Una biografía que recoge en buena parte lo que fue la Historia Triste de aquella banda que se hacía llamar la más honrada del mundo. Es además un testimonio histórico de la vida salvaje en los años 80, es una biblia atea para los eskorbutines, los fieles seguidores del grupo, aquellos que en aquella época se convertían en escudos humanos para los hostias que le llovían al mismo desde todos los lados («En España nos llaman terroristas; en Euskadi nazis», solían decir, pues además de sus enemigos naturales —los militares, los partidos…— se enfrentaron también con lo que ellos consideraban un montaje comercial y político, el Rock Radikal Vasco, arremetieron contra las Gestoras Pro-Amnistía al sentirse desprotegidos tras una detención en Madrid), y que pasados los años ven —estos eskorbutines— como muchos de los que en vida odiaban a Iosu y Jualma citan ahora sus frases, aquellas frases que eran puras sentencias.
Reúne una completa biografía del grupo (incluidos algunos memorias del propio Iosu Expósito), todas sus letras, recuerdos de personas que estuvieron próximas a ellos —Fermín Muguruza, Roberto Mosso…—, fotos inéditas, artículos periodísticos… Curiosamente parece que hablar de Eskorbuto forzaba a escribir muy bien (Pablo Cabeza, Josu Arteaga, Oscar Beorlegi), con una profundidad inusitada. Tal vez porque Eskorbuto no era sino una versión encuerada a ritmo punk-rock de la filosofía, las dudas que a lo largo de los siglos han asolado al ser humano: dios, la enfermedad, el sueño, la muerte…
Diego Cerdán Galera
Eskorbuto: Historia triste
ePub r1.0
klmd 16.07.16
Título original: Eskorbuto: historia triste
Diego Cerdán Galera, 2001
Editor digital: klmd
ePub base r1.2
A los que han defendido el nombre de Eskorbuto
va dedicada esta historia.
El demonio a mi lado acecha en tentaciones
y pone ante mis ojos, llenos de confusiones
heridas entreabiertas, espantosas visiones.
La destrucción preside este corazón mío.
«La Destrucción»,
Charles Baudelaire.
ESKORBUTO:
HISTORIA TRISTE
Diego Cerdán
Prólogo
EL PUNK COMO BOMBA SOCIAL
Daniel Alba
«Nosotros no hacemos música, hacemos caos» (Sex Pistols)
Es difícil establecer una fecha y un lugar para el inicio del punk, sobre todo si tenemos en cuenta la doble vertiente, americana y británica. Probablemente los conciertos de Iggy Pop & the Stooges en Detroit, o de la Velvet Underground en Nueva York en la segunda mitad de los años 60, van allanando un camino siempre abrupto, que los New York Dolls a principios de los 70 y los Ramones unos años más tarde retoman para forjar lo que sería el espíritu del punk; es decir de la «basura», como así se traduce el término. El punk surge de las calles como necesidad de expresar el sentir de una juventud que se encuentra desencantada por la revolución pacifista hippy y que demanda una entrada en acción más inmediata, radical y agresiva. Musicalmente hablando, el sentimiento generalizado es que las numerosas mega-bandas de rock sinfónico y progresivo que actúan en estadios ofreciendo espectáculos de luz y sonido de alta sofisticación, ya no reflejan el pulso que recorre las calles de la América post-Vietnam, sumida en la crisis de los 70 y en el aburrimiento.
Los Ramones representan mejor que nadie ese nuevo enfrentamiento con la realidad: cuatro jóvenes de un barrio marginal de la ciudad de Nueva York, recuperan el espíritu del rock más primario y directo para hablar de temas urbanos, de amor y desamor adolescente; del vacío de una juventud que no encuentra motivación. La música es pretendidamente simple y directa y se basa en apenas tres acordes de guitarra a un ritmo acelerado y anfetamínico. Su aspecto de delincuentes juveniles nos avisa de que sus intenciones no son para nada pacifistas. En torno a la sala de conciertos neoyorquina CBGB’s, comienzan a surgir otras bandas que comparten una filosofía similar y que comienzan a dar la pauta de lo que será esta nueva tendencia musical; Richard Hell, Televisión, Blondie, Dictators o Suicide.
El punk de procedencia inglesa
Paralelamente en Gran Bretaña, en la segunda mitad de los 70, comienza a aparecer un movimiento cultural de similares características, en gran parte debido al descontento que ha provocado el alto índice de paro y la falta de fe en el futuro, y no también parece cansado de la super-profesionalización de la industria discográfica.
Esta generación encontrará una punta de lanza perfecta en la banda más radical y contestataria de todas, Sex Pistols, dirigidos de cerca por el astuto Malcolm McLaren, que proyectó numerosas ideas aprendidas en su anterior estancia en Nueva York (de ahí la supuesta paternidad americana del punk) como manager de los New York Dolls en sus nuevos pupilos, para crear una auténtica conmoción que repercutiría en la música popular de todo el planeta. McLaren logró que Sex Pistols popularizaran (o impopularizaran) una nueva actitud insultante y contestataria, que tendría como objetivo el propio entramado político y social del Reino Unido, tomando como objetivo prioritario a la mismísima Reina de Inglaterra en el año de la celebración de su jubileo. La publicación del single «God Save The Queen», una parodia del himno de Inglaterra, en el que se insultaba abiertamente a la Reina y a los poderes, provocaron una reacción en cadena, que llevó a la censura del single en todas las emisoras de radio, la prohibición de la venta del disco y el veto para actuar en suelo británico. Una breve entrevista en la televisión pública, en la que los Sex Pistols se despachaban con toda una retahila de insultos y palabras malsonantes en un tono de absoluta irreverencia les convirtió en portada de todos los periódicos y llevó el punk al corazón de miles de seguidores, que corrieron prestos a cambiar su atuendo por las provocativas prendas punk, y a expresar su descontento con guitarras y aullidos de rabia. La leyenda de los Sex Pistols aumentaba a medida que pasaban de una discográfica de élite a otra mayor por contratos astronómicos que se veían súbitamente cancelados ante el miedo a las imprevisibles repercusiones del grupo punk. Un solo LP, «Never Mind The Bollocks», fue suficiente para arropar a toda una oleada de bandas punk, algunas anteriores a los propios Pistols, como The Clash, Damned, Stranglers o Buzzcocks. Sex Pistols ejemplificaron el paradigma de la filosofía punk; musicalmente apenas dominaban los instrumentos y se decantaban por composiciones sencillas, básicas y directas. Como fenómeno político y social, los Sex Pistols atentaban contra todo poder establecido, proponiendo el desorden, el caos, y la anarquía como única estrategia posible. La iglesia es también condenada por un Johnny Rotten, cantante del grupo, que se declara un anticristo en las primeras líneas del tema «Anarchy In The UK», y cualquier institución de control social.
Actitudes y contenidos
La actitud es profundamente nihilista, y el punk, que no tiene fe en el futuro («no future», es uno de sus lemas; «destroy», otro) no quiere tener descendencia ni vivir más allá de los treinta años de edad. Esta renuncia a la paternidad sitúa a la mujer en una nueva posición, en la que, liberada de su tradicional función reproductora, tendrá ahora la posibilidad de incorporarse al mundo como un igual, disfrutando del sexo sin ataduras sentimentales ni procreadoras. Es por ello por lo que opta por una imagen de prostituta, vestida de cuero negro, medias de redecilla y actitud desafiante, como la de aquellas mujeres mundanas que elogiara Baudelaire en los «Paraisos Artificiales» a finales del siglo diecinueve, entregadas a los placeres sin ambages. El punk busca vivir al margen de la sociedad, convertirse en un inadaptado, y por ello elige una vestimenta chocante y agresiva que le excluye de cualquier convención social. El pelo se tiñe de colores estridentes y de peinados imposibles, sobre todo de cresta mohicana o pinchos de colores, y la ropa se desgarra en harapos, como si el punk surgiera de ultratumba; no en vano, sus colores favoritos, negro y rojo, son al tiempo los colores de la anarquía y de los vampiros. El punk trasmitirá su enfermedad durante la noche…