Anónimo - Corridos zapatistas
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Corridos zapatistas: resumen, descripción y anotación
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Anónimo
10.04.14
Título original: Corridos zapatistas Anónimo, 2004 Retoque de portada: ArmandAthos Editor digital: ArmandAthos ePub base r1.0 Como un río caudaloso que acelera su corriente la tropa marcha de prisa, ya desciende la pendiente; la va guiando la alborada que asoma por el oriente. Toda Iguala está de fiesta, canta alegre el campanario; mientras en los tamarindos suspenso está el sol de mayo, con voz serena a Zapata esto le dice Salgado: —Señor general Zapata: esta tropa que aquí mira, nunca al peligro le teme, el nombre de usted la anima; y en los combates, cada hombre, por cuatro se multiplica. La tropa y mis generales su nombre y valor admiran, y por seguir su palabra de sus hogares se olvidan; hoy vienen a saludarlo, por conocerlo deliran. (Habla el general Pantalones) Aunque soy chaparrito, me llamo Ciriaco Gómez, pero el pueblo me ha cambiado el nombre de mis mayores, y hoy todo mundo me llama el general Pantalones. Traigo en mi apodo la fama como el Tejón Solitario, no le temo a la Huesuda aunque me enseñe el rosario, ni a las velas encendidas ni al rezo del novenario. (Habla el general Emiliano Zapata) —Ya conocen mi bandera muy sencillo es mi programa; el campesino reclama; desde un principio esta ha sido, compañeros, mi proclama.
Ayudamos a Madero a derrocar al tirano, ya estando en el candelero no quiso darnos la mano, hasta que El Chacal su cuero puso en venta muy ufano. Y después del Cuartelazo llega a la silla Carranza, le tiende el pueblo su brazo, en él pone su confianza; aunque sea muy poco al paso la Revolución avanza. Más que Zapata, señores, será la Revolución la que premie sus valores y les dé su galardón, por ella pido que un brindis hagamos esta ocasión. Que estos tamarindos guarden en su follaje mi voz, que sean fieles testigos, lo mismo que el padre sol, de todo lo que se ha dicho bajo su dulce frescor. ¡Viva Iguala, compañeros, cuna de nuestra Bandera; si los viejos insurgentes murieron ayer por ella, nosotros daremos hoy nuestra vida por la tierra!
Mas no todas, sin embargo. Algunas se iban quedando. Ellos las llamaban huachas. Eran viejas carrancistas, que se sentían muy muchachas despreciando a zapatistas. Ellas se fueron quedando. Y solitas se quedaron.
Enemigos de mi causa federales de ocasión las mujeres se hacen huachas suspiran por un pelón. Si porque tienen la plata a buen precio dan su amor diciendo muera Zapata viva el Gobierno Mejor. Nosotros no por desgracia les damos sólo un tostón, o nos hacen menos, ingratas a ellos dan su corazón. Alguna que no sea huacha ha de brindarme su amor si dice viva Zapata, viva Zapata diré yo. Mujeres que en dulce calma caricias da al Federal que riega con sangre humana nuestra Patria la natal. Sin duda no tienen alma si la tierra es muy fatal y no les conmueve el llanto de familias sin hogar.
Si algún paisano por chanza declaraba amor legal contestaban que esperanza zapatistas no he de amar. Yo soy de la aristocracia mi adorado es militar el pueblo me llama huacha huertista y no «liberal». Que vivan las nuevas huachas las novias del escuadrón de los que se dieron de alta contra la Revolución. Que ya les provocan basca huarache, tilma y calzón y no les causan lo mismo el maicito y el frijol. Mas para que a mí me quieran voy a vestir munición pantalón y cartuchera caballo y mi remitón. Entonces viejas tres piedras con mi cuaco seré pelón y me darán sin espera lo que pida la ocasión.
Temprano tendré mi sueldo con mi huacha saldré veloz a cualquier tienda ligeros a echarnos una de dos aunque ella tenga los piojos flaca, flaca y yo pelón. Yo viejo con grandes cuernos con mi huacha, feliz unión.
Ellos son valientes en la lucha y en tepetate rejonean después. —Me despido, comadrita, porque es tarde ay’ mañana seguiremos la versión, no sea que vaya a venir ya su compadre y me juzgue carrancista de ocasión. —Mejor perro comadrita y no un cobarde, un cobarde o mendigo de ocasión. Zapatistas aunque al mundo no le cuadre y aunque viejas no cambiamos de opinión.
Mas… sabed, campesinos Que cayó Emiliano Por los asesinos De don Venustiano. Pero es golpe que mata, En acción desleal, a sólo Zapata, Pero no a su ideal. Escuchen, surianos, Escuchen, hermanos, ¡Maldición! ¡Venganza! Clamorean los llanos Contra de Carranza. ¡Adiós!, me despido Con este corrido; Dormirá mi canto Pidiendo venganza Contra de Carranza En… el Camposanto.
Fue amado por los vecinos Fue tenido como jefe Y no hay uno que se deje Quitarlo de sus caminos. Justo es que lo diga ya Hablándoles, pues, en plata, Era Emiliano Zapata Muy querido por allá. Su fama (triste, por cierto), Las Américas cruzó Y el mundo se sorprendió Al saberse que fue muerto. Las ardillas y las tuzas, las liebres y hasta el tejón; sus trampas y escaramuzas era su mejor lección. Que lo digan los vecinos que nunca le alzaban pelos si conocía los caminos de todo Cuautla Morelos. Los federales quisieron darle alcance y se cansaron los maderistas siguieron y tampoco lo lograron.
Huerta, que era muy entrón le pisaba los talones, pero el otro le enseñó que tenía muchos… calzones. Y en fin, el actual gobierno sin andarse con rodeos le dio sopa de… fideos y lo despachó al infierno. Su cuerpo al fin sepultaron llenos de júbilo y gozo y muchos, muchos lloraron por sus culpas y reposo. Pero su alma persevera en su ideal «Libertador» y su horrible calavera anda en penas —¡oh terror!— Tal constancia a todos pasma; de la noche en las negruras, se ve vagar su fantasma por los montes y llanuras. Se oyen sonar sus espuelas, sus horribles maldiciones, y, rechinando las muelas, cree llevar grandes legiones.
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