Introducción
El fútbol es el deporte más hermoso, complejo y atrapante de todos. El fútbol posee belleza de movimientos y sutilezas, pero también acciones violentas y errores humanos. Como ninguna otra actividad genera sentimientos profundos y contradictorios: alegría, tristeza, sorpresa, decepción, camaradería, agresividad, frustración. Todos ellos en orden de aparición cambiante dentro de un mismo encuentro. El fútbol es la mayor pasión de la humanidad. Nadie puede estar ajeno a él. De manera directa o indirecta, el fútbol forma parte de nuestra vida.
No tiene distinción de clases sociales, económicas o geográficas. No discrimina por sexo ni edad. La mejor definición de este maravilloso deporte es del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “El fútbol es la única religión que no tiene ateos”.
Al fútbol se puede jugar muy bien o muy mal. Con las mejores o con las peores intenciones. Se puede ser generoso, solidario y creativo. Se puede golpear, mentir y trampear. Todo queda en ellos, los que entran en la cancha, los artistas. Los que de la nada se transforman en ídolos, en un abrir y cerrar de ojos, de la noche a la mañana. Son los hombres en los que nos vemos reflejados. Lo que muchos soñaron y no pudieron ser. Son los protagonistas de la pasión de la humanidad. Son los futbolistas. Ellos fueron y son parte de la historia.
Hay futbolistas de todo tipo. Los que quedan en el recuerdo son los grandes. Los que lograron hazañas que hicieron reír y llorar de alegría a los aficionados. Sus goles, sus gambetas, sus pases, sus remates, sus quites, sus cabezazos, sus atajadas. Las maniobras colectivas, las jugadas preparadas, los festejos. Todo eso que alguna vez uno vio en la cancha, escuchó por radio o siguió a través de la televisión. Eso que nos hizo abrazar a un desconocido y discutir acaloradamente con extraños. Esas situaciones son producto de lo que dejaron los grandes jugadores de la historia.
Quién es el mejor de todos es una pregunta que jamás tendrá una respuesta precisa u objetiva, pero todos los que aman el fútbol tienen un candidato. Se debate en bares, reuniones, fiestas, trabajos y universidades. Dicen que el tiempo siempre pone las cosas en su lugar. Es una buena manera de entender que no se puede determinar al mejor de la historia. No se puede comparar con cincuenta años de diferencia. ¡El fútbol cambió! ¡La vida cambia! Lo que sí se puede es proponer al mejor de cada época: quizás diez años sea un segmento válido para el recorte. A continuación, los 50 mejores jugadores de la historia del fútbol.
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Ahora y siempre
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Lionel Messi
Es el mejor jugador del siglo XXI. ¿El mejor de la historia? Muchos dicen que sí y muchos opinan lo contrario. La discusión es interminable, pero la verdadera dimensión de Messi aparecerá con el tiempo. El fútbol se analiza mejor con la distancia. Habrá que esperar varios años para saber si Lio fue el mejor de todos. Pero los números no mienten: muchísimos títulos con Barcelona, quebró todos los récords personales y marcó tantos goles que batió marcas con más cien años. Messi es el hombre récord.
¿Cómo llegó a ser el mejor siglo XXI? El polvo que se levantaba en las canchas de Rosario, ciudad argentina, era la huella del paso de Messi. Corría sin parar, con la pelota dominada, esquivando rivales, de arco a arco. Apenas con una mano se podía contar su edad cuando pintaba para crack. Ni siquiera una enfermedad pudo frenar su destino de estrella. De muy pequeño, cuando jugaba en las inferiores de Newell’s, sufrió un problema extraño: déficit parcial de la hormona de crecimiento, que le impedía crecer con normalidad. El costoso tratamiento para mejorar su salud obligó a Messi y a su familia a trasladarse a Barcelona para realizar el tratamiento que pagó el Barça.
Lionel se incorporó al club en el que se transformó en el número uno. Creció, maduró, ganó y vive bajo el aura del mejor Barcelona de todos los tiempos.
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Cristiano Ronaldo
Es uno de los jugadores más importantes de la última década. De su Portugal natal, pasó a Manchester United y, desde hace unos años, al Real Madrid. Dos de los grandes equipos de Europa donde ganó cuanto título se propuso. Goleador implacable, potencia pura, buen porte y gran velocidad. Temido por su talento y tildado como presumido por su personalidad. Elogiado por su belleza y su carisma.
Es el jugador más vendedor del mundo. Compite con Lionel Messi por ser el futbolista de esta época. “Compra a ese chico”, le dijeron una vez a Alex Ferguson, por entonces técnico del Manchester United. Esa voz retumbó tan fuerte en la cabeza del entrenador que finalmente lo llevó a su equipo. Cristiano, en Sporting de Portugal y con 18 años, había dado un verdadero paseo a los defensores ingleses en un amistoso. Llegó a Manchester y le tiraron la número 7, la camiseta del emblemático David Beckham. No le quedó para nada pequeña: se cansó de hacer goles y llevó su equipo a ser el mejor de Inglaterra y de Europa.
Después de seis años, cambió la casaca roja por la blanca: se fue al Real Madrid en una transferencia valuada en 96 millones de euros. En España le fue muy bien y potenció su figura de líder, héroe y salvador. Cristiano fue el ángel del Madrid que creció bajo la hegemonía del mejor Barcelona de todos los tiempos. Demostró que es un jugador extraordinario, muchas veces discutido por su estela de dinero, publicidad, marketing y exposición excesiva. Es la contrafigura de Messi.
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Ronaldinho
Fue la alegría del fútbol. La diversión, el talento, la magia. ¡Cómo no recordar esa sonrisa! Una gambeta, otra y otra. Una sonrisa. Un lujo, un caño, una rabona. Una sonrisa. Un tiro libre al ángulo, un pase gol. Una sonrisa. ¡Cuánto le dio Ronaldinho al fútbol! Fue el antecesor de Lionel Messi en el Barcelona y el de Kaka en la selección brasileña. Demostró que al fútbol se juega con amor, con ilusión e ingenuidad, un futbolista genuino, de esos que juegan un mundial como si lo hicieran en una canchita con los amigos del vecindario.
El 19 de julio de 2003, Ronaldinho pisó Barcelona. Decenas de periodistas y cientos de hinchas lo esperaban. Tres días después se realizó la presentación en el estadio Camp Nou, con 30 mil aficionados catalanes. El 3 de septiembre, el número 10 convirtió su primer gol para el Barcelona y las 80 mil personas presentes provocaron un estruendo incomparable. Esa noche, volvió la alegría a la ciudad después de varios años de frustraciones y amarguras. “El club estaba un poco triste y él ayudó a cambiar la dinámica”, reconoció Pep Guardiola. “Nos pidió la pelota y detrás de él salimos del desierto. Veníamos de años muy duros y nos sacó del pozo”, aseguró Xavi. “Nos devolvió la ilusión a los barcelonistas de todo el mundo”, dijo el presidente. Ronaldinho tuvo su apogeo en Barcelona, brilló en Europa, fue campeón del mundo con la selección brasileña y disfrutó de sus últimas gambetas en Atlético Mineiro, de Brasil. En el momento de su mayor éxito y popularidad, mientras se convertía en ídolo y generaba admiración, le pidieron que se describiera. Él apenas dijo: “Soy un futbolista contento”. Y regaló una sonrisa.
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Andrés Iniesta