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Edición en formato digital: noviembre de 2021
© Adela Muñoz Páez
© 2021, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial
Imagen de portada: Shutterstock
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ISBN: 978-84-17906-64-1
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
Pura química
Adela Muñoz Páez
Un ingenioso recorrido por las partículas que nos han cambiado la vida.
Antes de que el bótox revolucionara la estética fue utilizado como arma de guerra. Las pinturas rupestres se hicieron con el mismo compuesto básico que los actuales maquillajes. Las luces de Navidad emiten un mensaje similar al de los machos de las luciérnagas. El arsénico fue usado primero en las paredes de las casas acaudaladas que como artefacto mortal. Y ya en documentos sumerios aparecían referencias al té de sauce, en el que Bayer se fijaría para patentar la aspirina.
Adela Muñoz Páez traza el camino entre pasado y presente a través de las partículas, átomos y moléculas que han configurado nuestro día a día. Con un estilo ameno, pero riguroso, acerca en esta serie de artículos la ciencia pura a lectores ávidos del más elemental de los conocimientos.
«Los seres humanos somos capaces de pensar, sentir, vivir, gracias a una infinidad de reacciones químicas que tienen lugar en nuestros cuerpos. Por eso no tiene ningún sentido hablar de lo natural frente a lo químico, porque nosotros, como todos los seres vivos, somos química, pura química.»
Adela Muñoz Páez es catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla. Ha realizado una gran parte de su trabajo de investigación en fuentes de radiación sincrotrón de Gran Bretaña, Francia, Japón y España.
Adicionalmente ha impartido seminarios y conferencias sobre mujeres científicas en múltiples centros universitarios y ha publicado artículos en varios medios de prensa. Desde marzo de 2016 realiza representaciones teatrales junto con otras profesoras en las que interpretan a científicas del pasado. Todas estas actividades se recogen en la página web hypatia.es que creó y mantiene desde 2008. En 2015 le fue concedido premio Meridiana del Instituto Andaluz de la Mujer de la Junta de la Andalucía, por su trayectoria profesional y personal. Es autora de los ensayos Historia del veneno, Sabias y la biografía de Marie Curie, todos ellos publicados en Debate.
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Introducción
Los niños y las niñas nacen siendo científicos, por lo que desde que pueden fijar la vista y manejar las manos lo miran todo, lo tocan todo y lo muerden todo. No obstante, en algún momento del proceso educativo, pierden esa curiosidad y dejan de investigar el mundo que los rodea. Luego, conforme van creciendo, algunos llegan a la conclusión errónea de que la comprensión de las materias de ciencias está reservada a unas pocas mentes privilegiadas. Ello les lleva a abandonar las matemáticas, la física y la química a edades relativamente tempranas, y cierran así la puerta a un mundo fascinante.
Como profesora, considero que es parte de mi trabajo acercar y hacer asequible la ciencia no sólo a mi alumnado, sino a todo el mundo. Con los artículos que he ido escribiendo en El Periódico de Cataluña desde hace cuatro años, intento que las s que los leen recuperen la curiosidad y, como doctora en química, trato en ellos materias relacionadas con esta rama de una ciencia esencial en nuestras vidas. Para atraer su atención les hablo de cosas cercanas: el agua, la sal, la iluminación con luces LED, la arena de la playa, el ibuprofeno, etc.
Dado que tanto la ciencia como la química son onmipresentes en nuestras vidas, el objetivo primero de mis artículos no es poner de manifiesto su utilidad e importancia, que creo evidentes, sino mostrar la belleza de la ciencia e intentar que lectoras y lectores experimenten el placer de descubrir la magia que esconde la química que nos rodea.
« Dame veneno » o las mil caras del bó tox
No sabemos si fue su celo como médico o su carácter de poeta aficionado lo que empujó a Justinus Kerner a investigar las causas de los cientos de muertes que se venían registrando en la región de Wurtemberg, en el sur de Alemania, desde finales del siglo XVIII . Sin embargo, sí sabemos que descubrió que esas muertes se debían a las salchichas que habían comido los afectados, por lo que llamó a la enfermedad « botulismo » , del latín botulus , que significa « salchicha » . A finales del siglo XIX se pensó que el botulismo podía estar producido por bacilos similares a los que provocaban la tuberculosis, pero no se encontraron bacterias en las víctimas de las salchichas ni de otros embutidos que también habían resultado letales.
En 1895 los microbiólogos Émile van Ermengem y Wilhelm Kempner descubrieron que la culpable era una bacteria a la que denominaron Clostridiumbotulinum , que segregaba una sustancia, la toxina botulínica, que causaba estrabismo, visón doble, afonía, parálisis muscular y en muchos casos la muerte. En 1900 se identificó otro brote de botulismo tras la ingestión de judías en conserva, lo que puso de manifiesto que la bacteria se desarrollaba en todo tipo de alimentos en conserva, es decir, en un medio sin oxígeno.
El hecho de que sea la sustancia más toxica conocida (medio kilogramo bastaría para matar a toda la humanidad) convirtió la toxina botulínica en una atractiva arma de guerra química. Durante la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia británicos informaron de que los alemanes podían estar preparando esta toxina para esparcirla durante los bombardeos de Londres. Ello llevó a los aliados a establecer un centro de investigación de esta sustancia en Fort Detrick (Estados Unidos) en el que se determinó su estructura y peso molecular y se sintetizó un antídoto, del cual las tropas aliadas llevaron más de un millón de dosis durante el desembarco de Normandía. Finalmente los alemanes no usaron la toxina y las reservas de Estados Unidos se destruyeron en 1972, tras la firma del Convenio sobre Armas Biológicas y Toxinas. No obstante, los conocimientos adquiridos hasta entonces abrieron la puerta a sus aplicaciones terapéuticas.
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