INTRODUCCIÓN
Alo largo de la historia, las personas han viajado por todo el mundo en busca de aventuras y lugares para explorar. Durante el siglo xx, Charles Lindbergh, Edmund Hillary y Neil Armstrong se convirtieron en nombres reconocidos a nivel mundial. Las exploradoras y aventureras no comparten la fama, pero sí la intrepidez. Gertrude Bell, Junko Tabei, Bessie Coleman y Harriet Boyd Hawes son solo algunas de las mujeres que escalaron, volaron, recorrieron y allanaron el camino a la par de sus colegas masculinos.
Desde las turbias profundidades del océano hasta el oscuro vacío del espacio exterior, las exploradoras han conquistado el mundo. Se atrevieron a soñar, a tener éxito, a ir a lugares donde nunca nadie había ido.
Sylvia Earle buceó a 65 pies (20 metros) de profundidad cerca de Maroubra, Australia, para estudiar un tiburón de Port Jackson.
“Le sugiero a todo el mundo: Mírense al espejo. Pregúntense: ¿Quiénes son? ¿Cuáles son sus talentos? Úsenlos y hagan lo que aman.”
–Sylvia Earle
— Capítulo 1 —
MUJERES QUE DESAFIARON A LA MUERTE: ESPÍAS Y SOLDADOS
Estas valientes espías y soldados se involucraron en secretos mortales (¡y muchísimo más!). Algunas preparaban provisiones y municiones para los ejércitos u organizaban redes de comunicación encubiertas. Otras se infiltraban entre los enemigos o descifraban sus códigos. Pero todas estas mujeres sabían que podían morir como resultado de sus acciones.
Agnes Meyer Driscoll (1889–1971)
Agnes Meyer Driscoll, 1914
A Agnes Meyer Driscoll siempre le interesaron la ciencia y la tecnología. Se graduó de la Universidad Estatal de Ohio a los 22 años, con especialización en matemáticas, música, física e idiomas extranjeros. Luego, comenzó a trabajar como profesora.
En 1918, un año después de que Estados Unidos comenzara a pelear en la Primera Guerra Mundial (1914–1918), Driscoll se alistó en la Armada estadounidense. Fue reclutada para el rango más alto de los puestos administrativos. La asignaron al sector de Códigos y Señales de la Armada. Tenía gran habilidad para decodificar códigos, y aún más habilidad para descifrar cómo funcionaban las máquinas de cifrado. Tras solo unos días en su nuevo empleo, comenzó a ayudar a desarrollar una máquina de cifrado para la Armada.
Después de la guerra, Driscoll permaneció como Aunque poca gente conoce su nombre en la actualidad, Agnes Meyer Driscoll está entre los mejores descifradores de códigos de la historia de los EE. UU.
Nancy Wake (1912–2011)
Nancy Wake, 1951
Wake le llegó su oportunidad.
Wake se unió a la Resistencia francesa y comenzó a pelear contra los nazis. Usaba su libertad y sus conexiones para llevarles comida, provisiones y mensajes a otros grupos de resistencia. Luego comenzó a sacar clandestinamente del país a refugiados y a prisioneros aliados que habían escapado.
La
Dirigió su propia operación de combatientes de la resistencia, que asaltaron una fábrica de armas nazi en 1944. Una vez mató a un centinela alemán con sus propias manos para evitar que activara una alarma. Y cuando los Aliados necesitaron una fuerza secreta que llegara en paracaídas a Francia para prepararse para el Día D, Wake formó parte.
Después de la guerra, Wake recibió altos honores por su valentía en la guerra, entre ellos la Medalla de Jorge de Gran Bretaña, la Medalla Presidencial de la Libertad de los Estados Unidos y la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia.
Noor Inayat Khan (1914–1944)
Noor Inayat Khan, 1943
En 1942, Khan fue reclutada como agente secreta por una operación de espías británica, la Dirección de Operaciones Especiales (SOE, por sus siglas en inglés). Al año siguiente, la SOE envió a Khan y a un grupo de espías a Francia, que estaba ocupada por Alemania. Sus tareas consistían en trabajar como operadores inalámbricos y enviar mensajes secretos entre Francia e Inglaterra. Los nazis podían detectar las señales de radio que creaban, por lo que su trabajo era muy peligroso. De hecho, era tan peligroso que la mayoría de los agentes en Francia eran descubiertos en un lapso de seis semanas.
Khan, que trabajaba con el nombre en clave “Madeleine”, y su red de espías enviaron cientos de mensajes antes de que la Gestapo los arrestara. Khan consiguió escapar. Sus comandantes le rogaron que abandonara Francia, pero ella se negó. Sin ayuda, dirigió una red de comunicación en París durante tres meses.
En 1943, un pariente de un compañero espía de Khan la delató y la Gestapo la capturó. Durante 10 meses la torturaron para sacarle información, pero “Madeleine” nunca se quebró. La Gestapo se dio cuenta de que Khan no les daría información sobre los Aliados y la sentenciaron a muerte. Justo antes de ser ejecutada, Khan gritó “¡Liberté!” como un acto final de resistencia.
Después de la guerra, Khan fue reconocida por su valentía. Le otorgaron la Cruz de Jorge de Gran Bretaña y la Cruz de Guerra de Francia.
Josephine Baker (1906–1975)
Josephine Baker, 1951
La mayoría conocía a Josephine Baker porque era una de las artistas estadounidenses más famosas de Europa. Pero lo que no sabían era que esta estrella internacional tenía una vida secreta: fue espía e informante en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Baker nació en la pobreza en St. Louis, Missouri. A los 17 años, ya había logrado llegar a Broadway como bailarina. En 1925, viajó a Francia, donde deslumbró al público con su belleza y su carisma. Era común que se agotaran las entradas para sus espectáculos, y pronto se convirtió en una de las artistas mejor pagadas de Europa. Durante años disfrutó la vida de los ricos y famosos.
Cuando empezó la
Su fama se volvió su pantalla. Circulaba entre oficiales nazis y embajadores extranjeros en las fiestas que se hacían al final de sus actuaciones y escuchaba sus conversaciones con disimulo. Llevaba mensajes secretos escritos con tinta invisible en sus partituras. Continuó viajando y actuando durante el transcurso de la guerra. Los nazis nunca sospecharon que la bella bailarina era una peligrosa espía.
UNA LUCHA MÁS ARDUA DESPUÉS DE LA GUERRA
Aunque Baker era una estrella internacional, como mujer negra sufrió racismo y discriminación fuera donde fuera en los Estados Unidos. El racismo que sufrió fue tal que, en 1937, renunció a su ciudadanía estadounidense y se hizo ciudadana francesa. Años más tarde, Baker se hizo amiga de Martin Luther King Jr. Volvió a los Estados Unidos y luchó junto a él por los derechos civiles. En 1963, Baker fue la única mujer en hablar junto a King en la Marcha en Washington.