Diario del año de la peste
Daniel Defoe
Ediciones LAVP
www.luisvillamarin.com
Diario del año de la peste
© Daniel Defoe
Primera edición (1722)
Reimpresión junio de 2020
© Ediciones LAVP
www.luisvillamarin.com
Cel 9082624010
New York City USA
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Crónica del año de la peste
Fue a principios de septiembre de 1664 cuando me enteré, al mismo tiempo que mis vecinos, de que la peste estaba de vuelta en Holanda. Ya se había mostrado muy violenta allí en 1663, sobre todo en Amsterdam y Rotterdam, adonde había sido traída según unos de Italia, según otros de Levante, entre las mercancías transportadas por la flota turca; otros decían que la habían traído de Candía, y otros que de Chipre. Pero no importaba de dónde había venido; todo el mundo coincidía en que estaba otra vez en Holanda.
En aquellos días carecíamos de periódicos impresos para divulgar rumores y noticias de los hechos, o para embellecerlos por obra de la imaginación humana, como hoy se ve hacer. Las informaciones de esa clase se recogían de las cartas de los comerciantes y de otras personas que tenían correspondencia con el extranjero, y sólo circulaban de boca en boca; de modo que no se difundían instantáneamente por toda la nación, como sucede ahora.
Sin embargo, parece que el gobierno estaba bien informado del asunto, y que se habían celebrado varias reuniones para estudiar los medios de evitar la reaparición de la enfermedad; pero todo se mantuvo muy secreto. Fue así que el rumor se desvaneció y la gente empezó a olvidarlo, como se olvida una cosa que nos incumbe muy poco, y cuya falsedad esperamos.
Eso hasta fines de noviembre, o principios de diciembre de 1664, cuando dos hombres, franceses, según se dijo, murieron apestados en Long Acre, o más bien en el extremo superior de Drury Lane. Sus familiares trataron de ocultar el hecho tanto como les fue posible, pero el asunto se divulgó en boca de los vecinos, y los secretarios de Estado se enteraron y resolvieron averiguar la verdad: ordenaron a dos médicos y un cirujano visitar la casa e inspeccionarla.
Así lo hicieron, y descubriendo en los cadáveres señales evidentes de la enfermedad, hicieron pública su opinión de que esos hombres habían muerto de la peste. A continuación se trasladó el caso al oficial de la parroquia, quien a su vez lo llevó a la Casa del Ayuntamiento; y se lo dio a publicidad en el boletín semanal de mortalidad del modo habitual, es decir:
Apestados, 2.
Parroquias infectadas, 1.
Esto inquietó mucho a la población, y la alarma cundió por la ciudad; más aún cuando en la última semana de diciembre de 1664, otro hombre murió en la misma casa y de la misma enfermedad.
Después volvimos a vivir tranquilos casi unas seis semanas durante las cuales, no habiendo muerto persona alguna con síntomas de la enfermedad, se dijo que el mal había desaparecido. Pero tras eso, creo que hacia el 12 de febrero, otro murió en otra casa, aunque en el mismo barrio y de la misma manera.
Esto atrajo mucho la atención de la gente hacia ese extremo de la ciudad, y como los registros semanales mostraban un aumento de defunciones superior a lo normal en la parroquia de St. Giles, se empezó a sospechar que la peste estaba entre los habitantes de esa zona, y que muchos habían muerto de ella, aunque se trataba de ocultar el hecho al público. Esta idea se adueñó de las cabezas de la gente, y pocos se atrevían por Drury Lane o por las otras calles sospechosas, a menos que un asunto extraordinario les obligara a hacerlo.
El aumento de la mortalidad se registró así: el número habitual de entierros semanales, en las parroquias de St. Giles-inthe-Fields y St. Andrew's, Holborn, variaba entre doce y diecisiete o diecinueve en cada una, poco más o menos; pero desde que la peste apareció por primera vez en St. Giles se observó que el número de entierros crecía en forma considerable. Por ejemplo:
Del 27 de diciembre al 3 de enero
St Giles 16
St Andrew 17
Del 3 de enero al 10 de enero
St Giles 12
St Andrew 25
Del 10 de enero al 17 de enero
St Giles 18
St Andrew 18
Del 17 de enero al 24 de enero
St Giles 23
St Andrew 16
Del 24 de enero al 31 de enero
St Giles 24
St Andrew 15
Del 31 de enero al 7 de febrero
St Giles 21
St Andrew 23
Del 7 de febrero al 24 de febrero
St Giles 24
St Andrew –
Entre ellos uno de la peste.
Un aumento similar de los decesos se observó en los distritos de St. Bride (contiguo por un lado a la parroquia de Holborn) y de St. James, Clerkenwell (limítrofe con Holborn por el otro lado). En cada uno de estos barrios morían habitualmente, cada semana, entre cuatro y seis u ocho personas, cifra que aumentó durante esa época de esta manera:
Del 20 de diciembre al 27 de diciembre
St Giles 0
St Andrew 8
Del 27 de diciembre al 3 de enero
St Giles 6
St Andrew 9
Del 3 de enero al 10 de enero
St Giles 11
St Andrew 7
Del 10 de enero al 17 de enero
St Giles 12
St Andrew 9
Del 17 de enero al 24 de enero
St Giles 9
St Andrew 15
Del 24 de enero al 31 de enero
St Giles 8
St Andrew 12
Del 31 de enero al 7 de febrero
St Giles 13
St Andrew 5
Del 7 de febrero al 14 de febrero
St Giles 12
St Andrew 6
Además la población observó con gran inquietud que el número general de muertes aumentó mucho durante esas semanas, aunque se trataba de una época del año en la cual las cifras suelen ser moderadas.
Por lo común el total semanal de entierros variaba entre 240 y 300. Esta última ya era considerada una cifra bastante elevada; pero nos encontramos con que el número de muertes fue creciendo sucesivamente así:
Entierros Aumento
Del 20 de diciembre al 27 291 ...
Del 27 de diciembre al 3 de enero 349 58
Del 3 de enero al 10 de enero 394 45
Del 10 de enero al 17 de enero 415 21
Del 17 de enero al 24 de enero 474 59
Este último informe era realmente terrorífico: se trataba de la mayor cantidad semanal de muertos que se hubiera conocido desde la anterior epidemia de 1656.
Sin embargo, esta situación no se mantuvo así, y como el tiempo resultó frío y la helada, que había empezado en diciembre, persistió severamente hasta casi fines de febrero, acompañada de vientos ásperos, aunque moderados, las estadísticas volvieron a disminuir, la ciudad se recuperó, y todo el mundo comenzó a considerar pasado el peligro; sólo que los entierros en St. Giles todavía eran demasiados.
Sobre todo a partir de principios de abril, cuando fueron veinticinco por semana, hasta la semana del 18 al 25, en la que hubo treinta muertos, entre ellos dos de la peste y ocho de tabardillo pintado, que era considerado la misma enfermedad. Por otra parte, el número de los que morían de tabardillo aumentó de ocho a doce de una semana a la otra.
Esto volvió a alarmarnos, y terribles aprensiones surgieron entre la población, en especial porque el tiempo ya cambiaba y se volvía caluroso, y el verano estaba a la vista. Sin embargo, la semana siguiente hizo renacer algunas esperanzas: las cifras eran bajas: sólo murieron en total 388, ninguno de la peste, y apenas cuatro de tabardillo pintado.
Pero en la semana siguiente la enfermedad volvió, esparciéndose en otras dos o tres parroquias: St. Andrew's, Holborn, St. Clement, Danes, y para gran aflicción de sus habitantes, uno murió dentro del recinto amurallado, en la parroquia de St. Mary Woolchurch, es decir, en Bearbinder Lane, cerca del Stocks Market.