Índice
P RESENTACIÓN
G OLPE A GOLPE
A GUA HERVIDA
L A BASTONERA DE T IERRA C ALIENTE
L AS HAMACAS DE T AHDZIÚ
S UEÑO AMERICANO
G RACIAS , C ALIFORNIA
N I MODO, ASÍ NACIÓ
E SPIRAL SIN FIN
E L SEÑOR DE LOS 29 HIJOS
L A TIERRA PROMETIDA
E L SOLDADO QUE NO PUDO VOLAR
S OBRE LOS AUTORES
C RÉDITOS
Y nos siguen
pegando abajo
E LLOS VIVEN CON MENOS de un dólar al día, no comen diario y, cuando enferman, toman agua hervida para paliar el dolor. Sus hijos tienen que caminar durante horas para ir a la escuela. Mientras sus viviendas carecen de servicios básicos como agua y electricidad, los programas sociales —Cruzada Nacional contra el Hambre, Prospera, etcétera— les pasan de lado o apenas los rozan. Viven en comunidades que no generan fuentes de empleo, donde la tierra ya no es fértil. Algunos siembran maíz, frijol o chile, pero en sus municipios no hay cadenas productivas que comercialicen sus productos. Nadie parece interesarse en crearles condiciones para que superen la miseria.
Lourdes Angelina Méndez (Oaxaca), Juan Pablo Anacleto (Guerrero), Rosendo Mayahua (Veracruz) y Esperanza Bolaños (Puebla) son algunas de las personas de ese México: viven en las comunidades más pobres, de los municipios más pobres, de los estados más pobres. Son los olvidados de los olvidados.
Cuando comentamos con Juan Villoro la idea de ponerle nombre, rostro e historia a una docena de connacionales que ejemplificaran los niveles de desigualdad, el escritor mexicano nos dijo que era “una idea excelente contar con el lado B de la lista de Forbes ”. Esta publicación anual del ranking nacional de millonarios permite saber quiénes son las personas más ricas del país, pero nadie conoce el apellido y la sonrisa de los de abajo. En la influyente revista suele aparecer una veintena de personas que concentran el 43% de la riqueza de México. Pero ¿quiénes están en el otro extremo? ¿Cuáles son las características de los mexicanos con menos recursos?
Mientras que la fortuna de Slim, Baillères, Larrea y Salinas Pliego pasó del 2% al 9% del PIB en una década, la desigualdad en el país escala aceleradamente posiciones en los rankings mundiales. México se encuentra entre los 25 países con mayor desigualdad del planeta, sólo superado por naciones africanas y países latinoamericanos como Haití, Honduras o El Salvador.
El último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señala que 2 millones de mexicanos se sumaron recientemente a la categoría de pobreza, al pasar de 53.3 a 55.3 millones, entre 2012 y 2014. Marisol Rivera (Michoacán), Crisanto Hernández (Hidalgo), Isidra Pérez (Campeche) y Juan Manuel Díaz Salazar (Tabasco) forman parte del segmento con más carencias y, aun peor, están entre los 10 millones de mexicanos que padecen pobreza extrema. Algunos, como Antonio López Velasco (Chiapas), se las arreglan con un peso al día.
El abismo entre los más ricos y los que menos tienen queda retratado en este proyecto editorial que, además de libro, cuenta con un motor de expresión anclado en la página cuadernosdobleraya.com con herramientas multimedia: gráficos, fotografías, videos, estadísticas.
Con el objetivo de contar las historias de la pobreza profunda, el colectivo de cronistas iberoamericanos cuadernosdobleraya.com , OXFAM México, A.C. y Ojos de Perro Contra la Impunidad, A.C. diseñaron una metodología para darle visibilidad a las condiciones de vida de estas personas. Basados en criterios del Coneval, se eligieron los diez municipios con mayor pobreza extrema de los diez estados con más carencias del país. A ello sumamos la comunidad más pobre de la metrópoli con mayor concentración de mexicanos, la Ciudad de México, y la ciudad con más mexicanos en el extranjero, Los Ángeles, para generar elementos disruptivos y de contraste.
Claudia Catzín (Yucatán), Agustina Joaquín Toribio (Ciudad de México) y Ramiro Rivas (Los Ángeles) completan el ranking de Los doce mexicanos más pobres: el lado B de la lista de millonarios , una apuesta por escuchar a los de abajo.
L OS EDITORES
El registro audiovisual de este proyecto se puede consultar en cuadernosdobleraya.com
FOTOGRAFÍA DE PROMETEO LUCERO
Juan Manuel Díaz Salazar
Cortador de limón, 34 años
Huimanguillo, Tabasco
Por A LEJANDRA S ÁNCHEZ I NZUNZA y J OSÉ L UIS P ARDO
L OS NIÑOS CORREN a toda prisa por el patio del kínder, mientras Jesús Manuel Díaz permanece quieto en una esquina. Se muerde las uñas y mira al resto de sus compañeros con reserva. Su cuerpecito delgado se oculta dentro de un uniforme dos tallas más grande, que la escuela le ha prestado para que pueda asistir a las clases. Los zapatos que lleva, igualmente grandes, tampoco son suyos. Los demás alumnos gritan y juegan como si fuera el último día para hacerlo hasta que la maestra les ordena que se formen. Todos obedecen, pero Jesús Manuel se cae un par de veces al correr para llegar a la fila. Guadalupe Cadena, la directora de preescolar de la Escuela César Augusto Herrera Romero, lo señala y dice: “Es por desnutrición. Siempre se está cayendo”. Los niños se forman por estaturas y Jesús Manuel se pone hasta delante en la fila de la derecha. El grupo grita “buenos días” al unísono y después canta el himno nacional. Jesús Manuel mira con sus grandes ojos hacia otro lado, sólo tararea unas estrofas en voz baja y pierde el compás, pero nadie le dice nada. Sus compañeros apenas lo miran. De repente se queda callado. A sus tres años, Jesús Manuel habla muy poco y tiene problemas para vocalizar. Le cuesta ir al baño solo. Se pelea a veces con los otros alumnos. Aprende lento. Su maestra insiste en que no come bien.
J ESÚS M ANUEL D ÍAZ es el primer hijo de Juan Manuel Díaz Salazar, un moreno de piel curtida, dientes muy blancos y el cuerpo cuadrado de alguien que ha sido mano de obra en todo tipo de trabajo desde que era prácticamente un niño. Desde la edad de su hijo, Juan Manuel, el sexto de siete hermanos, sólo se sentía unido a su familia por el respeto y la miseria. Apenas convivían a pesar de haber crecido hacinados en una casa de madera de un cuarto en Estación Chontalpa, un pequeño pueblo de Huimanguillo, el municipio más pobre del estado de Tabasco (179 285 habitantes), donde una de cada cuatro personas vive en pobreza extrema.
Los Díaz Salazar dormían tan cerca que unos podían sentir el aliento de los otros. Pero la cercanía física no se traducía en una mejor relación. A la hora de la única comida del día, unas veces cuchareaban una olla con frijoles, otras, la madre guardaba la ración que le correspondía en el restaurante de la compañía de cítricos para alimentar a sus hijos (cuatro hombres y tres mujeres). La escasez era tal que desde pequeños aprendieron a mendigar en la calle. Se valían de trucos como mojarse los ojos y las mejillas para simular el llanto, o de mentiras como que habían perdido el dinero para la compra y, que, si volvían sin nada, su madre les pegaría. Era una mentira a medias: su padre era el que los golpeaba. Cuando conseguían unas monedas compraban un pan y lo repartían entre todos. “Un dulce tirado en el suelo era como un regalo”, recuerda Juan Manuel, de 34 años y 1.60 metros de estatura, frente a una casita de madera de unos diez metros cuadrados, donde vivía hasta hace un año con su pareja y Jesús Manuel. El último recuerdo feliz de Juan Manuel Díaz con su familia, años antes de que naciera su hijo, fue una tarde de risas con sus tres hermanos y un cartón de cervezas.