Para la SEÑORA CHIPPY, pionera del camino.
Blackborow con la señora Chippy
En agosto de 1914, días antes del estallido de la primera guerra mundial, el famoso explorador Ernest Shackleton y una tripulación de veintisiete hombres partieron hacia el Atlántico sur en busca de la última meta en la historia de los exploradores: el primer viaje a pie por la Antártida. Tras abrirse camino por el helado mar de Weddell, y cuando les faltaban sólo ciento sesenta kilómetros para llegar a su destino, su barco, el Endurance, quedó atrapado en los hielos y la tripulación, abandonada a su suerte. Su terrible experiencia duró veinte meses, en los que realizaron dos intentos casi fatales de escapar antes del rescate final. Contando con información inédita, Caroline Alexander nos ofrece un fascinante relato de la expedición de Shackleton, una de las mayores epopeyas en la lucha del hombre frente a la Naturaleza. Nos presenta, además, el sorprendente trabajo del fotógrafo australiano Frank Hurley, cuyas imágenes sobre la aventura nunca se habían publicado en su totalidad. Texto e ilustraciones recrean la impresionante belleza del océano Austral, la terrible destrucción del barco y la heroica lucha diaria de la tripulación para sobrevivir, un milagro que se logró, en buena medida, gracias al liderazgo de Shackleton.
Caroline Alexander
Atrapados en el hielo
La legendaria expedición a la Antártida de Shackleton, con las impactantes fotografías de Frank Hurley
ePub r1.4
xxfry21.05.14
Título original: The Endurance
Caroline Alexander, 1998
Traducción: C. Boune y P. Elías
Ilustraciones: Frank Hurley
Diseño/Retoque de portada: Enric Jardí
Editor digital: xxfry
Corrección de erratas: lapalomaumi, othon_ot
ePub base r1.0
CAROLINE ALEXANDER. Colabora en las prestigiosas publicaciones The New Yorker, Granta, Condé Nast Traveler, Smithsonian, Outside y National Geographic. Asimismo, ha sido la comisaria de la exposición «Endurance: La legendaria expedición de Shackleton», realizada en el American Museum of Natural History en 1999.
Un comentario acerca de las fotografías
Un artículo publicado en la Australasian Photo-Review del 22 de agosto de 1914, poco antes de que Hurley partiera con la expedición del Endurance, describe su equipo fotográfico:
«El jefe de la expedición dejó enteramente en manos del señor Hurley la elección de los aparatos y del equipo fotográficos para todo el viaje, y demuestra hasta qué punto han llegado a ser perfectos los suministros locales el hecho de que la sucursal de la Kodak (Australasia) en Sydney tuviera entre sus existencias todo lo que él precisaba…».
«Se incluían cámaras graflex y una cámara cuadrada de placas con fuelle y trípode para cuando el peso no importe. Para los equipos de trineo dependería enteramente de Kodaks de varios tamaños, entre ellos una V. P. K. (de bolsillo), una número 3 y tres F. P. K., además, por supuesto para usar con estas últimas, de un amplio surtido de los siempre fiables rollos de Kodak N. C. Para las cámaras de placas, disponía de un gran surtido de placas Austral Standard, así como placas para diapositivas Austral, a fin de poder revelarlas in situ. La mayoría de las cámaras tienen lentes Cooke de varios enfoques y aperturas, incluyendo la conocida lente Portrait de 12 pulgadas f/3.5. Para ciertos trabajos especiales, una Ross f/5.4 Telecentric de 17 pulgadas».
Cuando el Endurance se hundió, Hurley consiguió salvar placas enteras (6-1/4" x 8-1/2") y medias (4-1/4" x 6-1/2"), que ahora forman parte de la hemeroteca de la Real Sociedad Geográfica británica. También salvó un álbum de fotografías que ya había revelado; las fotos de este álbum contienen principalmente retratos de la vida a bordo antes del desastre. El álbum se encuentra en los archivos del Instituto Scott de Investigaciones Polares, de la Universidad de Cambridge. Veinte transparencias Paget de color que sobrevivieron y que constituyen un valioso ejemplo de las primeras fotografías en color, se encuentran en la biblioteca Mitchell, de la biblioteca del Estado de Nueva Gales del Sur en Australia. Finalmente, Hurley hizo treinta y ocho fotografías con su pequeña Kodak de bolsillo, después de verse obligado a abandonar su equipo en el campamento Océano; se encuentran igualmente en la colección de la Real Sociedad Geográfica británica.
Las fotografías reproducidas en el presente libro se han hecho a partir de las placas y los negativos originales, así como interpositivas sacadas directamente del álbum de fotografías. Las reproducciones en doble tono se equipararon dentro de lo posible al revelado que el propio Hurley hizo de sus negativos poco después de la expedición del Endurance. La mayoría de los textos en negrita en los pies de foto fueron redactados por el propio Hurley. La exposición en el Museo Americano de Historia Natural, "El Endurance; La legendaria expedición de Shackleton", es la más completa que se haya montado de la obra de Frank Hurley referente a la misma. Barbara y Michael Gray hicieron, en su estudio cerca de Bath, todas las reproducciones, tanto para la exposición como para el presente libro. Michael Gray es el conservador del National Trust del museo Fox Talbot, en Lacock, Inglaterra.
Sir Ernest Shackleton
Frank Hurley
El capaz y animoso fotógrafo de la expedición posa para una fotografía de estudio con su capucha y su túnica impermeables de Burberry.
La Edad Heroica
El capitán del buque, Frank Worsley, siempre recordaría vívidamente aquel día. Corría el mes de julio, a mediados del invierno en la Antártida, y hacía ya semanas que les envolvía la larga noche polar. Alrededor del barco, en todas direcciones hasta el horizonte, estaba el mar de hielo, blanco y misterioso bajo las claras y brillantes estrellas. De vez en cuando el alarido del viento afuera interrumpía las conversaciones. Lejos, en la distancia, el hielo gruñía, y Worsley y sus dos compañeros escuchaban su voz, que se les acercaba a través de las heladas millas marinas. A veces, el pequeño barco se estremecía y gruñía, en respuesta al viento, con sus maderas ensambladas tensas por la presión de millones de toneladas de hielo, a las que alguna lejana perturbación ponía en movimiento, y que al llegar hasta él presionaban su resistente costillaje. Uno de los tres hombres habló: