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Copyright © 2014 por Joyce Meyer
Traducción al español copyright © 2014 por Casa Creación/Hachette Book Group, Inc.
Traducido por: Belmonte Traductores
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Primera ebook edición: Septiembre 2014
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ISBN 978-1-4555-7841-2
E3
¡Temor! ¿Ha sido alguna vez un problema para usted? ¿Ha evitado alguna vez que usted se moviera a áreas que podrían enriquecer su propia vida y las vidas de otras personas? Estoy segura de que su sincera respuesta es sí, porque todo el mundo recibe la visita del temor en algún momento u otro. Tenga lo siguiente en mente: si alguna vez ha tratado con el temor, o si está tratando con el temor en este momento, no está usted solo. El temor es uno de los mayores problemas al que todos debemos enfrentarnos si queremos vivir verdaderamente la vida a su máxima plenitud.
Pero tengo buenas noticias para usted: ¡hay una solución para el temor!
Uno de los muchos beneficios disponibles para los cristianos es la libertad del temor; pero a fin de recibir esa libertad, tenemos que estar preparados para hacerle frente de cara. Cuando evitamos realizar cambios o enfrentar problemas en nuestras vidas debido al temor, necesitamos recordar que Dios ha prometido ir delante de nosotros y sacarnos victoriosamente si le obedecemos. Yo creo que una relación cercana con Dios es la solución para vivir valientemente en lugar de vivir con temor.
Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores.
Salmos 34:4
A lo largo de la Palabra de Dios se nos enseña que no tengamos temor. La frase “no temas” se encuentra continuamente por toda la Biblia. Dios no esperaba que sus hijos no sintieran temor, ni tampoco que nunca fuesen confrontados por el temor, pero sí espera de nosotros que no nos sometamos al temor. Podemos y deberíamos resistirlo en el poder de Dios. Somos llamados por Dios a vivir valientemente, con osadía y obediencia, y ninguna de esas cosas es posible hasta que estemos dispuestos a reconocer y tratar nuestros temores.
Valentía no es la ausencia de temor; es temor que ha hecho sus oraciones y ha decidido seguir adelante de todos modos. Yo estuve por muchos años atormentada emocionalmente y obstaculizada a la hora de hacer muchas de las cosas que quería hacer simplemente porque esperaba no sentir temor, pero entonces descubrí que podía “hacerlo aunque sea con miedo”. Mire, la libertad que tenemos en Cristo es que podemos hacer cualquier cosa que necesitemos hacer porque Él está con nosotros. Él ha ido delante de nosotros y ha allanado el camino, y promete no dejarnos nunca ni abandonarnos. No importa cómo nos sintamos; podemos avanzar valientemente en fe, confiando en Dios. Cuando enfrentamos nuestros temores con fe en Dios, podremos seguir sintiendo los efectos de esos temores, pero no pueden detenernos. El temor finalmente debe agachar su cabeza ante la valentía; no tiene ninguna otra opción.
Los diferentes tipos de temor son tan numerosos que dudo que incluso pudieran contarse, pero todos ellos tienen la misma solución: ponga su fe en Dios y siga adelante haciendo lo que Él le diga que haga. El poder de Dios está a disposición de todos nosotros y se recibe por medio de la fe. La fe da un paso y cree que Dios lo llenará con el poder para continuarlo. Cuando los israelitas viajaban hacia la Tierra Prometida, se encontraron con el mar Rojo que bloqueaba su camino y con el feroz ejército egipcio que se acercaba rápidamente a sus espaldas. Sintieron temor y comenzaron a quejarse, deseando no haber salido nunca de Egipto.—No tengan miedo—les respondió Moisés—. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes (Éxodo 14:13). En medio de lo que parecía ser una situación imposible, Dios le dijo a Moisés que avanzara, levantara su vara y la extendiera sobre el mar Rojo y lo dividiera.
Moisés tuvo que dar un paso de obediencia a la vez que seguía sintiendo temor antes de ser testigo del poder milagroso de Dios que hizo lo imposible. Me pregunto lo necio y temeroso que se sintió Moisés cuando estaba allí con una vara en su mano sosteniéndola por encima del agua. Qué acción tan necia debió de haber parecido ante un dilema tan inmenso, y aun así el mar Rojo se dividió y los israelitas cruzaron al otro lado sanos y salvos, mientras que Dios simultáneamente destruyó al enemigo que les había causado sentir temor en un principio. Aquello fue sin duda un verdadero milagro, pero uno que no se habría producido a menos que Moisés y los israelitas hubieran estado dispuestos a “hacerlo aunque sea con miedo”.
Por favor, no pase por alto este punto tan importante: nosotros damos un paso para ser obedientes a Dios mientras sentimos temor, y entonces eso libera la gracia (poder) de Dios para hacer lo que sea necesario hacer.