Colditz, un castillo-fortaleza convertido en prisión inexpugnable nazi durante la Segunda Guerra Mundial, albergó a oficiales de las fuerzas aliadas capturados. Todos tenían antecedentes de haber intentado fugarse de otros campos nazis. La historia de unos hombres dotados de una valor y un ingenio increíbles, capaces de demostrar que no existe prisión alguna que logre oponerse a la imaginación, a la audacia y a la resolución humanas. Cerca de trescientas tentativas de fuga se llevaron a cabo durante los cuatro años y medio de existencia del campo, ¡pero solo 30 fueron evasiones definitivas!
Patrick R. Reid
La historia de Colditz
La fuga de Colditz — 1
ePub r1.0
Titivillus 29.04.15
Título original: The Colditz story
Patrick R. Reid, 1952
Traducción: Esteban Riambau
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A mi mujer Janey
PATRICK ROBERT «PAT» REID nació el 13 de noviembre de 1910 en Ranchi (India). Estudio en Clongowes Wood College, County Kildare, Wimbledon College y se graduó en el King’s College de Londres. Entro a formar parte de la Institution of Civil Enineers en 1936.
Se alisto en el Territorial Army (la reserva del ejercito británico) en 1933 y fue movilizado al servicio activo el 24 de agosto de 1939 sirviendo en la 2.ª división de infantería. Recibió el ascenso temporal a capitán el 1 de diciembre de ese año. El 27 de mayo de 1940, mientras servia en la Fuerza expedicionaria británica, fue capturado con su unidad en las cercanías de Cassel (Francia). Dejo el ejercito en 1947 pero siguió siendo reservista hasta 1965.
Fue Primer secretario comercial en la embajada británica en Turquía entre 1946 y 1949 y luego Jefe administrativo de la Organización europea de cooperación económica en París hasta principios de la década de 1960 cuando volvió a trabajar como ingeniero. Por sus servicios durante la Segunda guerra mundial se le concedió la Cruz militar y la Orden del Imperio Británico.
Plasmó en sus dos primeros libros sus experiencias como prisionero de guerra y la vida e intentos de fuga de los presos del Castillo de Colditz. Obtuvo con ellos bastante éxito y han sido inspiración para películas, series de televisión, juegos de mesa y de ordenador.
Se caso 3 veces y tuvo 5 hijos de su primer matrimonio.
El mayor Reid murió en el Hospital Frenchay, Bristol, el 22 de mayo de 1990, a la edad de 79 años.
Notas
[1] Castillo.
[2] Prisionero de guerra núm. 257.
[3] En alemán, «relámpago». Alusión a la «guerra relámpago» preconizada por Hitler.
[4] Nealy huyó del Stalag Luft III en la «Gran fuga» de marzo de 1944, en la que cincuenta de setenta y seis oficiales fueron asesinados por la Gestapo. Nealy fue uno de los supervivientes.
[5] —¡Buenas noches! ¿Adónde van?
[6] —¡Ven, Hans! Yo no puedo continuar.
[7] —¡Alto! ¡Alto! ¿Adónde van?
[8] —Somos amigos.
[9] —¡Manos arriba!
[10] «Sucedáneo».
[11] En inglés, sheep es oveja, y ship es barco. (N. del T.)
[12] «El mando supremo de la Wehrmacht notifica lo siguiente. Durante largos días de dura lucha en el Atlántico, contra un convoy fuertemente custodiado, nuestros submarinos han hundido dieciséis buques con un total de 150 000 toneladas de registro bruto. Además, dos destructores han sido gravemente averiados».
[13] Como es bien sabido, English significa inglés, y Germán, alemán. De ahí lo paradójico del hecho.
[14] —¡Ajá! Es el capitán Reid. ¡Muy bonito!
[15] «Retrete».
[16] —¡Deme inmediatamente su trompeta!
[17] —No, no se la daré. Es mi trompeta y no tiene usted ningún derecho sobre ella
[18] Un belga, el capitán Louis Remy, logró evadirse del castillo en abril de 1942, junto con el capitán de aviación Paddon (británico) y el teniente Just (polaco). Los dos últimos volvieron a ser capturados. Remy llegó a Bélgica, atravesó Francia y España y nadó hasta un buque británico anclado ante Algeciras. Al llegar a Inglaterra pasó un mes en la prisión, pero fue puesto en libertad gracias a la intervención de Paddon, que se había evadido de nuevo —esta vez con éxito— vía Suecia. Remy se unió a la RAF y sirvió en la Escuadrilla 103 del Mando de Bombarderos hasta que terminó la guerra.
[19] O sea, «unter», en vez de «über», con lo que la versión británica decía: «Alemania por debajo de todo». (N. del T.)
[20] —Estupendo.
[21] —Ya lo creo.
[22] —¡Adiós, hasta después de la guerra!
[23] —La señorita ha perdido su reloj. Sí…, ¡perdido!
[24] —¡Ah, sí! Gracias.
[25] Casco de camuflaje.
[26] «Ladillas».
[27]Últimos días en Colditz.
[28] —¡Discúlpeme! Le ruego que me disculpe. Soy extranjero.
[29] —¿Son ustedes extranjeros?
—Sí.
—¿Adónde se dirigen?
—A Munich y Rottweil.
—¿Por qué?
—Trabajo en la construcción con hormigón.
[30] —Vamos juntos. Es mi camarada
[31] —Es un poco estúpido, pero es un buen chico.
[32] —Dos billetes de tercera para Rottweil.
[33] —Sesenta y cinco marcos, por favor.
[34] —Sesenta y cinco marcos, por favor. Faltan nueve
[35] —¡Karl, dame diez marcos!
[36] Cantina de la estación.
[37] —Dos litros de cerveza.
[38] —¡Vengan aquí! ¡Vuelvan en seguida!
[39] —Han entregado sus billetes, pero ustedes van a Rottweil. Debían conservar los billetes.
[40] —Estamos comiendo. ¿No lo ve?
—¿Por qué están aquí?
—Damos un paseo. Es domingo, ¿no?
[41] —¡Alto! ¿Adónde van?
[42] —Vamos a Singen. Somos extranjeros.
—Sus documentos, por favor.
APOLOGÍA
Se ha dicho a veces que los libros sobre fugas han dificultado las fugas posteriores, pero las historias de evasiones durante la primera guerra mundial lograron que la mayoría de los prisioneros de guerra, en el segundo conflicto mundial, aprendieran el significado de la fuga. En la guerra de 1914-1918 , los fugitivos constituían una raza poco común. Los primeros libros sobre este tema crearon un espíritu cuya semilla creció y dio fruto.
Es posible que estos primeros libros difundieran ciertas técnicas menores de fuga, pero nunca han sido criticados en este aspecto por los fugitivos de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, muchas cosas quedaron sin explicar, lo cual sucede aún más en las historias actuales, a causa de los autores que, con toda deliberación, han omitido muchos detalles de cautivador interés. Las singulares condiciones de vida en Alemania eran precisamente aquellas contra las que se enfrentaba nuestra generación: la Gestapo, los bombardeos aliados y las Juventudes Hitlerianas. El cañón Bertha no puede compararse con los bombardeos aéreos aliados, y los bombardeos aéreos aliados tampoco pueden compararse con los misiles teledirigidos, estratosféricos y provistos de cabezas nucleares. Serán las nuevas condiciones las que creen los obstáculos del futuro, no los libros sobre fugas de prisioneros de guerra. La inspiración de estos libros vive en los recuerdos de los hombres y sirve para mantener también vivo el espíritu de la aventura.