Liz Fielding
Sombras en el paraíso
Sombras en el paraíso (2002)
Título Original: The marriage merger (2002)
Serie: 2º Claibourne & Farraday
LONDON EVENING POST
¿Qué está sucediendo en Claibourne & Farraday?
Tras la marcha de Peter Claibourne el mes pasado, se rumorea que los grandes almacenes más famosos y elegantes de Londres se han convertido en un campo de batalla, con los Claibourne y los Farraday en pie de guerra por controlar el Consejo de Administración.
Cada una de las familias posee el cuarenta y nueve por ciento de las acciones; el dos por ciento restante pasará al heredero varón mayor de cualquiera de las dos familias, que dispondrá así del control sobre el futuro de la compañía.
Las encantadoras hijas de Peter, que han formado parte de la empresa desde que sus fotos aparecieran en el primer catálogo de mobiliario infantil de C &F, no están dispuestas a ceder terreno a los Farraday así como así. Seguras de la posición que ocupan, han invitado a los Farraday a supervisar su trabajo durante los próximos meses, con la promesa de retirarse si los hombres pueden hacerlo mejor que ellas.
El anuncio sorpresa del matrimonio de Romana Claibourne, la más joven de las Claibourne, con Niall Farraday Macaulay en una breve ceremonia en Las Vegas parece sugerir que uno de los varones Farraday quedó tan impresionado con la mujer a la que estaba supervisando que ha decidido casarse con ella.
Bram Farraday Gijford está a punto de empezar a supervisar el trabajo de la diseñadora y experta en joyas Flora Claibourne, y nosotros esperamos el desarrollo de los acontecimientos con considerable interés. Manténganse atentos a esta columna.
MEMORÁNDUM
De: J.D FARRADAY
Para: BRAM FARRADAY GIFFORD
Asunto: Claibourne & Farraday
Las chicas Claibourne están jugando sucio, Bram. Si Romana Claibourne ha logrado engatusar a Niall, debe ser mucho más lista de lo que parece. Como comprobarás en el informe que te envío, Flora Claibourne sí que parece una mujer lista. Ya que las espadas están en alto, estaría bien que utilizaras tu famoso encanto para igualar el marcador.
E-MAIL
Para: Flora@Claibournes.com
De: T. Myan@saraminda.sr
Querida señorita Claibourne: Sin duda habrá leído informes sensacionales sobre el descubrimiento de una magnífica tumba en Saraminda. Como imaginará, nos hemos visto abrumados por innumerables solicitudes de periodistas que desean ver esta «princesa perdida», como han bautizado al enterramiento.
Mi gobierno me ha pedido que me ponga en contacto de inmediato con usted para que, como autora del libro Ashanti Gold y experta en joyas antiguas, escriba sobre el tesoro encontrado en la tumba. La combinación de sus conocimientos y su intensa prosa pondrán este magnífico descubrimiento arqueológico por encima de cualquier morboso intento de explotación.
Le agradecería me contestara cuanto antes.
Atentamente,
Tipi Myan
Ministro de Patrimonio Artístico
FAX
De: India Claibourne
Para: Bram Gifford
Asunto: Supervisión
La señorita Flora Claibourne viajará a Saraminda el miércoles uno de mayo por un asunto de trabajo. Ya que usted va a ocuparse de supervisar su trabajo durante ese mes, he organizado las cosas para que viaje con ella. Incluyo un itinerario para su información.
Un coche pasará a recogerlo por su casa para llevarlo al aeropuerto. Si tiene alguna duda, haga el favor de llamar a esta oficina.
– ¿Saraminda? -Bram Gifford tomó el fax de manos de su secretaria-. ¿No es una isla perdida en medio de la nada, con un vuelo a la semana si el piloto está sobrio?
– No. Según lo que he encontrado en Internet, Saraminda es un paraíso por descubrir. Tratan de venderla como el último grito para pasar unas vacaciones de lujo.
– El paraíso está sobrevalorado. Suele ir inevitablemente acompañado de una serpiente -Bram lo sabía por experiencia. Aún tenía las cicatrices para demostrarlo-. Además, no pueden ser unas vacaciones de lujo si Flora Claibourne está incluida en el paquete. ¿Y qué proyecto relacionado con el trabajo podría implicar pasar un par de semanas en ese dudoso paraíso?
– Puede que las Claibourne se estén planteando la posibilidad de abrir en la isla una sucursal para vender bañadores y gafas de diseño a los turistas ricos.
Bram hizo una mueca.
– Ojalá se trate de eso. Tal nivel de incompetencia sería un regalo.
– Lo dudo. Nada de lo que he oído sobre las chicas Claibourne sugiere que sean unas incompetentes. Lo más probable es que Flora vaya a echar una vistazo a esa «princesa perdida» que han encontrado en una minas del interior de la isla, cubierta de oro, jade, perlas y Dios sabe qué más cosas -la secretaria alcanzó a Bram una hoja con la información que había obtenido del departamento de turismo de la isla-. Flora Claibourne diseña unas joyas maravillosas en exclusiva para los grandes almacenes.
– ¿Y?
– Puede que esté buscando inspiración.
Bram dejó la hoja en el escritorio.
– Lo más probable es que sea una treta de las hermanas para mantenerme alejado mientras sus abogados se dedican a perder el tiempo buscando algún modo de impedir que las desplacemos.
– Puede que sí, pero tienes que supervisar su trabajo de todos modos, y creo que esto puede ser mucho más entretenido que seguirla durante un mes por unos grandes almacenes. No te vendrían mal unas vacaciones.
– No serán unas vacaciones.
– Estoy segura de que no será tan malo como piensas. Tenéis mucho en común.
– Sí, los dos queremos obtener el control sobre los grandes almacenes -replicó Bram en tono irónico.
– ¿Es guapa? Sus hermanas lo son, pero nunca he visto una foto de Flora.
Bram alcanzó a su secretaria una copia de Ashanti Gold. El libro había logrado convertirse en un éxito de ventas a pesar de no ser una obra de ficción.
– Su foto está en la contraportada.
La secretaria contempló un momento la foto.
– Supongo que no se puede tener todo. Estarás en el paraíso; conseguir a Eva ya sería mucho pedir. Tendrás que relajarte, cerrar los ojos y recordar cuánto deseas echar el guante a esos grandes almacenes.
– ¿No tienes algo importante que hacer? -preguntó Bram, irritado.
– Sí, pero esto es más interesante. Voy a preparar café.
Una vez a solas, Bram sacó su cartera. Oculta donde nadie pudiera verla había una foto de un niño pequeño con su osito de peluche. Se quedó mirándola un momento. Luego, a punto de volver a guardarla donde estaba, decidió ponerla en el lugar destinado a tales tesoros en la cartera.
Aquella foto era el recuerdo de que una vez, cuando aún era lo suficientemente joven como para creer en aquel concepto, pensó que había encontrado el paraíso. Mordió la manzana y se encontró con la serpiente.
– ¿Que has hecho qué?
– No me mires así, Flora Claibourne. Sabes muy bien que Bram Gifford iba a supervisar tu trabajo durante el mes de mayo. Te pedí que retrasaras tu viaje, pero no hiciste caso.
Había sido una cuestión de supervivencia, pero Flora sospechaba que su hermana no aceptaría una excusa como aquélla, de manera que alegó otra causa.
– No puedo retrasar una invitación del gobierno de Saraminda hasta que sea más conveniente para ti, India. Puede que aquí seas muy importante, pero no creo que allí hayan oído hablar de Claibourne & Farraday.
– Tonterías. Su familia real tiene una cuenta abierta con nosotros -India se encogió de hombros-. Pero eso da lo mismo. Si no vas a quedarte aquí para que el señor Gifford supervise tu trabajo, debe acompañarte a Saraminda.
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