© 2016 por Grupo Nelson
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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Título en inglés: Is This the End?
© 2016 por David P. Jeremiah
Publicado por Thomas Nelson.
Publicado en asociación con Yates & Yates, LLP, www.yates2.com
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Las cursivas añadidas en las citas bíblicas son el énfasis del autor.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Belmonte Traductores
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno, Inc.
ISBN: 978-0-71808-651-0
ISBN: 978-0-71808-652-7 (eBook)
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CONTENIDO
En 2011 escribí un libro titulado ¡Nunca pensé que vería el día! En ese libro hablaba de los cambios que se estaban produciendo en Estados Unidos y que cuando era joven nunca soñé que fueran posibles. En la primera mitad o más de mi vida, los principios del cristianismo eran lo que apuntalaba nuestra cultura; ese cimiento fue puesto dos siglos antes, y la mayoría de nosotros creíamos que eran demasiado sólidos y duraderos para no poder ni siquiera agrietarse.
Pero sí se agrietaron. Como escribí en ese libro, nunca pensé que vería el día en que el matrimonio se quedaría obsoleto, la moralidad estaría en caída libre, y la iglesia se volvería irrelevante para la sociedad.
Pero ahora, tan solo cinco años después, casi creo que escribí ese libro demasiado pronto, pues los cambios que me asombraron entonces pronto se volvieron incluso más espantosos. En la media década que ha pasado desde que escribí ese libro, aquellas grietas que plagaban los cimientos de Estados Unidos se han ampliado hasta ser grandes fisuras, y han aparecido muchas más. La moralidad en Estados Unidos ya no está en caída libre; ha tocado fondo. En Estados Unidos en la actualidad, todo vale. El cristianismo no solo se deja a un lado, sino que los cristianos estadounidenses ahora experimentan una represión manifiesta e incluso persecución. La cortesía en política y la tolerancia de ideas contrarias han desaparecido. La corrupción y la deshonestidad en el gobierno son generalizadas y manifiestas. Las relaciones raciales se están deteriorando, las ganancias disminuyen, el desorden civil se acelera cada vez más, y la deuda nacional está fuera de control.
Ya no nos sentimos seguros en nuestro mundo. Nuestras fronteras nacionales están siendo invadidas. Hemos dado la espalda a nuestro mayor aliado; nuestros otros aliados ya no confían en nosotros; nuestros enemigos ya no nos temen; y el mundo ya no nos respeta. Nuestros líderes nacionales parecen impotentes ante una Rusia reconstituida y ambiciosa, la proliferación nuclear en estados corruptos, y el aumento del terrorismo militar.
La inestabilidad asola ahora nuestro mundo nacionalmente e internacionalmente de maneras que nunca antes habíamos visto en nuestra vida, creando una oleada nacional de ansiedad e inseguridad. Según sondeos de Brookings Institution, el 49% de los estadounidenses piensa que los mejores tiempos de nuestro país han quedado en el pasado.
Por lo tanto, como puede ver, muchos en Estados Unidos comparten mi percepción de que nuestra cultura, seguridad, moralidad, religión, economía y cortesía están en un proceso de grave deterioro. En mis conversaciones con personas de todas las edades, razas y profesiones, descubro una ansiedad más profunda e incluso temor a que las cosas no pueden seguir como están por más tiempo. Para muchas personas, está claro que nubes siniestras están oscureciendo nuestro futuro y que los acontecimientos están llegando a un punto crítico. Muchos se preguntan: «¿Es este el fin?».
Cristianos y secularistas por igual están planteando esa pregunta. Los cristianos se preguntan si los últimos tiempos profetizados en el libro de Apocalipsis están sobre nuestras cabezas. ¿Es el desorden creciente que estamos experimentando un precursor del próximo rapto de la iglesia y el regreso final de Cristo? Los secularistas se preguntan si la nación está al borde de colapsar hacia una anarquía económica, racial y política; o si alguna nación hostil como Rusia, China o Irán podría desatar su furia atómica sobre nuestras ciudades; o si terroristas islámicos militantes que inundan nuestras porosas fronteras podrían infligir daño suficiente para hacer que nos rindamos.
Nuestra ansiedad actual me recuerda una historia que salió del bombardeo nazi sobre Londres que comenzó a finales de 1940. Los londinenses rápidamente establecieron un sistema de emergencia de sirenas antiaéreas y refugios contra las bombas, y más adelante los niños fueron enviados a otras ciudades para mantenerlos seguros; pero antes de que pudiera organizarse esa evacuación, niños y adultos por igual tuvieron que soportar los sonidos aterradores de bombas que caían, el rugir de los aviones por encima de sus cabezas, las ráfagas de los cañones antiaéreos, y las resonantes explosiones de bombas que destruían objetivos en Londres.
Una niñita regresaba a casa de la escuela cuando de repente comenzaron a sonar las sirenas. Ella sabía qué hacer, porque ya lo había hecho varias veces anteriormente. Dejó caer sus libros y corrió precipitadamente hacia su casa. Aviones nazis zumbaban a poca distancia por encima de la ciudad; disparos de la Fuerza Aérea Real sacudían el aire; una bomba explotó a una manzana de distancia. Cuando ella llegó a su casa, su frenético padre la agarró y apresuró a la familia hacia el refugio más cercano, y allí se amontonaron en la oscuridad con otras familias mientras la aterradora cacofonía de la guerra rugía en el exterior.
La niñita, aferrándose a su padre, dijo: «Papi, por favor, ¿podemos irnos a otro lugar donde no haya cielo?».
Quizá usted esté deseando eso mismo. El cielo parece listo para caer sobre su cabeza, y se pregunta si hay algún lugar donde pueda sentirse seguro. El cielo cayó sobre los Puritanos de Inglaterra cuando las autoridades reprimieron su libertad de culto; ellos llegaron a Estados Unidos y encontraron la libertad religiosa que estaban buscando. Ahora parece ser que el cielo puede que esté cayendo sobre Estados Unidos, y cuando vemos el estado en que está el mundo en general, nos preguntamos si hay algún lugar de refugio.
Para la mayoría de nosotros, está claro que las cosas no pueden seguir como están, y nos preguntamos: ¿está llegando a su fin todo lo que hemos conocido? ¿Es demasiado tarde para salvar nuestra nación? ¿Nuestro mundo? ¿Dónde podemos acudir para encontrar una razón realista para la esperanza?