues, en la calle el ejército de hambrientos que la gran manufactura necesitaba para su proceso y producción, y precisaba el capitalista de empresa para dar satisfacción plena a la sed de beneficios que el nuevo sentimiento de lo económico apetecía. Mercados que demandaban productos, hombres necesitados de trabajo, ansia de riquezas; ¿eran precisos estímulos más fuertes para que la conjunción de la nueva ciencia, la nueva realidad político-comercial con sus colonias de América y Oceanía y el nuevo tipo psicológico de hombre indujese a buscar con presión una nueva mecánica? Lo sorprendente es que se hayan precisado varios siglos, después de existir los más de esos factores, para crearla.
Fue en el siglo XVIII, época apasionada y fecunda, cuando, por virtud de una serie accidentada de acontecimientos científicos y de peripecias felices, llegaron a producirse y coordinarse orgánicamente una multiplicidad de hechos de la mayor importancia: el descubrimiento de grandes yacimientos de hulla en Inglaterra, la hilatura mecánica, el desenvolvimiento de la metalurgia (Hutsman, 1740) gracias a varios descubrimientos relativos ya a la obtención de aceros homogéneos, bien a la utilización del cok para la fundición del hierro, ora la aplicación de éste a raíles, puentes y vapores, el descubrimiento de la máquina de vapor, y una febril actividad por facilitar el comercio interior que llevó a Inglaterra a desarrollar enormemente sus canales y a Francia a cuidar sus carreteras. Todo ello dio por resultado, decimos, un nuevo instrumental económico, una nueva técnica de la producción y, como consecuencia, un régimen económico-social, que es el denominado nuevo capitalismo industrial.