© 2015 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Originalmente publicado en inglés con el título:
Slaying the Giants in Your Life
Copyright © 2001 by David Jeremiah
Publicado en Nashville, Tennessee, por W Publishing Group, un sello de Thomas Nelson.
Todos los derechos reservados.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Las citas de las Escrituras identificadas como AMP son La Biblia Amplificada. Antiguo Testamento. Copyright © 1962, 1964 por Zondervan Publishing House (utilizado con permiso), y del Nuevo Testamento Amplificado Copyright © 1958 por Fundación Lockman (utilizado con permiso) www.lockman.org
Citas de Las Escrituras identificada MSC son de The Message, copyright © 1993. Utilizado con permiso de NavPress Publishing Group.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
Traducción: Ricardo Acosta
Edición: Rojas & Rojas Editores, Inc.
Diseño de cubierta por: Roy, Wideyedesign, inc
ISBN: 978-0-71808-436-3
ISBN: 978-0-71808-456-1 (eBook)
15 16 17 18 19 20 9 8 7 6 5 4 3 2 1
A Glenda Parker, quien se retira este año luego de veinte fieles años de ministerio como mi secretaria y asistente administrativa.
Contenido
Escuche… ¿puede oír como se acercan? Puede correr, pero no esconderse. Podría también salir y pelear.
Sí, los gigantes están en todas partes. Los hemos encontrado en Las Escrituras, donde se los conoció originalmente como los anakim. Desde las primeras páginas del Génesis han estado allí, gruñendo y amenazando: “…gigantes en la tierra (…) los valientes” (Génesis 6:4).
Extienden su larga sombra sobre todo lo que aspiramos hacer, cada nueva tierra que buscamos habitar, cada sueño que esperamos realizar. Hoy los llamaríamos abusos, pero son los mismos viejos gigantes, y nos tienen atemorizados de la misma manera que siempre. Luego de años de retroceder con temor, comenzamos a medirnos contra ellos: “¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?” (Deuteronomio 9:2). ¿Quién saldrá a pelear contra Goliat? ¿Quién subirá al cuadrilátero del ring con el campeón? ¿Quién irá a nuestro favor?
El pueblo de Dios pagó un gran precio para alcanzar la tierra de sus sueños, pero ¿qué encontró al llegar? ¡Gigantes! Naturalmente ellos estarán en la tierra de la leche y la miel; los gigantes siempre llegan primero y se llevan lo que quieren. Nuestro primer impulso es escuchar a la delegación que trae la recomendación de rendirse. Es un mundo grande; ¿por qué no vamos a otra tierra? Tal vez leche y miel sea una dieta demasiado rica, de todos modos. Quizá agua y pan viejo sea suficiente. Es posible acostumbrarse con menos.
Pero Dios no quiere que aceptemos esa recomendación. Él espera algo más:
“Oye, Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac? Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho” (Deuteronomio 9:1-3).
Por supuesto, los anakim no figuran en la guía telefónica. Los gigantes que enfrentamos tienen diferentes nombres: Temor. Desaliento. Preocupación. Culpa. Tentación. Enojo. Resentimiento. Duda. Postergación. Fracaso. Celos. Llámelos como quiera; después de todo son esos, gigantes, como Goliat. Él era una sombra de más de tres metros y quince centímetros de altura, pero lo único que produjo esa sombra fue una abolladura más grande en la tierra cuando cayó. Cuanto más grandes crecen, más fuerte caen.
¿Cuál gigante lo atribula? Tal vez el temor lo tiene cercado. Quizás la soledad lo ha encerrado. Cualquiera sea el gigante que se esté burlando de usted, el mensaje de este libro es que Dios es el más grande gigante de todos. Él va delante de nosotros como fuego consumidor. Queda claro al ver Las Escrituras que Dios es un Dios que envía. Constantemente envía a sus hijos a nuevas y maravillosas tierras; tierras de enriquecimiento del matrimonio, tierras del logro de carreras, tierras de rica abundancia espiritual. Probablemente usted sepa exactamente qué tipo de tierra es a la que Él lo ha dirigido y ahora usted está parado en los alrededores, y desea con todas sus fuerzas poner la punta del pie tentativamente en la frontera, si no fuera por las sombras de esos gigantes.
Pero ¿puede sentirlo? La mano del mismo Dios está sobre su hombro. Él le está susurrando –tal como hizo con los israelitas–, “entre y desposea a naciones más numerosas y poderosas que usted, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo”.
No sé qué le pasa a usted, pero esas órdenes de marcha ponen mi corazón en carrera. Me transmiten electricidad por la columna vertebral y me dejan inquieto, con deseos de moverme. Quiero ver las maravillas que Dios ha preparado para mí. Quiero leche y miel, y no otro pedazo de pan húmedo. ¿Y, además, sabe qué? Quiero ver cuando esos gigantes reciban su merecido. Dios los destruirá y humillará delante de usted; y usted los echará, y los destruirá en seguida, como ha dicho Jehová. Ese será un día grandioso.
¿No le parece que ya es tiempo de que nos enderecemos y enfrentemos cara a cara a los gigantes de nuestras vidas? Este libro es nuestro manual de entrenamiento, pero no olvide que necesitamos una artillería aún más pesada para el campo de batalla: la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; el yelmo de la salvación: el escudo de la fe. Y por encima de todo, vamos con el mismo Dios, que siempre hace dos promesas antes de enviarnos a luchar cuerpo a cuerpo con los gigantes:
1. Que estará con nosotros.
2. Que nos dará poder.
Eso significa que usted jamás caminará solo, y nunca en debilidad. Dios tiene la fortaleza para darle la victoria sobre cualquier opresor. Puede preguntarle a Josué, a Moisés, a Abraham, a Daniel, a Isaías, a David o a cualquiera de los apóstoles. Aplastadores de gigantes, y finalmente gigantes ellos mismos.
Tal vez a usted le suceda lo mismo. Siga leyendo, y prepárese para presentar batalla en la tierra de los gigantes.
Puede ganar la batalla y vivir victorioso
A arón Swavely estaba en un torneo de béisbol cuando recibió las noticias. Un espléndido día de abril, el disfrute sencillo del béisbol, y de pronto la más negra de las pesadillas que pudiera imaginarse.
Aarón se enteró de que su pequeña familia estaba distribuida en tres hospitales. Habían rescatado a su amada esposa, su hijo de nueve años y su hija de siete de un choque de frente. Parado en el campo de juego dentro de la cancha de béisbol, se sentía incapaz de moverse o hacer nada más que pensar que esa mañana al despedirse de su esposa no le había dado un beso.
Página siguiente