«Hombre roca» lo llama Fosco Maraini en el prefacio. Un italiano audaz y pragmático, capaz de pasar por donde todos los demás desistían. Y «los demás» eran los mejores alpinistas del sexto grado de la época, como Emilio Comici en las aéreas Dolomitas, o Giusto Gervasutti y Pierre Allain en el duro ambiente del Mont Blanc. Al final el más decidido e imbatible en los extraplomos de la Oeste de Lavaredo y en el espolón helado de la Walker en las Grandes Jorasses, fue Riccardo Cassin, el herrero de Lecco llegado del boxeo, quien transformó la zona de la Grigna en el laboratorio del alpinismo extremo.
Superados los noventa años, el gran alpinista repasa con detalle su carrera de legendario «jefe de cordada», desde las escaladas de los años treinta hasta las expediciones de vanguardia en la posguerra, en esta autobiografía definitiva que se funde y completa con episodios inéditos y relatos de Dove la párete strapiomba (1958) y Cinquant'anni di alpinismo (1975).
Ilustrado con valiosas fotografías del archivo de Guido Cassin, y galardonado con el Premio Itas de Literatura de Montaña en el Festival de Cine de Trento en 2002, Jefe de cordada ha sido aclamado como un libro imprescindible de la literatura de montaña mundial.
Riccardo Cassin
Jefe de cordada
Mi vida de alpinista
ePUB r1.2
akilino22.09.13
Título original: Capocordata. La mia vita di alpinista
Riccardo Cassin, 2001
Traducción: Carmen Fuente & Miguel Fuente
Retoque de portada: akilino
Editor digital: akilino
Segundo editor: JeSsE
ePub base r1.0
Creación del hombre roca
Era una bonita tarde dorada. El sol relucía entre los estratos de nubes a los pies del Paraíso, despertando maravillosos colores con todos sus tonos.
Dios Todopoderoso disfrutaba, como le gustaba hacer de vez en cuando, amasando con sus manos seres humanos. Acabada la obra, daba un ligero soplido al barro ¡y listo!, el milagro se había realizado: un nuevo muchacho partía hacia su vida destinada. La corte de los ángeles, reunidos en gran número, aplaudía, se alegraba, mostraba extraordinario entusiasmo. ¿Quién ha dicho que todo el Paraíso es música de Bach, de Palestrina, de Händel, todo cuadros de Murillo o del Perugino? En el Paraíso también hay alegría, incluso juerga, hay bailes, podría decirse que a veces es una celeste «discoteca».
—¡Señor, moldéanos el hombre roca, modélanos el hombre cuerda! —gritaban los ángeles más atrevidos.
El Señor aquel día estaba sereno, alegre, condescendía con gusto a las propuestas de sus ángeles.
—Pero para el hombre roca, para el hombre cuerda se necesita una tierra especial, ¿no lo sabéis?
—Está bien, enviaremos una delegación de ángeles a buscarla…
Así la delegación de ángeles partió hacia las regiones más remotas y más antiguas del planeta, donde se encontraba la tierra originaria, la que había quedado milagrosamente intacta desde los tiempos de la creación, y llevaron un gran cesto al Señor. Éste se puso en seguida a amasarla con mucho esmero.
—Ahora veréis —anunció—; daré vida al verdadero hombre roca, al hombre picacho, al hombre rayo… ¿Os gusta?
—Pero es bajo, es ancho, tiene el cuello macizo… Nosotros nos lo imaginábamos largo, sutil, elegante…
—En fin —respondió el Señor—, dejadme hacer a mí, que yo tengo práctica en estas cosas… Es así como se hace el hombre roca… De lo contrario, ¿cómo podría resistir las tempestades más terribles, los vértigos, el tormento de las noches al raso, las extenuantes horas de cansancio?
El Señor miró complacido su escultura:
—Oh, ángeles, aquí tenéis un verdadero, auténtico hombre roca.
Después le insufló el soplo de la vida.
¡Había nacido Riccardo!
Fosco Maraini.
Nota del editor
Este libro es la fusión, oportunamente revisada y reeditada, de dos volúmenes aparecidos previamente: Dove la párete strapiomba (Baldini & Castoldi 1958) y Cinquant'anni di alpinismo (Oglio 1977).
Pero también es algo más.
Es la historia de Cassin contada por Cassin. Si hubiese sido escrita por otro sería, por así decirlo, una cassinada: como aquélla, de prosa muy viva, de la que es autor Georges Livanos (Cassin: érase una vez el sexto grado, Oglio 1983). O aquélla —la primera no estrictamente alpina, publicada por Vivalda Editori en 2001— firmada por Danielle Redaelli, que me ha ayudado, frecuentando durante años la casa de Cassin, a reunir los recuerdos de Riccardo. Gracias también a Guido Cassin, por habernos ayudado a encontrar las fotos más bonitas para incluirlas en el volumen.
Este libro, decíamos, viene a ser algo más respecto de los precedentes, también porque hemos querido añadir al material que ya había sido editado algún episodio «memorable», como la historia de la búsqueda de la tumba del padre; o las poco conocidas vicisitudes del partisano Cassin durante la histórica Batalla de Lecco; o la extraordinaria repetición —a los setenta y ocho años cumplidos— de su vía a la Nordeste del Badile.
Para finalizar, una consideración. Aún sin sentirse de ningún modo narrador, Cassin ha contado sus aventuras con gran inmediatez e insuperable detalle (sobre todo en lo referente a la descripción de los itinerarios alpinos).
Vosotros juzgaréis si el resultado de sus esfuerzos puede ser considerado, a su manera, como un «clásico» de la literatura de montaña.
Matteo Serafin.
Premisa del autor
«Riccardo, ¿por qué no reúnes en un único texto todas tus hazañas alpinas, desde las primeras escaladas a los Prealpes hasta las expediciones extraeuropeas?». Esta oferta, que se me hacía por varias partes durante un tiempo y considerada por mí, a decir verdad, sin mucho entusiasmo, no se vio realizada hasta el año 75, después de la expedición al Lhotse. Por primera vez, en aquellos días, mi voluntad de alpinista había sido doblegada por una montaña: volvía a casa con un doloroso sentimiento de rebeldía, pero también con una nueva conciencia de la medida exacta de mis límites. Fue entonces cuando surgió Cinquant'anni di alpinismo, libro que describía todas mis escaladas y recogía mis reflexiones. Aún antes, en el año 58, había salido Dove la párete strapiomba, que se fijaba más difusamente en el periodo de mi juventud.
Hoy, muchos años después, sale un nuevo volumen para contar las mismas cosas (y también alguna más).
¿Por qué? Porque yo no he dejado nunca de ir a la montaña. Todavía hoy, de vez en cuando voy en mi querida Lecco, a los Llanos Resinelli o a los Llanos de Erna, quizá sólo para contemplar los colores y respirar el aire más cortante, o para ir de caza; la montaña ha sido siempre para mí una estupenda fuente de sensaciones que enriquecen enormemente el corazón y la mente.
Así, con la esperanza de llegar a transmitir lo mejor posible, con el relato de los hechos y de los episodios de mi larga «jornada» alpina, aunque sólo sea alguna migaja de esta pasión, he aceptado la nueva oferta de retomar mis memorias, para hacer un libro definitivo y más preciso.
¡Buena lectura!
Riccardo Cassin.
Así fue al principio
Mi infancia
Da igual nacer en medio de la llanura, donde los Alpes aparecen como un perfil lejano, o en la ciudad, donde se camina por las profundas trincheras de las calles: si se ha nacido para la montaña, tarde o temprano nos sentimos atraídos.