• Quejarse

José Javier Esparza - Tercios

Aquí puedes leer online José Javier Esparza - Tercios texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2017, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

José Javier Esparza Tercios

Tercios: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Tercios" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

José Javier Esparza: otros libros del autor


¿Quién escribió Tercios? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Tercios — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Tercios " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
BIBLIOGRAFÍA PARA SABER MÁS

Albi de la Cuesta, Julio, De Pavía a Rocroi: los tercios de infantería española en los siglos XVI y XVII, Balkan, Madrid, 1999.

Giménez Martín, Juan Francisco, Tercios de Flandes, Falcata Ibérica, Madrid, 1999.

Martínez Laínez, Fernando, Una pica en Flandes, EDAF, Madrid, 2007.

—y Sánchez de Toca, José María, Tercios de España, EDAF, Madrid, 2006.

Martínez Ruiz, Enrique, Los soldados del rey, Actas, Madrid, 2008.

Parker, Geoffrey, España y la rebelión de Flandes, Nerea, Madrid, 1989.

—, El ejército de Flandes y el Camino Español, Alianza Editorial, Madrid, 2006.

Quatrefages, René, La revolución militar moderna. El crisol español, Ministerio de Defensa, Madrid, 1996.

—, Los Tercios, Ministerio de Defensa, Madrid, 2016.

Rodríguez Hernández, Antonio José, Breve historia de los tercios de Flandes, Nowtilus, Madrid, 2015.

1. LOS ABUELOS DE LA INFANTERÍA ESPAÑOLA

Nada nace de la nada. Si la infantería española dominó sin discusión los campos de batalla de Europa y América durante siglo y medio, y si todavía fue determinante durante siglo y medio más, no fue por casualidad o por un suceso repentino. Si pudo haber unos tercios invencibles, fue porque el país acumulaba una larguísima tradición guerrera y una cultura militar muy arraigada. Y eso desde antes de que España se llamara así.

«Excelentes jinetes e infantes que destacan por su valor y sufrimiento». Eso dice Diodoro Sículo de los guerreros celtíberos. Atacan a caballo, pero, si son rechazados, descabalgan y combaten como infantes. Añade el siciliano que entre lusitanos e íberos es costumbre que los jóvenes con pocos recursos, pero vigorosos y combativos, al llegar a la edad adulta cojan su arma y se reúnan «en la aspereza de los montes», donde forman bandas que viven de la guerra y el saqueo. Hay más: los lusitanos —cuenta Estrabón— son diestros en emboscadas y persecuciones, además de «ágiles, listos y disimulados». En el Duero —añade— hay pueblos que «viven al modo lacónico», es decir, como espartanos: se bañan en agua fría y no hacen más que una frugal comida al día. Los montañeses de Galicia, Asturias y Cantabria —aporta Apiano— son sobrios, no beben más que agua, duermen en el suelo, comen «carne de cabrón» y pan de harina de bellota, y practican incesantemente «luchas gimnásticas y hoplíticas e hípicas», en un perpetuo ejercicio de pugilato, carrera, escaramuzas y batallas campales.

Por encima de las edades

Así describían los clásicos a los guerreros que encontraron en Hispania. Y estaban por todas partes. Es notable que la mayor parte de estos rasgos —severidad, frugalidad, resistencia— se repita en las caracterizaciones habituales de los soldados españoles de todos los tiempos y, por supuesto, en los de los tercios. Entre la Hispania de Estrabón y la guerra de Flandes dista milenio y medio. Pocas cosas hay en común entre una España y otra: en medio han quedado cinco siglos de romanización, tres de germanización, siete de islamización y contra-islamización en la Reconquista… Pero se diría que en este suelo, por encima de las edades, hay una especie de constante que define el carácter del soldado español: bravo, sufrido, resistente, agreste, presto a combatir a pie, pegado al suelo, fiel a su jefe… También, todo sea dicho, es un soldado difícil de mandar y con tendencia natural al desorden. Sertorio —cuenta Plutarco— no se ganó realmente a los nativos hispanos hasta que «por medio de las armas, formación y orden romanos, les quitó aquel aspecto furioso y terrible, convirtiendo sus fuerzas de grandes cuadrillas de bandoleros, en un ejército».

¿Cómo eran, cómo se armaban, cómo combatían estos tatarabuelos de la infantería española? Diodoro proporciona un retrato muy completo de los guerreros celtíberos: ataviados con capas negras de áspera lana, armados con espadas de doble filo —al estilo celta— y un cuchillo de «una cuarta» (unos veinte centímetros) para el combate cuerpo a cuerpo, cubiertos con escudos de dimensión variable, desde ligeras rodelas hasta fuertes «aspis» de tipo griego (en torno a un metro de diámetro), protegidos con grebas de pelo en las piernas y, sobre la cabeza, cascos de bronce con cimeras rojas. Añade el siciliano Diodoro que los celtíberos conocían una singular forma de fabricar acero: enterraban piezas de hierro, las dejaban oxidar, eliminaban la parte carcomida y volvían a forjar el núcleo, de manera que «un arma así fabricada corta cualquier cosa que encuentre en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que resista sus golpes». El dato es relevante porque acredita la existencia de una cultura guerrera avanzada en pueblos que, en otros aspectos, eran ostensiblemente primitivos.

También tenemos una descripción de los guerreros lusitanos, esta por mano de Estrabón, y el retrato permite pensar en una clara jerarquía dentro de la hueste armada. Los más poderosos enarbolan lanzas de punta de bronce, se acorazan con cotas de malla y cubren su cabeza con cascos metálicos de tres cimeras. Metálicas son también las grebas que protegen sus piernas. Los demás se arman con varias jabalinas y dardos, portan corazas de lino prensado y, sobre el cráneo, «cascos tejidos de nervios», una descripción que sugiere capacetes reticulares de cuero (y que recuerda, por cierto, a los almogávares de mil años después). Unos y otros, ricos y pobres, completan su panoplia con un cuchillo y blanden pequeños escudos, redondos y cóncavos, que cuelgan de sus cuerpos con correas.

¿Y sus tácticas? Primarias, a juzgar por las palabras de los clásicos: típicos ardides de cazador —emboscadas, acechos, golpes de mano, cargas furiosas— más aptos para la guerra tribal que para las grandes batallas campales que plantearon cartagineses y romanos. Frecuentemente, las apariciones de los prehispanos son asambleas mal cosidas de huestes en armas que acuden directamente al choque contra el enemigo como si no hubiera un mañana (o como si lo hubiera en algún otro lugar). Como es natural, púnicos primero y latinos después despedazaron reiteradas veces a aquellas hordas de gentes tan bravas como anárquicas. Con todo, los relatos antiguos dejan descubrir sorprendentes rasgos de talento. Por ejemplo, frente a los poderosos ejércitos púnicos de Amílcar Barca, los íberos alinean sus huestes detrás de carros cargados de leña y tirados por toros; los cartagineses ríen al divisar a tan estrafalario ejército, pero su sonrisa se congela al ver cómo los íberos prenden fuego a la leña de los carros, los toros entran en pánico y salen de estampida contra los cuadros de elefantes del enemigo, y tras los toros embravecidos aparecen los guerreros ibéricos para entregarse a una brutal degollina de cartagineses. El episodio lo cuenta Apiano. Allí murió Amílcar, por cierto. Siglos después, Viriato, en Tríbola, alinea a sus huestes frente a las legiones romanas, las hace retirarse en direcciones distintas, desconcierta al enemigo con esa multiplicación de frentes y finalmente atrae sobre sí a los legionarios para conducirlos a una emboscada letal.

Es verdad que muchas características de los pueblos de la Hispania prerromana son comunes a cualesquiera otras culturas indoeuropeas de índole guerrera, incluso en los ritos funerarios, en la liturgia con la que se inhuma al jefe o en el ajuar de los enterramientos. «El cadáver del heroico caudillo —cuenta en otro momento Diodoro Sículo—, magníficamente vestido, fue quemado en una altísima pira. Mientras el cuerpo se consumía, tanto los soldados de a pie como los jinetes, todos con armas, dieron vueltas a su alrededor entonando sus glorias al modo bárbaro, y no se apartaron del lugar hasta que el fuego se extinguió». Esta escena podría haber tenido lugar igualmente en un páramo escocés o en un bosque germano. Tampoco en aquellos pagos se desconocía esa forma extrema de la disciplina militar que entre nosotros se llamó «devotio ibérica»: la vinculación de la propia vida a la del jefe de hueste. Aunque, a juzgar por las fuentes, parece que en nuestras tierras tal devoción se llevó hasta límites nunca vistos en otras latitudes.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Tercios»

Mira libros similares a Tercios. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


José Javier Esparza Torres - Los demonios del mar
Los demonios del mar
José Javier Esparza Torres
Fernando Martínez Laínez - Tercios de España
Tercios de España
Fernando Martínez Laínez
José Javier Esparza - Santiago y cierra, España
Santiago y cierra, España
José Javier Esparza
José Javier Esparza - Visigodos
Visigodos
José Javier Esparza
José Javier Esparza - Moros y cristianos
Moros y cristianos
José Javier Esparza
José Javier Esparza - La cruzada del océano
La cruzada del océano
José Javier Esparza
José Javier Esparza - Historia de la Yihad
Historia de la Yihad
José Javier Esparza
José Javier Esparza - El terror rojo en España
El terror rojo en España
José Javier Esparza
Reseñas sobre «Tercios»

Discusión, reseñas del libro Tercios y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.