OLOR A MUERTE EN PIOZ
- BEATRIZ OSA -
Colección dirigida y coordinada por
Marta Robles
BEATRIZ OSA
Beatriz Osa (Madrid, 1979) es periodista. Tras pasar por la Cadena SER, la revista Zero y Telecinco, desde el 2006 está en La Sexta, donde ha trabajado en Informativos y en el programa Más vale tarde. Actualmente edita Expediente Marlasca, siguiendo toda la información de sucesos, con un interés especial en dos secciones: «Caso Cerrado» y «Tras la pista», por la que fue premiada en el 2016 por la Fundación QSD.
Todos llevamos dentro un investigador. No hay nadie que no desee resolver los enigmas que la vida le plantea y que no observe el mal que le circunda con cierta curiosidad. El mal nos perturba, sí, pero necesitamos saber de él, entenderlo, descubrir qué lo provoca y, en definitiva, saber si es solo cosa de otros o si también podría ser cosa nuestra.
La novela policíaca, y más aún la negra, desmenuzan el mal y a sus protagonistas, con supuestos inventados por los que pululan personajes ficticios. Ofrecen historias de mentira que, casi siempre, tienen su origen en casos reales.
En la colección que dirijo y prologo, la realidad, más atrevida que cualquier fantasía, más imprevisible y sorprendente, demuestra su preeminencia al lector y le ofrece la posibilidad de enfrentarse a ella cara a cara. Algo que sería imposible sin la sagaz pluma de expertos en el más verdadero noir, capaces de relatar con aterradora meticulosidad y a ritmo de novela, pero sin una gota de ficción, los episodios más oscuros y sobrecogedores de la crónica negra.
Pasen, lean y desenmascaren a los malvados. Pero procuren no equivocarse al sacar sus conclusiones porque, como decía Jacinto Benavente,
«lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos».
Marta Robles
Directora de la colección
OLOR A MUERTE EN PIOZ
Primera edición: febrero del 2020
Para Josep Forment, siempre con nosotros
© Beatriz Osa, 2020
© de la presente edición, 2020, Editorial Alrevés, S.L.
Directora de la colección: Marta Robles
Diseño de la colección: Ernest Mateu
Editorial Alrevés, S.L.
Passeig de Manuel Girona, 52 5è 5a - 08034 Barcelona www.alreveseditorial.com
Impresión:
QPprint
ISBN: 978-84-17847-28-9
Código IBIC: BTC
Producción del ebook: booqlab.com
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A Marcos, Janaína, María Carolina y David
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¿Cómo determinamos que una persona tiene una intención específica —de matar—? No podemos abrirle la cabeza y mirar dentro. No podemos hacerle una fotografía del cerebro en ese preciso momento.
ALEXANDRIA MARZANO-LESNEVICH,
Nada más real que un cuerpo
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- PRÓLOGO -
ESPECIALMENTE MALVADOS
El caso que van ustedes a leer a continuación es uno de los más aterradores de nuestra historia reciente. Prepárense a sufrir con la crónica negra del espantoso asesinato perpetrado por Patrick Nogueira, un tipo con hielo en las venas, que asesinó a sus tíos y primos en un chalé de Pioz (Guadalajara) y, tras desmembrarlos, introdujo sus cadáveres en unas bolsas de basura que precintó con cinta americana mientras, foto a foto y mensaje a mensaje, se lo contaba todo a un amigo, en directo, a través de WhatsApp.
¿Qué fue lo que lo impulsó a matar? Beatriz Osa desmenuza en este libro, con impactante maestría, el comportamiento de este psicópata asesino, el quinto condenado en España a prisión permanente revisable, antes, durante y después de los hechos. Y digo psicópata y no enfermo mental, como trató de argumentar la defensa durante el juicio, porque la diferencia entre una cosa y otra determina el comportamiento consciente o inconsciente. No hay más que recordar alguna de las frases del tristemente célebre Albert Fish, el vampirode Brooklyn, uno de los más famosos asesinos en serie norteamericanos de todos los tiempos («No soy un demente, solo soy un excéntrico»), para saber que los psicópatas no son locos, sino seres humanos especialmente malvados.
El trabajo de Osa, extraordinario en la minuciosidad, la documentación, la investigación y la exposición, se refuerza con su tan singular como sorprendente capacidad narrativa y con su cuidada e impactante prosa. El relato, repleto de impagables referencias históricas, literarias y cinematográficas, revela a una escritora lúcida, madura y llena de recursos que nadie sospecharía que firma su primera obra. Beatriz Osa es un auténtico hallazgo para esta colección, que nos deparará, con toda seguridad,
impagables sorpresas en los próximos años, dentro y fuera de ella. No pierdan de vista su nombre. Aunque sé que no lo harán tras leer el desarrollo de este espeluznante suceso, tan bien contado que es imposible abandonarlo desde su primera página.
MARTA ROBLES
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ANTES DE…
Imagine que un día un familiar no le recoge a la hora acordada y que esa noche, y al menos las tres siguientes, no dormirá a la intemperie, pero sí tendrá que hacerlo en otra casa, lejos de los suyos. Imagine que, por un momento, en esa lejanía rumia su soledad hasta observarla desde la negritud del abandonado. Y ahora, imagine algo más: que decide que esa sensación no puede quedar así, que nadie lo puede tratar de esa manera, que alguien deberá pagar por ello. Y, una vez llegado a ese punto, imagine que toma una decisión. Una descabellada. ¿Sería capaz de matar a alguien porque no lo acoge en su casa? Esa fue una de las muchas preguntas que se planteó ante el jurado que juzgó a Patrick Nogueira.
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- CAPÍTULO 1 -
SAUCES, 594
El olor a muerte es imborrable y caprichoso. No el de las primeras horas, cuando el latido y la respiración acaban de extinguirse, sino el que lo embarga todo a medida que avanza la descomposición. Para el olfato experto es inconfundible. Basta con que una brisa de azufre roce la memoria para que el resto de los sentidos se pongan también en alerta al reconocerlo. Intenso, penetrante, dulce y fétido a la vez. Quien lo ha olido sabe que volverá a olerlo, aunque nada a su alrededor se esté pudriendo y sin que la combinación de putrescina y cadaverina flote siquiera en el aire. Es una huella química única que, en cambio, el olfato profano tardaría días o incluso semanas en poder identificar.
En Pioz transcurrió exactamente un mes hasta que los vecinos de la urbanización La Arboleda hallaron una explicación al porqué de ese hedor insoportable que se había instalado en sus casas y que todavía algunos hoy recuerdan al paso del 594 de la calle Sauces. Entonces, en los albores del crimen, solo acertaban a relacionarlo con el agua estancada en la piscina y con el visible abandono de la vivienda. Sabían que estaba recién alquilada, que el casero vivía en O Porriño, Pontevedra, y que desde el final del verano estaba inmersa en un silencio sepulcral. Pero nadie podía imaginar lo que en realidad encerraba aquel olor.
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