Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.
La naturaleza del amor en el No Ser
Primera edición: diciembre 2017
ISBN: 9788417234140
ISBN eBook: 9788417164904
© del texto
Rafael Romero Arze
© de esta edición
, 2017
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Primera parte
Canto uno
El ahora no es una idea, sino un hecho verdadero, siempre y cuando todo el mecanismo del pensamiento haya terminado. La fuerza del ahora es por completo diferente de la palabra, la cual forma parte del tiempo. Así pues, no dependamos de las palabras «ayer», «hoy» y «mañana». Solo en libertad existe el ahora como realidad, y la libertad no es un estado que el pensamiento puede cultivar.
[Jiddu Krishnamurti]
Canto 1
« Al cerrar mis ojos, sé que el amor existe, pero al abrirlos, solo puedo sentir una cosa: Mi agonía. Ahí es cuando mi tranquilidad se vuelve inexistente, por eso vuelvo a cerrarlos, pero esta vez por más tiempo; me pierdo en la distancia, en el espacio y en el tiempo. Yo s é que no siento amor al cerrar mis ojos, pero sé que existe y no tengo la menor idea de cómo sentir y comprobar esa existencia. Me es difícil precisar si está acá o allá, en este mundo o en el otro, o si es que estoy despierto o sumido en el sueño placentero de la noche. En fin. Creo que yo ando entre esos dos mundos incomprensibles y me muevo en otros... ¿Dón de estoy?
Según yo, duermo, y otras veces, despierto. Así pasa mi vida, también pasan los días y lo único que cambia es la textura de mi piel y el tinte de mis cabellos. Me hago viejo y no sé amar. Dicen que todo cambia, que nada es estático, pero a mi parece que la única transformación se da en mi mente, ahí está todo lo que veo y lo que no veo; todo lo que siento y lo que no siento; todo lo que quiero y lo que no quiero; y todo lo que me gusta y me disgusta.
Creo en el amor, por ello afirmo que existe, pero nunca he sentido ese amor que veo al momento de cerrar mis ojos. Muchas veces me pregunto el porqué de aquello. ¿Acaso sucede algo con el amor al cerrar mis ojos? No creo. El amor es impronunciable y nadie puede definirlo, hacerlo, sería matarlo. Al amor no le interesa si tus ojos están cerrados o abiertos. Entonces, ¿por qué siento y sé que el amor es distinto cuando cierro mis ojos? ¡No lo sé! Pero es extraña esa mi idea de que el amor existe solo cuando cierro mis ojos. Parece que es un misterio que jamás podré comprender. En fin. Tengo mi pareja, no estoy casado, y tampoco me atrae la idea de hacerlo, por lo menos, no con Ema, ella es muy de este mundo. Sus prioridades s on otras.
Llevo con ella más de tres años y todavía lucho por amarla, siento algo por ella, pero no es amor, yo creo que sí, pero cuando pienso si quiero estar el resto de mi vida con ella, mi respuesta es abrumadora y contundente: ¡n o!, no quiero estar con ella toda mi vida. Me siento solo. He llegado a creer que el amor es estar en soledad, me equivoqué, no es eso. Cuando no estoy con Ema, estoy bien, no la extraño ni la añoro, nuestros encuentros son fútiles e improductivos. Nos divertimos mucho el uno del otro, hablamos de todo lo mundano (amor, sexo, felicidad, logros, miedos, fracasos, familia, sueños, realizaciones, y un largo etcétera), vamos al cine agarrados de la mano; de vez en cuando tenemos cenas románticas que acaban en lo mismo (besos apasionados al calor del vino u otras bebidas espirituosas y caricias bajo la tenue luz de las velas); tomamos café con amigos, o a veces, vamos a bailar un poco y la pasamos nuevamente bien, y al final de todas nuestras citas, siempre terminan en lo mismo, desnudos bajo las sábanas amándonos y diciéndonos las mismas palabras de amor: «te amo». Y aquí es donde me entra la duda, y no existencial, sino una duda muy terrenal.
A menudo cuando salgo con mi novia, hago contacto visual con otras chicas (intercambiamos números de manera ridículamente fácil), no me importa su situación, a veces están casadas, o son madres solteras con hijos, o están divorciadas, o simplemente son estudiantes universitarias en busca de una aventura. Todas son relaciones de una noche. No pasa de eso. El tema es siempre el mismo. Atracción y no amor. Un par de veces creí que se trataba realmente de amor a primera vista, pero no. Solo fue una noche de deseo y de pasión por un amor no correspondido. Cuando estoy con ellas, todas buscan y creen en el amor, incluidas las mujeres casadas, pero el amor pasa a un segundo plano después de que la química catalice nuestra pasión y deseo. Después de unos momentos, cada uno sigue s u camino.
Al comienzo tenía mala conciencia, pero ahora estoy curtido y ya no hago tanto drama. Sigo mi vida como si no pasara nada. Entonces, cuando estoy despierto o con los ojos abiertos, creo en el amor, pero no lo puedo sentir. Eso me pasa todo el tiempo, me da rabia y me frustra. Solo al cerrar mis ojos sé que el amor existe, pero tampoco pude comprobar esa existencia de amor. Aunque debo aceptar que dentro mío, quiero un cambio, quiero sentir ese amor, a veces digo que al estar con una u otra mujer, puede que llegue ese amor que busco, pero no, nada de eso pasa.
Ahora mi relación está atrapada en la monotonía, nos vemos de tres a cuatro veces por semana, a veces paso la noche con ella, y muchas otras, antes del amanecer, regreso a casa con una gran pena que embarga mi corazón. Efectivamente sufro, bueno, todos sufrimos, no hay nada nuevo ni revelador e n eso... »
Mientras me encontraba en profundas y serias cavilaciones, el sonido del teléfono me hizo regresar abruptamente a la realidad del ahora. Vi el identificador de llamadas, era Ema, contesté y le dije: «Hola, Ema, justo pensaba vos, ¿qué haces?».
Un pequeño silencio escuché antes de su voz: «Nada, te llamaba para ver si hoy vienes, hace rato que no pasas la noche conmigo y hoy tengo ganas de verte». Típico en Ema, cada vez que ella siente deseos, me llama y, claro, no puedo decirle no, siempre voy, pero últimamente me he estado alejando de ella, creo que la anterior semana me llamó unas tres veces y no pudimos coincidir, imagino que sí o sí, la veré. «Está bien, a las siete estaré en tu casa».
«No», responde con un tono seco. Quedo un poco sorprendido, mi mente vuela y me anuncia problemas, pero no estoy con ganas de misterio y mucho menos de drama, soy parco en mi reacción y le digo: «Ok. ¿Cómo hacemos? ¿Dónde?».
Y empieza su pequeño drama. «¡Oh Kruhm!, sé un poco más activo…».
Por otro lado, mientras ella me hablaba, yo pensaba en silencio que ella nunca se enteró de mis otras relaciones, por lo menos, eso creo. Esta vez con una voz imperativa exclamó: «¡Quiero que me vuelvas a llevar a cenar, que nos tomemos una copa de vino y que conversemos acerca de la vida! Estoy un poco cansada de nuestra relación, se ha vuelto dramáticamente monótona. Dices que me amas, pero no siento que eso sea verdad. Me hablas de amor, pero no puedo sentir nada. —Cuando dijo eso, empecé a prestarle más atención a sus palabras—. Vos sabés que yo estoy trabajando duro para progresar en la vida, no me conformo con las palabras, quiero acción. Si me amas, pues llévame por el mundo, háblame de que yo soy parte de tu futuro y otras cosas más, como antes, cuando estábamos juntos las primeras veces. Yo te amo, vos me amas, entonces, amémonos de verdad. Quiero amar y ser amada. ¿Es eso tan difícil?».