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Toni Hill (Barcelona, 1966) es licenciado en Psicología, aunque desde hace años ha desarrollado su trabajo en el ámbito de la traducción literaria. En 2011 publicó su primera novela, El verano de los juguetes muertos (Debolsillo), que fue un éxito instantáneo de crítica y ventas, y cuyos derechos fueron vendidos a casi una veintena de países. A esta novela le siguieron Los buenos suicidas (Debolsillo, 2012) y Los amantes de Hiroshima (Debolsillo, 2014), que completaron la exitosa trilogía de novela negra protagonizada por el inspector Héctor Salgado.
En Los ángeles de hielo, Toni Hill nos ofrece una magistral historia de intriga psicológica, que penetra en los rincones más oscuros de la mente humana a la vez que nos refleja el ambiente de unos años marcados por la guerra y la tensión social.
Edición en formato digital: marzo de 2016
© 2016, Toni Hill Gumbao
© 2016, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
Diseño e ilustración: Elsa Suárez Girard
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ISBN: 978-84-253-5438-0
Composición digital: M.I. maqueta, S.C.P.
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«En esta historia penetraremos en los más oscuros recovecos del alma humana, en las atrocidades que pueden cometer los seres atormentados por la venganza y el odio. Tanto los vivos como los muertos.»
Barcelona, 1916. A sus veintisiete años, Frederic Mayol ha dejado atrás una vida cómoda en la esplendorosa Viena y la traumática participación en una guerra que sigue asolando Europa. Psiquiatra y seguidor de las teorías psicoanalíticas, se enfrenta a su futuro puesto en un sanatorio ubicado en un tranquilo pueblo pesquero cercano a Barcelona, un enclave perfecto para superar los horrores vividos en el frente.
Pero la clínica y sus alrededores no resultan ser tan idílicos como pensaba. Las sombras de un siniestro pasado se ciernen sobre los ángeles que decoran la fachada del edificio, como si quisieran revivir los acontecimientos que sucedieron en la casa siete años atrás, cuando el lugar era un prestigioso internado para jovencitas de buena familia que cerró sus puertas después de un trágico incendio.
Atrapado entre el anhelo de desvelar el misterio que se esconde entre los muros del caserón y el amor que siente por Blanca, una de las antiguas alumnas del colegio, Frederic deberá enfrentarse a una perversa historia de obsesiones y venganzas hasta llegar a una revelación tan sorprendente como desoladora. Porque la verdad, aunque necesaria, no siempre supone una liberación; a veces incluso puede convertirse en una nueva condena.
Toni Hill vuelve a demostrar su gran pulso narrativo y su habilidad para la creación de atmósferas en este fascinante best seller literario, poblado por unos personajes inolvidables y envuelto por un aliento inquietante.
«Una ambiciosa intriga de tintes góticos ambientada en la pujante Barcelona de principios del siglo XX »
La dosis exacta de misterio bien administrado, capaz de convertir incluso al lector más exigente en un auténtico adicto.
Qué Leer
Atmosférico... Los personajes son intrigantes y complejos, y el autor va deshaciendo hábilmente la madeja guardándonos una sorpresa final.
Library Journal
La luz del día empezó a desaparecer de la habitación roja. Eran más de las cuatro y las nubes de la tarde habían dado paso a un oscuro crepúsculo. Oía el ruido incesante de la lluvia contra los cristales y los aullidos del viento procedentes del salón. El frío fue penetrando en mi cuerpo, y con él se mitigó el valor. Volví a caer en mi talante habitual: humilde, inseguro y triste, mientras se apagaba en mí todo signo de enojo. Si todos decían que era mala, tal vez tuvieran razón.
C HARLOTTE B RONTË , Jane Eyre
Por allá van y gimen,
muertos en pie, vidas tras de la piedra,
golpeando la impotencia,
arañando la sombra
con inútil ternura.
No, no es el amor quien muere.
L UIS C ERNUDA
Prólogo
Barcelona, 1914
N adie debería saber la fecha de su propia muerte, le había dicho el cura de la cárcel, como si la injusticia de la ejecución no radicara en el hecho en sí sino en conocer de antemano los detalles concretos que la definían. El día, la hora, el lugar. El garrote. Ésas son cosas que sólo atañen a Dios, había añadido; ni a ti, ni a mí, ni al verdugo ni al juez. Luego, cuando el padre Robí se dio cuenta de que sus palabras podían ser malinterpretadas en unos años donde por todas partes se suscitaban sospechas de anarquismo, se corrigió apuntando en tono resignado que algunos actos, por su especial carácter aberrante, merecían que los hombres usurparan esa prerrogativa divina y aplicaran la penitencia con todo su rigor. En ningún momento había prestado atención a sus protestas de inocencia, a su insistencia en que no había cometido aberración alguna más allá de gozar de un cuerpo vivo que se le ofrecía con el pudor que cabía esperar en una mujer joven y de buena familia. De hecho, para ser sinceros, cuando le había llegado la hora de confesarse al capellán, esas reivindicaciones ya habían perdido fuerza, como si incluso él hubiera dejado de creerlas y fueran simples palabras sin sentido de una letanía memorizada. Como los rezos de la iglesia. Y es que, en realidad, desde que encontró el cadáver de Clarisa, él comprendió que nadie iba a creer su versión y adivinó que la muerte que deformaba los rasgos de su joven amante era una peste contagiosa que pronto se apoderaría de los suyos. Despertó al anochecer, después de una tarde de goce y un rato de sueño profundo y satisfecho; sintió el roce de un cuerpo que había amado hasta la extenuación y se incorporó un poco para observar cómo dormía, buscando la paz que nos embarga al contemplar el reposo de nuestros seres queridos. Decidió que una mujer como aquélla, que se había entregado a él por primera vez unas horas atrás, merecía un regalo que alegrara su despertar exactamente igual que la visión de su rostro dormido animaba el suyo. Había visto un huerto con flores de camino a la pensión y decidió salir sin hacer ruido para coger unas cuantas y depositarlas en el lecho.