Hacia 1925. Ediciones A. Noyer. Impresión en gelatina de plata, 24 x 18 cm
Los daguerrotipos disponibles estaban pensados para una clientela adinerada. Más tarde, diferentes procesos fotográficos, especialmente en papel, posibilitaron la duplicación de imágenes.
La censura imperial y la republicana obligaron a los fotógrafos a trabajar en una atmósfera académica, destinados a colaborar hipócritamente con las tradicionales bellas artes de la pintura y la escultura o, en el total anonimato, condescendiendo por simple abandono cuando el objetivo eran los amantes de la pornografía. Este anonimato resultaba inevitable para escapar a la furia de la justicia y a la incomodidad de las cárceles, pero era lucrativo cuando se trataba de ilustrar los temas más escandalosos.
Con las postales, la fotografía de desnudos se convirtió en una escena común. Cientos de miles de estas pequeñas tarjetas mostraban la confortable imagen de una deseable mujer con la aprobación tácita de las autoridades.
Al finalizar la guerra, las mujeres, después de haber sufrido un sinnúmero de dificultades y penas al permanecer solas en las casas, consiguieron emanciparse. Descubrieron, entre otras cosas, que eran totalmente capaces de realizar las labores de los hombres. Sus actitudes cambiaron. Para el fotógrafo, ya no posaban de manera académica con el propósito de servir como modelos de hipotéticos artistas. Eran libres y este sentimiento se evidenciaba en sus imágenes.
Sin título
Hacia 1885. Auguste Belloc. Impresión en albúmina pintada a mano sobre lienzo. Vista estereoscópica, 8,5 x 16,5 cm
Introducción
El objetivo de esta historia de la fotografía erótica es presentar imágenes inéditas, teniendo el cuidado de eludir aquellas reconocidas imágenes tomadas por fotógrafos famosos que ya hayan sido el tema de monografías y numerosas publicaciones. La selección realizada aquí no posee ningún valor enciclopédico, y se ha basado en un criterio totalmente sugestivo.
No se trata de presentar un inventario exhaustivo, como tampoco tiene un objetivo específico. Escoger imágenes es, sobre todo, la expresión de los gustos personales; la obsesión personal por aquellas mujeres de encantos pasados de moda, quienes, gracias a la maravilla del milagro fotográfico, se han preservado de los estragos de la edad y el tiempo.
Debe señalarse que las primeras décadas de la fotografía erótica fueron esencialmente francesas.
La razón principal de este hecho es que la fotografía se desarrolló por primera vez en Francia, donde la investigación en nuevos procedimientos de reproducción iconográfica empezó en el siglo XVIII. En el siglo XIX, el liberalismo estaba más extendido en Francia que en ninguna otra parte del mundo. Las licenciosas imágenes francesas fueron exportadas a Italia, España, Estados Unidos, Alemania y Gran Bretaña, en tanto que la producción en estos países era limitada, debido a que estos trabajos eran reprimidos con más severidad.
En lo que concierne al primer siglo de la historia de la fotografía (1839-1939), todas las colecciones internacionales –antiguas y contemporáneas– constaban principalmente de imágenes francesas. Los autores ingleses Graham Ovenden y Peter Mendes titularon su trabajo Fotografía erótica Victoriana, pero se trataba, de hecho, de obras en su mayoría de origen parisino de fotógrafos como Belloc, Braquehais, Durieu y Vallou de Villeneuve.
Cuando el estadounidense Richar Merkin, profesor en la Escuela de Diseño de Rhode Island, presentó su colección en la obra titulada Paraíso de terciopelo, la mayoría de las imágenes eran francesas. Las primeras imágenes americanas que había seleccionado databan de 1920, las primeras alemanas de 1930, y juntas sólo representaban una pequeña fracción del número total. Una de las obras de referencia pioneras en el campo de la fotografía erótica es Die Erotik in der Photographie (tres volúmenes publicados por media docena de eminentes doctores de Viena en 1931), recoge lo mejor de las colecciones alemanas de la época e incluye cientos de reproducciones, la minoría de origen alemán y austriaco, en tanto que la producción francesa abarca la mayoría del periodo anterior a la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, esta particularidad y especificidad francesa disminuyó a lo largo del siglo XX y en la actualidad ha desaparecido completamente. Lo mismo sucede con todos los temas tratados por la fotografía. Cualquiera que sea la razón, la historia de la especificidad francesa no pudo haberse narrado sin la protección de esta herencia por los apasionados coleccionistas. Puede que se trate de una herencia impúdica y banal, pero es representativa de la moral y la mentalidad de cada época.
Tarjeta de visita
Hacia 1885. Anónimo. Impresión en papel salado montada sobre tablero, 6,5 x 10,3 cm
Sin título
Hacia 1885. Auguste Belloc. Impresión en papel salado de un negativo en colodión húmedo, 20,7 x 15,3 cm
Anexo 652, tarjeta de visita
Hacia 1860. André Disdéri. Impresión en albúmina montada sobre tablero, 10,3 x 6,5 cm
Bacante
Hacia 1860. Ch. Naudet. Impresión en papel salado barnizado con oro, 21,5 x 10 cm
La fotografía conquista la desnudez
Ya se trate de pintura, escultura, grabado o litografía, todas las formas de arte han estado al servicio del erotismo desde un comienzo. La fotografía no es una excepción a esta regla. Los primeros procesos fotográficos, los daguerrotipos, se enriquecieron desde su nacimiento por los desnudos, ofreciendo una imaginería que evocaba la pintura de la época, aunque de manera más realista, pero al mismo tiempo más cruda.