Kurt Vonnegut - Que levante mi mano quien crea en la telequinesis

Kurt Vonnegut vuelve a la carga desde el otro mundo con este volumen que aúna la victoria de la risa y la razón crítica (dos elementos inseparables de la filosofía vonnegutiana) para demostrarnos que el indomable nado sigue gozando de una magnífica salud.

El presente volumen consta de nueve discursos inéditos, siete de ellos dirigidos a estudiantes universitarios en días de dichosa graduación. Éste un género muy querido en la oratoria norteamericana que ha dado lugar a piezas memorables adornadas con nobles sentimientos, recuerdos edificantes y sabios consejos o melifluos elixires por autoridades de intachable prestigio moral o intelectual. El autor de Matadero 5 también gozaba de una excelente reputación, pero él mismo se encargaba de sabotearla a la primera de cambio.

Los parlamentos aquí reunidos y la guinda que los corona son Vonnegut en estado puro: la quintaesencia de su tono, la campante sublimación de sus estacazos, la pólvora de su estilo y el filo de un estilete rematado con un florilegio de agudezas que nos llevará a la reflexión más sesuda. O sea: Kurt al cuadrado y, en ocasiones, al cubo.

Si el cuerdo parece un chiflado cuando la sociedad enloquece, este libro es la muestra más acabada de una cordura lunática.

Kurt Vonnegut

y otros mandamientos para corromper a la juventud

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Titivillus 05.02.17

Título original: If This Isn’t Nice, What Is?: Advice to the Young

Kurt Vonnegut, 2013

Traducción: Ramón de España

Ilustraciones: Kurt Vonnegut

Editor digital: Titivillus

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KURT VONNEGUT (Indianápolis, 1922 - Nueva York, 2007) presenció como prisionero de guerra la tormenta de fuego (aliada y justa) que arrasó Dresde en febrero de 1945. Después sería uno de los más grandes escritores norteamericanos de su tiempo. También uno de los más entrañables y queridos. Destacó en todos los terrenos (desde el relato corto al teatro, la autobiografía o el ensayo) e introdujo en ellos una vena satírica siempre atemperada por la benevolencia de su mirada. Si novelas como Las sirenas de Titán, Cuna de gato o Galápagos cimentaron su enorme prestigio, Matadero Cinco, la obra que condensa su brutal experiencia bélica, lo llevó a la memoria de todos. «He intentado conducirme como un hombre digno sin esperar recompensas o castigos después de mi muerte», escribió pocos años antes de que un dios inconcebible lo llamara a juicio.

Déjate el sombrero puesto porque podemos acabar a muchos kilómetros de aquí.

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Practicar un arte, da igual si bien o mal, es una manera de hacer crecer el alma, por el amor de Dios. Cantad en la ducha. Bailad con la radio. Contad historias.

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El auténtico pavor es despertarse una mañana y descubrir que tu promoción del instituto dirige el país.

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Un objetivo de la vida humana, no importa quién la controle, es amar a cualquiera que esté cerca para ser amado.

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Mi padre era un chiflado de las armas, como Ernest Hemingway, sobre todo para demostrar que no era afeminado pese a ser pintor y arquitecto. Pero ni se emborrachaba ni se pegaba con nadie. Le bastaba con matar animales.

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La buena tierra… Podríamos haberla salvado, pero éramos demasiado tacaños y perezosos.

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Tenemos que saltar a todas horas desde acantilados y desarrollar nuestras alas mientras caemos.

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Estáis descubriendo que no habitáis una estructura social sólida y fiable, que las personas mayores que os rodean son seres humanos atribulados, neuróticos y patosos que eran unos críos hasta hace muy poco. Por eso los hogares y las escuelas se desmoronan. Suele ser por motivos pueriles…

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Que levanten mi mano quienes crean en la telequinesis.

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Cuando las cosas van bien durante días y días, ello se debe a un estupendo accidente.

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Otro fallo del carácter humano es que todo el mundo quiere construir algo pero nadie tiene ganas de mantenerlo.

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Haz el amor siempre que puedas. Es bueno para ti.

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Los artistas americanos ya no tienen por qué andar pegando tiros. Hasta pueden ser homosexuales y quedarse tan anchos. Eso está bien.

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Las exóticas sugerencias de viaje son lecciones de baile impartidas por Dios.

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Los humanistas intentan comportarse de manera honorable sin esperar ninguna recompensa o castigo en la otra vida. Y como hasta ahora nunca hemos visto al creador del universo, servimos lo mejor que podemos a la más elevada abstracción más o menos comprensible para nosotros: la comunidad.

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Escríbele un poema a un amigo, aunque sea malo. Hazlo lo mejor posible. Obtendrás una compensación inmensa. Habrás creado algo.

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Que yo sepa, con los bebés sólo hay una regla: tienes que ser bueno, ¡carajo!

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Me fascina el Sermón de la Montaña. La compasión, creo yo, es la única buena idea que hemos tenido hasta ahora. Tal vez algún día se nos ocurra otra, momento en el que ya tendremos dos buenas ideas.

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El cuerdo parece un chiflado cuando la sociedad enloquece.

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Es cierto que algunos personajes se expresan con crudeza, pero eso ocurre porque la gente habla así en la vida real. Sobre todo los soldados y los hombres que realizan trabajos duros. Hasta los niños más protegidos lo saben. Y todos sabemos también que esas palabras tampoco les hacen tanto daño a los críos. No nos lo hicieron a nosotros cuando éramos jóvenes. Lo verdaderamente dañino son las mentiras y las maldades.

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Queridas generaciones futuras, aceptad por favor nuestras disculpas: rugíamos borrachos de petróleo.

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Tras un siglo de delirios en el transporte hemos herido de muerte este agradable planeta, el único en toda la Vía Láctea que proporciona una buena vida. Nuestro Gobierno libra una guerra contra las drogas. ¡Que la emprenda contra el petróleo! ¡Eso sí que da subidones destructivos! Le echas un poco de ese material al coche y te pones a doscientos kilómetros por hora para atropellar al perro del vecino y destrozar la atmósfera.

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Somos animales danzarines.

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La ignorancia absoluta es la madre de la originalidad.

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Los bibliotecarios, que no se distinguen precisamente por su fuerza física, sus poderosas relaciones políticas o su enorme riqueza, son quienes, repartidos por todo el país, se han resistido con uñas y dientes a los matones antidemocráticos que han intentado sacar de las estanterías ciertos libros y quienes se han negado a revelar a la policía del pensamiento la identidad de las personas que han solicitado esos libros.

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Fui víctima de una serie de accidentes. Como todo el mundo.

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Soy un vagabundo espacial llamado Kurt.

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Así es la vida…

Freedonia College, Freedonia

(Nueva York), 20 de mayo de 1978