Johannes Spiess - ¡SUBMARINOS!…

Johannes Spiess, comandante de los submarinos U-9, U-19, U-52 y U-135 nos relata en ¡Submarinos!… seis años de su vida en los submarinos de la Armada Imperial. En palabras de su autor:

Debe este libro transmitirnos una impresión aguda y personal de los pensamientos, preocupaciones y miserias de quienes dirigen esta arma misteriosa que es el submarino.

Johannes Spiess

Seis años de cruceros en submarino

(1912-1918)

ePub r1.0

Joselin 14.07.14

Título original: Sechs jahre U-Bootfahrten

Johannes Spiess, 1925

Traducción: Ricardo Neira

Diseño de cubierta: Joselin

Editor digital: Joselin

ePub base r1.1

JOHANNES SPIESS (Berlín, 25 de Julio de 1888 -Hamburgo, 30 de Marzo de 1972). Marino y escritor alemán.

Ingresó en la marina Imperial en 1907. El 28 de Septiembre de 1910 alcanzó el grado de Leutnant zur See (Alférez de Fragata). En 1912 fue asignado como oficial de torpedos al submarino U-9, al mando del comandante Otto Weddigen. El 27 de Septiembre de 1913 fue ascendido a Oberleutnant zur See (Alférez de Navío). El 16 Febrero de 1915, a Weddigen le fue entregado el mando del U-29, momento en el que Spiess asumió el mando del U-9. En 11 de Agosto de 1916 tomo el mando de SM U-19 el que sería su submarino hasta el 31 de Mayo de 1918 con un breve paréntesis de un mes durante el cual tomo el mando del U-52, mientras el U-19 era reparado. Ya como Kapitänleutnant (Teniente de Navío), el 20 de Julio de 1918, se le asigno el U-135 hasta que el 11 de Noviembre de 1918, con motivo de la rendición de Alemania, debió entregarlo a los ingleses.

Durante sus años de servicio, al mando de un submarino, hundió más de 40 buques con un total de unas 78.800 toneladas.

Dejo el servicio activo el 8 de Marzo de 1920. Hasta ese momento había sido condecorado con la Militärverdienstorden, la Cruz de Hierro(1.ª y 2.ª clase) y Hausorden von Hohenzollern.

En 1925 publico su libro Sechs jahre U-Bootfahrten, en el que se narran sus experiencias tras seis años de cruceros submarinos.

[1] Véase el libro, de esta misma colección, titulado EL NAVÍO NEGRO (Las aventuras del crucero auxiliar Wolf), por el capitán de corbeta F. Witschetzky. - Editado por IBERIA.

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Al traer a estas páginas algunos momentos corrientes y característicos de mis cruceros submarinos, no me propongo escribir precisamente «memorias» ni un «diario de guerra» o relato de operaciones navales. Es muy otro el objeto que persigo.

Debe este libro transmitirnos una impresión aguda y personal de los pensamientos, preocupaciones y miserias de quienes dirigen esta arma misteriosa que es el submarino.

Desfilarán aquí, en sucesión deshilvanada, algunos típicos y fragmentarios acontecimientos, que aun a los profanos darán una idea de cómo en poco tiempo, y en virtud de un trabajo incesante, se ha perfeccionado el arma submarina, pasando de la inseguridad de un período de ensayos a ser, finalmente, un arma de extensa aplicación, y cuan diversos problemas se presentaron a sus comandantes ante los cambios de la situación militar y como consecuencia de las medidas, cada día más eficaces, que adoptaba el enemigo.

Los hechos de Weddigen y las hazañas de nuestros submarinos, que hicieron temblar a Inglaterra, la orgulloso «Reina de los mares», no deben caer en olvido del pueblo alemán. El recuerdo de aquéllos deberá siempre contribuir a fortalecer el amor a la patria en la juventud alemana. Desgraciadamente, la propaganda enemiga no sintió escrúpulos en herir el honor militar de los oficiales de submarinos ni para inscribirlos en la «lista de los que deben ser entregados». Y siendo yo uno de los que no han figurado en esta lista negra, puedo testimoniar que centenares de nuestros camaradas han hallado la muerte a causa de su caballeresco proceder en la dirección de las operaciones.

Lentamente, pero con seguridad, empieza a abrirse paso la verdad entre nuestros antiguos adversarios. Todo esclarecimiento contribuirá a que la comprensión y el aprecio recíprocos sean cada vez mayores.

J. SPIESS

OFICIAL DE PUENTE A BORDO DEL «U-9». A LAS ÓRDENES DE WEDDIGEN (1912-1914)

Mi ingreso en la oficialidad del «U-9». — El interior del submarino. — Ejercicios y pruebas. — Prejuicios y suposiciones erróneas sobre la navegación submarina.

Si hoy echo una mirada retrospectiva sobre mi carrera de oficial submarinista, que ha durado seis años, un mes y veinte días, se me presenta como si yo hubiese vivido una interesante novela de carácter técnico. Durante la guerra y antes de ella estuvo el submarino cubierto con un velo de misterio; ahora que los nuestros pasaron a poder de los enemigos y que la guerra pertenece a la Historia, se puede descorrer casi totalmente el velo. Tengo una singular visión de conjunto sobre el desarrollo del arma submarina, pues que yo sepa, soy el único que se ha sostenido como oficial de submarino en operaciones desde octubre de 1912 hasta el viaje para entregar la flota a Inglaterra, en noviembre de 1918. La mayoría de nuestros mejores camaradas han muerto; del resto, los unos fueron hechos prisioneros y los demás perdieron los nervios y la salud.

Cuando torno a pensar en mis viajes, reconstruyo imaginativamente todo el proceso de evolución de nuestra flota submarina, único medio decisivo de guerra naval que podía emplear Alemania contra Inglaterra, dada la situación geográfica y las condiciones militares en que se desarrolló la contienda. En el último momento se había alcanzado tal progreso en la técnica del submarino, que pudo haberse vencido el poder naval inglés. Habíamos casi conquistado para siempre la libertad del mar, que, juntamente con la Marina Imperial, fue sepultada bajo los escombros de la revolución.

Hojeando mis viejos papeles —de jornadas de guerra y diarios de navegación— revivo aquel hermoso tiempo en que se podía ver cómo las mejores cualidades de la juventud de Alemania se incorporaban a su marina, y quisiera fijar aquí en histórica sucesión, aunque no cronológica ni detalladamente, algunos característicos episodios de que fui testigo.

En 1912 era yo segundo oficial torpedista a bordo del acorazado «Pommern», y esperaba que en los ordinarios relevos del otoño sería trasladado a un torpedero. Navegar en un torpedero era entonces el mayor deseo de los oficiales jóvenes. Recibí, pues, una desilusión cuando en 1.° de octubre fui destinado como oficial al submarino «U-9».

No se tenían entonces los submarinos en gran estima. Se valoraba en poco su eficacia porque no habían sido aún suficientemente concebidos y probados y también en razón de los muchos desgraciados accidentes que con ese material habían ocurrido, particularmente en las marinas extranjeras. Había, además, que contar con la deficiente habitabilidad a bordo, el aire viciado, el mal olor del petróleo, el difícil manejo de los aparatos y todas las desagradables cualidades de aquellos minúsculos cacharros navegantes.

El servicio de los submarinos de entonces tenía un paralelo en el arma de aviación. Eramos bastante escépticos respecto a esos nuevos productos de la técnica. Mas, por otra parte, el servicio era allí más libre e independiente. Los puestos de mando se concedían sólo a propuesta de los oficiales, y de este modo nadie venía a formar parte de las dotaciones de oficiales en submarinos si no mostraba poseer las aptitudes y demás cualidades personales que requiere ese servicio.