Título: Mariposas verdes
Primera edición: abril de 2017
© Enrique Patiño, 2017
2017, de la presente edición en castellano para todo el mundo:
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ISBN 978-958-8991-51-1
“Supongo que ya puedo
observar a la infinita nada”.
SERGIO URREGO
Por GUSTAVO NIETO ROA
El bullying es una expresión más de la violencia, problemática que se presenta en cualquier parte del mundo, sin importar la esfera social en que nos movamos. Comienza generalmente en la familia, con el trato que los padres se dan entre sí, y ellos con los hijos, y los hijos con los hermanos y otros familiares, y de allí se transporta al colegio, la universidad, la calle, las relaciones de pareja, el trabajo, y cualquier otro espacio que implique interacción entre seres humanos.
El sometimiento del fuerte sobre el débil ha existido en todas las etapas de la historia de nuestra evolución; donde quiera que hay agrupaciones de gente, suele aparecer alguien que, aprovechándose de su poder, superioridad física u otro factor que lo haga sentirse más que el otro, humilla, desprecia, violenta y agrede a quienes están en condiciones de inferioridad, vulnerándolos físicamente, o en su dignidad, o en sus sentimientos y emociones. La sociedad ha sido muy permisiva en este sentido, pareciera que acepta el maltrato como una forma de corregir a otros, de mantener la disciplina o cierto orden, como sucede en los casos que presenta este libro.
En los últimos años hemos visto una oleada de campañas y de hechos que han empezado a despertar conciencia frente al matoneo y sus consecuencias, pero aún queda mucho trabajo por hacer.
En el proyecto Mariposas verdes , que hace referencia al libro y a la película, no caben todas las formas de violencia que viven las personas que descubren que su orientación sexual es diversa, o que su cuerpo o su personalidad se salen de las formas comunes y válidas para los demás, convirtiéndose en víctimas de la exclusión.
Fueron hechos reales los que motivaron a los guionistas de la película a buscar noticias sobre chicos y chicas que sufrieron el acoso escolar, y a investigar sobre el tema para luego imaginar y plantear una historia que comprendiera algunas de las situaciones recurrentes que se viven en los colegios, razón por la que espectadores y lectores sentirán familiaridad con este relato y las cosas que en él se cuentan. Reitero, no todo cabe en las líneas de un guión o en las páginas de un libro, pero quizás en Mariposas verdes encontrarán herramientas suficientes para mirar con otros ojos la realidad que tenemos en frente.
Como el director y el responsable de contar una historia que llame la atención y mantenga el interés de la audiencia, reconozco que logramos en Mateo –el protagonista– un personaje fuera de serie, con intereses muy particulares, una forma de ver el mundo bastante peculiar, una mente brillante que lo hace destacarse entre sus compañeros de clase, una capacidad de discernimiento envidiable y de cuestionamiento constante frente a su entorno, y una valentía tal, que estoy seguro dejará una huella necesaria para impulsar un cambio que la sociedad debe tener en su actitud frente a aquellos a quienes simplemente ve diferentes y decide no aceptar.
La comunidad LGBTI cuenta con organizaciones que han logrado la reivindicación de muchos de sus derechos, y trabajan constantemente por alcanzar el reconocimiento y la aceptación que merecen. En Mariposas verdes tratamos de mostrar la realidad que viven muchos jóvenes que son víctimas de violencia escolar o familiar y que desconocen la existencia de estos grupos o colectivos sociales que, de un modo u otro, hubieran podido cambiar el rumbo historias como la de Mateo, pero que afortunadamente están ahí para darle un giro a las que siguen escribiéndose a diario en medio de la intolerancia y la indiferencia. Siempre hay una voz amiga y una persona dispuesta a brindarte el apoyo que necesitas, no lo olvides.
No puedo terminar estas palabras sin antes agradecer a Enrique Patiño por dar rienda suelta a su imaginación para brindarnos una lección invaluable de la mano de un valiente como Mateo, y por ayudarnos a rendir un sincero homenaje a quienes inspiraron este proyecto.
Espero que disfruten de esta historia tanto como yo lo hice y que el mensaje implícito en ella no pase desapercibido, sino que quede en nuestra memoria para empezar a entender que, a pesar de las diferencias, todos somos seres humanos que lloramos, sentimos, nos alegramos, amamos, y que tenemos un espacio y una labor en esta sociedad.
“Lo que más combate la anarquía es la
banalidad de los espíritus domesticados,
aquellos que dormitan la perpetua siesta de
los rebaños, aquellos a quienes la libertad no
convoca a la rebelión de los sueños”.
IVÁN DARÍO ÁLVAREZ
Bogotá, 4 de agosto de 2014
Daniel:
¿Qué dice uno cuando no tiene más para decir? Siempre creí que el silencio era la mejor respuesta. Hoy, por el contrario, se me desbordan las palabras.
Eres el único destinatario de esta carta. Nadie más leerá lo que encuentres en ella. Llevo todo el fin de semana escribiéndola, como un loco frenético, bajo la luz de la lámpara blanca de mi mesa de noche. Estoy en el cuarto sin saber si es de día o si ya anocheció, pues quiero concentrarme solo en mí y en la música de John Lennon que suena de fondo, y que curiosamente ya no me llena de alegría, sino de tristeza. He comido poco, pero el hambre y la sed no dan espera, así que he cedido a los sánduches y a las galguerías que me provee mi abuela. De igual modo, creo que los tres días de encierro han pasado factura y seguramente he perdido algo de peso. Me siento más liviano por eso, y porque en esta carta dejaré plasmado todo lo que siempre he querido contarte: mi historia.
No digo esto para ganarme tu pesar, sino para que tú, como el mejor amigo que sé que eres, o eras, sepas realmente quién fui.
Puedes romper la carta después de leerla. Es más, quizá te atemorice descubrir su contenido, pero por mí y por lo que de una u otra manera construimos, te pido que llegues hasta el punto final. Procura, eso sí, que tus papás no la descubran. Ya sabemos lo que puede pasar. Se me ocurre que la camufles entre los discos que tienes acumulados y que no has vuelto a oír desde que comenzaste a descargar la música digitalmente: seguramente nadie ha limpiado ese espacio y tú ni husmeas por ahí. Por mi lado, apenas la imprima, la borraré de mi computador para que no quede huella de que alguna vez existió.
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