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Alfonso Egea Corchuelo - Hay chicos malos

Aquí puedes leer online Alfonso Egea Corchuelo - Hay chicos malos texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2009, Editor: ePubLibre, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Alfonso Egea Corchuelo Hay chicos malos

Hay chicos malos: resumen, descripción y anotación

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Pocas veces en la historia reciente un caso de desaparición y presunto asesinato ha captado tanto la atención de los medios de comunicación y de la sociedad en general.
Y no es para menos: la víctima, como algunos de los presuntos encubridores o colaboradores, era menor de edad.
Enseguida saltó la noticia a las redes sociales para la movilización ciudadana, y enseguida, también, muchos padres sintieron un escalofrío ante una forma de relacionarse de las pandillas del mundo real o virtual sobre la que lo desconocen todo: lobos que aparentan ser corderos, espíritu de manada, impiedad y mentira.
Alfonso Egea, el periodista que probablemente sepa más del caso, lo narra con exhaustividad y estilo ágil, con información nunca antes desvelada. Podría leerse como una novela policíaca, pero lejos del morbo, y por encima de la crónica de sucesos, Hay chicos malos es una llamada de alerta a la sociedad ante el peligro que acecha a nuestros hijos, ante el que no cabe cerrar los ojos. Por ello el libro ahonda en el comportamiento de jóvenes y adolescentes, a su forma de relacionarse, de la que los adultos lo desconocen casi todo.

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Pocas veces en la historia reciente un caso de desaparición y presunto asesinato ha captado tanto la atención de los medios de comunicación y de la sociedad en general.

Y no es para menos: la víctima, como algunos de los presuntos encubridores o colaboradores, era menor de edad.

Enseguida saltó la noticia a las redes sociales para la movilización ciudadana, y enseguida, también, muchos padres sintieron un escalofrío ante una forma de relacionarse de las pandillas del mundo real o virtual sobre la que lo desconocen todo: lobos que aparentan ser corderos, espíritu de manada, impiedad y mentira.

Alfonso Egea, el periodista que probablemente sepa más del caso, lo narra con exhaustividad y estilo ágil, con información nunca antes desvelada. Podría leerse como una novela policíaca, pero lejos del morbo, y por encima de la crónica de sucesos, Hay chicos malos es una llamada de alerta a la sociedad ante el peligro que acecha a nuestros hijos, ante el que no cabe cerrar los ojos. Por ello el libro ahonda en el comportamiento de jóvenes y adolescentes, a su forma de relacionarse, de la que los adultos lo desconocen casi todo.

Alfonso Egea Corchuelo Hay chicos malos El caso de Marta del Castillo ePub r10 - photo 1

Alfonso Egea Corchuelo

Hay chicos malos

El caso de Marta del Castillo

ePub r1.0

Titivillus 20.03.2020

Título original: Hay chicos malos. El caso de Marta del Castillo

Alfonso Egea Corchuelo, 2009

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

Intencionadamente o no se confunden siempre los jueces con la Justicia y los - photo 2

«Intencionadamente o no, se confunden siempre los jueces con la Justicia y los sacerdotes con Dios. Así se acostumbran los hombres a desconfiar de la Justicia y de Dios».

ALPHONSE CARR

Carta abierta de los padres de Marta

En primer lugar quisiéramos dar las gracias a todas las personas que han colaborado de una u otra forma para bien en este caso tan desagradable que ha dejado al descubierto las imperfecciones de nuestro sistema tanto legislativo como a niveles policiales. Y digo esto último, porque si aquella noche del 24 de enero la persona de uniforme que recogió la denuncia hubiera cumplido con su trabajo, habría aplicado la INSTRUCCIÓN Nº 11/2007, DE 12 DE SEPTIEMBRE, DE LA SECRETARIA DE ESTADO DE SEGURIDAD, POR LA QUE SE APRUEBA EL «PROTOCOLO DE ACTUACIÓN POLICIAL CON MENORES» en su apartado 9.1, la cual tenía obligación de saber y hacer cumplir. Da lugar a pensar que por la dejadez de algunos funcionarios policiales, estos sean los responsables de que el cuerpo de mi hija no haya aparecido, ahondando aún más en el dolor sentido. Solamente decir que el dolor, la angustia, y el sufrimiento interno que puede generar el cuerpo ante una situación tal, es inigualable a ninguno sentido ante cualquier otra situación física, sin contar con las malas situaciones que genera la mente ante estos casos de desaparición, pues la imaginación vuela más allá que el sentir del propio corazón.

Aquellos primeros días en los que el dolor del pecho, las lágrimas me nublaban la vista y cinco teléfonos sonaban, deseaba morirme como si tal fuese la gran solución a todo. Sólo saber que mi mujer estaba sedada en el dormitorio, y mis hijas expectantes a todo, y que esperaban de su padre que estuviera a la altura de las circunstancias, me decía que debía mantenerme en pie como una roca, tenía que hacer sentir seguridad y control en todo momento, tragándome para mis adentros todo el rencor, las ganas de llorar desconsoladamente y gritar de furia. Sólo encontraba consuelo en el café y el tabaco, y solía dormir entre dos y tres horas diarias, entre las cuales algunas llamadas mal intencionadas terminaban con el poco descanso mental que tenía. Ya por último despedirme, agradeciendo la labor desmesurada de mi suegro José Antonio Casanueva y de mi cuñado Francisco Javier Casanueva, quienes con su presencia y colaboración junto a mi mujer y a mí, han hecho esta situación más llevadera.

ANTONIO DEL CASTILLO

Que « TODOS SOMOS MARTA » no quede en un grito ahogado por las injusticias. Que esa Estrella que es mi hija allá arriba esté donde esté, sepa que su muerte no quedó olvidada en un cartel de « DESAPARECIDA ».

EVA Mª CASANUEVA

Eva Casanueva y Antonio del Castillo EFE Son héroes Fíjese en sus ojos mire - photo 3

Eva Casanueva y Antonio del Castillo. EFE

Son héroes. Fíjese en sus ojos, mire bien esas manos que se entrelazan uniendo un vínculo fuerte como el acero. Son Eva y Antonio, saben que su hija murió y aún en esa fotografía luchaban por que se hiciera justicia y sobre todo para que alguien les devolviera el cuerpo sin vida de su hija para poder llorarla a solas. Mucho aprenderá de esta pareja cuando cierre este libro, por eso quiero que lean lo que ellos mismo tienen que decir.

Agradecimientos

Soy humano y en mi humanidad radica mi imperfección. Nada de lo que hago en la vida, y especialmente en mi trabajo, es únicamente atribuible a mi esfuerzo, mis conocimientos o mi genialidad, sobre todo porque carezco de todo menos del tesón de desear averiguar siempre un poco más de verdad. Pero ese trabajo sería estéril sin un buen puñado de buenas personas a mi alrededor. La primera, como siempre, Sandra. La mejor en todos los sentidos. La mejor periodista, la mejor compañera, la mejor amiga y la mejor mujer, entre otras muchas cosas.

Esta vez he decidido esconder lo menos posible cada una de las certezas que he averiguado sobre este caso y los sentimientos que han despertado en mi. Por momentos intuirá que estoy enfadado, triste, asombrado… todo lo que seguramente también le ocurra a usted, o eso espero. Pero cada línea, cada dato, cada hallazgo, no es atribuible a quien lo escribe, sino a quien hizo posible que lo conociera, que lo entendiera, incluso que lo ocultara, al menos de forma temporal. La mayoría de esas personas, las fuentes, viven condenadas al anonimato, pero no por ello debo dejar de agradecerles toda su entrega, su dedicación y muchas veces su amistad a la hora de colaborar en mi trabajo. Los hay cercanos a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a la judicatura, a las prisiones; algunos no son más que personas curiosas y despiertas que usan sus contactos o su trabajo diario para llegar a lugares e informaciones a los que yo jamás podría acceder por mí mismo. Unos se han limitado a escuchar, otros a leer, algunos a mandar un fax. A todos ellos un millón de gracias, otra vez.

Y gracias a Dios hay otros a los que sí puedo nombrar, y desgraciadamente seguro que me olvido a muchos, así que de antemano, lo siento. Enrique Gallego estuvo siempre ahí, en Sevilla, pendiente de todo y de todos. Estuvieron también los habituales de la crónica de tribunales en Sevilla, compañeros de otros medios que siempre me recibieron a mí y al resto de colegas que viajamos tanto a Sevilla como si fuéramos uno más, y es que lo éramos. Gracias a todos los compañeros que trabajaron conmigo en el programa Tal cual lo contamos, donde me tocó vivir este caso casi a diario. Gracias a los compañeros de redacción a los que tanto aburrí con interminables explicaciones de un caso que se complicaba cada día más, gracias a la dirección del programa por creer que yo sabía lo que estaba haciendo, gracias a Cristina Lasvignes por escuchar en directo cada una de las difíciles explicaciones que traía la investigación, gracias a Gabi por no odiarme cada vez que le daba un papel nuevo que quería que los espectadores conocieran cuando apenas quedaba tiempo para preparar nada. Y gracias también a Antonio Pasagali, sin cuya paciencia y conocimientos es más que posible que este libro fuera un poco menos de lo que es. Gracias a todos los que no menciono, sólo por preguntar, sólo por interesarse, sólo por querer saber. Entre esos hoy está también usted.

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