Shahen Hacyan - Relatividad para principiantes
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- Libro:Relatividad para principiantes
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1989
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Relatividad para principiantes: resumen, descripción y anotación
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Relatividad para principiantes — leer online gratis el libro completo
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Las Transformaciones de Galileo y de Lorentz
Sea un sistema de referencia, con sus coordenadas (x, y, z), y otro sistema de referencias con coordenadas (x’, y’, z’), que se mueve con respecto al primero con una velocidad constante, y sin perder generalidad, se pueden escoger los ejes x y x’ paralelos entre sí (Figura 38).
Las transformaciones de Galileo que permiten pasar de un sistema de coordenadas a otro son:
x’ = x − Vt
y’ = y
z’ = z
Figura 38. Dos sistemas de referencia en movimiento relativo.
y los tiempos t y t’ medidos en cada sistema son iguales. Las transformaciones de Lorentz son:
y’ = y
z’ = z
y se reducen a las de Galileo para velocidades V mucho menores que c.
SHAHEN HACYAN (Estambúl, Turquía, 1947). Nace en el seno de una familia armenia que los vientos del exilio harán recalar en México. Hizo la licenciatura en Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es doctor en Física Teórica por la Universidad de Sussex, Inglaterra. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias e investigador del Instituto de Física de la UNAM. Es notable su labor de divulgación científica, la cual se extiende a revistas y diversos diarios nacionales.
Fondo de Cultura Económica ha editado El descubrimiento del Universo (1986, 1999, 2003, 2011), Los hoyos negros y la curvatura del espacio-tiempo (1988, 1998, 2003), Relatividad para principiantes (1989, 1992, 2000), Del mundo cuántico al universo en expansión (1995), Relatividad para estudiantes de física (1995, 2013), Cuando la ciencia nos alcance (1998, 2003), Física y metafísica del espacio y el tiempo. La filosofía en el laboratorio (2004) y Ovnis y viajes interestelares, ¿realidad o fantasía? (2011).
La Relatividad de Galileo
La Tierra se mueve en el espacio como un grano de polvo en un vendaval: gira alrededor del Sol a 30 kilómetros por segundo, y este astro se mueve a su vez a 30 000 kilómetros por segundo alrededor del centro de la Vía Láctea, que es sólo una galaxia entre los millones de galaxias que efectúan un baile cósmico enlazadas por sus mutuas atracciones gravitacionales. Y, sin embargo, no percibimos ninguno de estos movimientos; la Tierra parece ser lo único firme e inmutable a nuestro alrededor. La distancia entre dos puntos fijos de la Tierra o la altura de otro con respecto a la superficie son tipos de medición bien definidos, que pueden repetirse tantas veces cuanto sea necesario, sin incertidumbre, pues la Tierra es un excelente sistema de referencia.
Figura 1. Trayectoria de una piedra.
La inmovilidad y la inmutabilidad de nuestro planeta eran evidentes a los hombres de la Antigüedad, y sólo recientemente hemos podido aceptar que se mueve en el espacio. El hecho de que el movimiento de la Tierra sea prácticamente imperceptible en la experiencia cotidiana se debe a un principio fundamental que Galileo Galilei enunció claramente en el siglo XVII: las leyes de la física son independientes de cualquier sistema de referencia.
La Tierra constituye el ejemplo más obvio de lo que es un sistema de referencia con respecto al cual se efectúan la mayoría de las mediciones. Podemos estudiar, por ejemplo, el movimiento de una piedra que se deja caer desde lo alto de un poste: la experiencia demuestra que la piedra cae exactamente a lo largo de una línea recta vertical (si no soplan vientos fuertes que la desvíen). Del mismo modo, si la piedra es arrojada con una cierta velocidad horizontal, la piedra cae siguiendo una trayectoria curva y llega al suelo a cierta distancia del pie del poste (Figura 1). Se puede demostrar que la trayectoria es una curva geométrica llamada parábola, y la distancia entre el pie del poste y el punto de caída es simplemente la velocidad inicial de la piedra multiplicada por el tiempo que dura la caída. De hecho, esto seria exactamente lo que sucedería si el experimento se realizara en un lugar sin aire (en una campana de vacío o en la Luna; por ejemplo); en la práctica, la fricción del aire con la piedra influye ligeramente en su movimiento.
Pero la Tierra no es el único sistema de referencia disponible. ¿Qué pasa si se repite el experimento de la piedra que cae en un barco en movimiento? Supongamos que la piedra se suelta desde lo alto de un mástil. ¿Caerá la piedra justo al pie del mástil o quedará rezagada debido al movimiento del barco? Esto en un problema filosófico que, en la época de Galileo, se trataba de resolver estudiando los escritos de Aristóteles y otros pensadores de la Antigüedad. No sabemos si Galileo realizó el experimento en un barco o en el laboratorio de su casa, pero podemos afirmar que él comprendió por primera vez las profundas implicaciones de ese problema.
En el ejemplo del barco, la piedra caería justo al pie del mástil sino fuera por el aire que la empuja hacia atrás. Para evitar complicaciones innecesarias, se puede realizar el experimento en el interior del barco, donde el aire está en reposo. En este caso; la caída de la piedra ocurre exactamente como si el barco no se moviera.
Figura 2. Trayectoria de una piedra vista desde dos sistemas de referencia.
Un experimentador que se encuentra dentro de un barco que avanza en línea recta y a una velocidad constante no puede decidir, por ningún experimento físico, si el barco se mueve. Tendría que asomarse por una escotilla para saberlo. (Es muy importante que el barco se mueva en línea recta y no varíe su velocidad; si éste no es el caso, el experimentador podrá adivinar que se mueve e incluso sentirse mareado por el movimiento; volveremos a este punto más adelante.)
La trayectoria de la piedra, vista en el sistema de referencia que es el barco, es una línea recta vertical. En cambio, en el sistema de referencia de la tierra firme, la trayectoria es una parábola. Estas dos descripciones de un mismo fenómeno físico son perfectamente compatibles entre sí: un observador en tierra firme ve una piedra que se arroja con una velocidad horizontal que es precisamente la velocidad del barco y ve la piedra caer siempre pegada al mástil, que se mueve con la misma velocidad; un observador en el barco ve simplemente una caída vertical (Figura 2). Tanto el barco como la tierra firme son sistemas de referencia aceptables, y es sólo una cuestión de conveniencia escoger el más apropiado.
Hasta ahora hemos insistido en que el movimiento del barco (o cualquier sistema de referencia) debe ser sin cambios de velocidad y en línea recta. Sin embargo, sabemos por experiencia que la marcha de un vehículo se nota cuando su velocidad varía; en un automóvil que toma una curva hacia la derecha, los pasajeros son empujados hacia la izquierda, al frenar son arrojados hacia adelante y al acelerarse hacia atrás. Este tipo de fuerzas se debe a la inercia de los cuerpos masivos; todo objeto tiende a moverse en línea recta, con la misma velocidad, y opone resistencia a cualquier cambio de velocidad o trayectoria. Los pasajeros de un autobús que frena bruscamente son arrojados hacia el frente del vehículo porque intentan mantener la velocidad que poseían antes del frenazo: en otras palabras, es el autobús el que se ha detenido mientras que sus ocupantes prosiguen su viaje.
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