Daniel Pennac - Como una novela
Aquí puedes leer online Daniel Pennac - Como una novela texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1992, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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- Libro:Como una novela
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1992
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Esta obra insólita, un auténtico estímulo para la lectura, ha sido uno de los grandes fenómenos de la edición francesa reciente.
Pennac, profesor de literatura en un instituto, se propone una tarea tan simple como necesaria en nuestros días: que el adolescente pierda el miedo a la lectura, que lea por placer, que se embarque en un libro como en una aventura personal y libremente elegida. Todo ello escrito como un monólogo desenfadado, de una alegría y entusiasmo contagiosos: «En realidad, no es un libro de reflexión sobre la lectura —dice el autor—, sino una tentativa de reconciliación con el libro».
Este antimanual de literatura concluye con un decálogo no de los deberes, sino de los derechos imprescindibles del lector (derecho a no terminar un libro, a releer, etc., incluso a no leer).
«Pennac demuestra que se pueden escribir ensayos evitando toda jerga y toda pedantería: Como una novela se lee realmente como una novela». (Jacques Nerson, Le Figaro)
Daniel Pennac
ePub r1.2
Titivillus 11.02.15
Título original: Comme un roman
Daniel Pennac, 1992
Traducción: Joaquín Jordá
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Para Franklin Rist,
gran lector de novelas
y novelesco lector.
A la memoria de mi padre,
y en el recuerdo cotidiano
de Frank Vlieghe.
DANIEL PENNAC es uno de los escritores franceses más importantes del momento. Nacido en Casablanca, Marruecos, en 1944. Es docente de literatura, labor que combina con su carrera narrativa.
Nacido en una familia de militares, se crió en África y el sudeste asiático. Su juventud la pasó en Niza, donde estudió letras y se dedicó a la enseñanza. Comenzó su actividad literaria escribiendo libros para niños. Conoció la fama gracias a sus novelas sobre la saga de la familia Malaussène, que se encuentra dentro de la novela negra, resultado de un viaje a Brasil. Dicha saga se desarrolla en torno a Benjamín Malaussène, un hermano mayor que ostenta el puesto de cabeza de familia, que vive en el barrio de Belleville, en París (Francia), donde se desarrollan las vidas de esta familia, que no omiten ninguno de los tópicos, crímenes, romance, amistad y más. Todo narrado de manera coloquial y ágil. El autor sostiene que su principio narrativo está en el error, del cual nace el humor.
Su título más famoso Como una novela (1993) es una enumeración de los derechos de los lectores. Esta obra indaga en el proceso de construcción de la literatura, buscando el placer de la lectura. Para esta obra se apoya en su experiencia como docente.
En 2007 recibió el Premio Renaudot por su obra Chagrin d’Ecole (Mal de escuela).
[1] Beaubourg: en sentido estricto el Centre National Pompidou, y en sentido amplio, el barrio que lo alberga; el RER: línea de metro que une el centro con la periferia; y Les Halles: antiguo Mercado Central de París, el nombre anterior del barrio. (N. del T.)
[2] Ambos, famosos programas de televisión dedicados a los libros. (N. del T.)
[3] Klaus Mann. El viraje.
[4] Marca de calcetines muy de moda entre los jóvenes en Francia. (N. del T.)
[5] Marca de ropa también muy de moda entre los jóvenes. (N. del T.)
[6] Patrick Süskind, El perfume. Traducido por Pilar Giralt Gorina. (N. del T.)
[7] Lortholary tradujo al francés El perfume. De igual manera cabe felicitar a la traductora española, Pilar Giralt Gorina. (N. del T.)
[8] Se refiere a los alumnos de la E. N. A. (École National d’Administration), de la que sale buena parte de la clase dirigente francesa. (N. del T.)
[9] La Pléiade, prestigiosa colección de obras completas de autores clásicos, o consagrados como tales por el hecho de ser editados así. (N. del T.)
[10] Colección de libros de bolsillo. (N. del T.)
[11] Se refiere a los bouquinistes, libreros de lance instalados en las orillas del Sena. (N. del T.)
[12] «Sí, puedo sin mentir, siéntate, pedagogo, / afirmar haber leído todo mi Gógol en las letrinas». (N. del T.)
(El dogma)
(o los derechos imprescriptibles del lector)
El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo «amar»…, el verbo «soñar»…
Claro que siempre se puede intentar. Adelante: «¡Ámame!» «¡Sueña!» «¡Lee!» «¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba!».
—¡Sube a tu cuarto y lee!
¿Resultado?
Ninguno.
Se ha dormido sobre el libro. La ventana, de repente, se le ha antojado inmensamente abierta sobre algo deseable. Y es por ahí por donde ha huido para escapar al libro. Pero es un sueño vigilante: el libro sigue abierto delante de él. Por poco que abramos la puerta de su habitación le encontraremos sentado ante su mesa, formalmente ocupado en leer. Aunque hayamos subido a hurtadillas, desde la superficie de su sueño nos habrá oído llegar.
—¿Qué, te gusta?
No nos dirá que no, sería un delito de lesa majestad. El libro es sagrado, ¿cómo es posible que a uno no le guste leer? No, nos dirá que las descripciones son demasiado largas.
Tranquilizados, volveremos a la tele. Es posible incluso que esta reflexión suscite un apasionante debate colectivo…
—Las descripciones le parecen demasiado largas. Hay que entenderlo, desde luego estamos en el siglo de lo audiovisual, los novelistas del XIX tenían que describirlo todo…
—¡Eso no es motivo para dejarle saltarse la mitad de las páginas!
…
No nos cansemos, ha vuelto a dormirse.
Mucho más inconcebible, esta aversión por la lectura, si pertenecemos a una generación, a una época, a un medio, a una familia en los que la tendencia era más bien la de impedirnos leer.
—¡Venga, deja de leer, que te vas a quedar sin vista!
—Más vale que salgas a jugar, hace un tiempo estupendo.
—¡Apaga la luz! ¡Es tarde!
Sí, siempre hacía demasiado buen tiempo para leer, y de noche estaba demasiado oscuro.
Fijémonos en que se trata de leer o no leer, el verbo ya era conjugado en imperativo. En el pasado ocurría lo mismo. De manera que leer era entonces un acto subversivo. Al descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la desobediencia familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas horas de lecturas clandestinas debajo de las mantas a la luz de la linterna eléctrica! ¡Qué veloz galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a aquellas horas de la noche! ¡Ya era hermoso que aquellos dos se amaran, pero que se amaran en contra de la prohibición de leer todavía era más hermoso! Se amaban en contra de papá y mamá, se amaban en contra del deber de mates por terminar, en contra de la «redacción» que entregar, en contra de la habitación por ordenar, se amaban en lugar de sentarse a la mesa, se amaban antes del postre, se preferían al partido de fútbol y a la búsqueda de setas…, se habían elegido y se preferían a todo… ¡Dios mío, qué gran amor!
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