The Treasure (2008)
3 DE MAYO, 1196
FORTALEZA DE MAYSEF, MONTAÑAS NOSAIRI
SIRIA
Su poder decaía, se apagaba como ese sol rojo sangre que se escondía tras las montañas al atardecer.
Jabbar Al Nasim apretó los puños con furia al ver el sol hundiéndose en el horizonte. ¿Por qué se sentía así? No era lógico que estuviera tan afligido. La debilidad era para esos otros idiotas, no para él.
Sin embargo, siempre supo que este momento llegaría.
Incluso le había sucedido a Sinan, el Anciano de la Montaña. Pero siempre fue más fuerte que el Anciano, tanto de mente como de espíritu. Sinan se había inclinado bajo el yugo, pero Nasim se preparó para ello.
Kadar.
– ¿Me habéis mandado a llamar, amo?
Se volvió para ver a Alí Balkir acercándose a grandes zancadas por la almenada muralla. El hombre hablaba en voz baja y su tono era inseguro, mostraba temor en el rostro.
Nasim sintió una sacudida de intenso placer al comprobar que el capitán no había detectado la pérdida de un ápice de su poder.
¿Por qué tendría que notarlo? Nasim siempre había sido el amo de ese lugar, a pesar de lo que pensaran los de afuera.
Sinan podría haber sido el Rey de los Asesinos, temido por monarcas y guerreros, pero Nasim fue quien había guiado sus pasos. Todos en la fortaleza lo sabían y se postraban a sus pies.
Y seguirían postrándose. No permitiría que algo tan terrible le sucediera a él.
Balkir retrocedió un paso apresuradamente cuando vio la expresión de Nasim.
– Quizá estaba equivocado. Le ruego su clemencia por haberlo importun…
– No, quédate. Tengo un trabajo para ti.
Balkir respiró tranquilo.
– ¿Otro ataque a los barcos francos? Un placer. Os traje mucho oro de mi último viaje. Les traeré incluso más esta…
– Silencio. Deseo que vuelvas a Escocia, donde dejaste a Kadar Ben Arnaud y a los extranjeros. No le dirás nada de lo que ha ocurrido aquí. No me menciones. Dile solamente que Sinan quiere cobrarse lo suyo. Tráelo a mi presencia.
Los ojos de Balkir se abrieron como platos.
– ¿Sinan? Pero Sinan está…
– ¿Me estás cuestionando?
– No, nunca señor. -Balkir se humedeció los labios-. ¿Y si se niega?
Nasim percibió que Balkir estaba aterrorizado, y no precisamente ante la posibilidad a fallarle. Nasim había olvidado que Balkir estaba en la fortaleza en la época en que Kadar hizo su entrenamiento; Balkir sabía lo experto que era Kadar en todas las artes oscuras. Más hábil que cualquier otro nombre que Nasim hubiera conocido jamás, y Kadar era solo un niño de catorce años cuando vino a la montaña. ¡Qué orgulloso de él había estado Sinan! ¡Cuántos planes había hecho para ambos! Nunca hubiera imaginado que Nasim tenía sus propios planes para Kadar.
Todo se echó a perder cuando Kadar abandonó el camino oscuro y rechazó a Sinan para vivir con los extranjeros.
Qué necio había sido el Anciano dejándolo marchar.
Pero no era demasiado tarde. Lo que Sinan había perdido, Nasim podría recuperarlo. Si Kadar no moría como otros habían muerto.
Bien, si elegía morir, peor para él. Kadar era solo un hombre; lo único que de verdad importaba era el poder.
– No rehusará -dijo Nasim-. Le dio su palabra a Sinan a cambio de las vidas de los extranjeros.
– ¿Y si se niega?
– ¿Estás dudando de mí? -replicó Nasim con una suavidad peligrosa.
Balkir palideció.
– No, señor. Por supuesto que no se negará. No si decís que no lo hará. Yo solo…
– Vete. -Nasim lo despidió con la mano-. Zarpa de inmediato.
Balkir asintió nervioso y retrocedió un paso.
– Lo traeré. Aunque no quiera venir, lo traeré a la fuerza…
Sus palabras se cortaron bruscamente cuando Nasim le dio la espalda. El hombre solamente intentaba ganar respeto a sus ojos. A la fuerza no tendría más posibilidades con Kadar de las que tenía con Nasim, y seguramente lo sabía.
Pero no tendría que utilizar la fuerza. Kadar iría. No solo por la promesa que había hecho, sino porque sabía lo que le esperaba si no lo hacía. Sinan había perdonado las vidas de lord Ware, su mujer, Thea, y la niña Selene y les proporcionó a todos una nueva vida en Escocia. Nasim había permitido semejante insensatez porque quiso mantener seguro a Kadar hasta que llegara la hora de utilizarlo.
Pero nadie sabía mejor que Kadar que la seguridad otorgada por Sinan podría serle retirada en cualquier momento.
Kadar había mostrado una debilidad desconcertante hacia su amigo lord Ware y un vínculo aún más extraño con la niña Selene. Tales emociones eran comunes en el sendero luminoso, pero no es eso lo que Nasim había enseñado a Kadar.
Parecía que su señor le había echado el lazo, ya que ignoró sus enseñanzas.
La puerta de la fortaleza se abrió y Balkir salió cabalgando por ella. Espoleaba su caballo en una loca carrera montaña abajo. En pocos días estaría en Hafir y zarparía en cuanto abasteciera su barco, el Estrella oscura.
Nasim retornó al sol del poniente. Este había descendido bajo el horizonte casi por completo y la oscuridad lo fue envolviendo. Pero mañana saldría otra vez, haciendo resplandecer todo con su poderío.
Del mismo modo que Nasim.
Su mirada se desplazó al norte, hacia el mar. Kadar estaba al otro lado de esas aguas, en las frías tierras de Escocia, jugando a ser uno de ellos, de los necios, de los inteligentes. Sin embargo, volvería junto a él, solo era cuestión de meses. Nasim había esperado cinco años. Podía esperar un poco más. No obstante una extraña impaciencia comenzaba a sustituir su ira y desesperación. Lo quería de vuelta en ese mismo momento.
Sintió cómo se llenaba de energía, cerró los ojos y envió la llamada.
– Kadar.
4 DE AGOSTO, 1196
MONTDHU, ESCOCIA
– Se está comportando como una insensata. -Thea frunció el ceño mientras miraba a Selene al otro lado del gran salón-. Esto no me gusta, Ware.
– Ni a Kadar tampoco -dijo alegremente Ware mientras bebía un sorbo de vino-. Lo estoy disfrutando. Es interesante ver a nuestro frío Kadar desconcertado.
– ¿También te parecerá interesante cuando Kadar decida matar a ese pobre hombre a quien ella está sonriendo? -preguntó Thea con aspereza-. ¿O a lord Kenneth, que fue su pareja en el último baile?
– Sí. -Sonrió burlándose de ella-. Hemos estado muy tranquilos durante estos últimos años. Un poco de diversión no vendría nada mal.
– La sangre y la guerra solo divierten a los guerreros como tú. -Ella frunció aún más el ceño-. Además creía que eras feliz aquí, en Montdhu. Nunca te has quejado.
Él le cogió la mano y le besó la palma.
– Jamás me atrevería con un ogro por esposa.
– No me tomes el pelo. ¿Has sido infeliz?
– Solo cuando me robaste los artesanos de mi castillo con el fin de construir tu barco para comerciar con seda.
– Necesitaba ese barco. ¿De qué sirve producir bonitas sedas si no puedes venderlas? No fue prudente…-dijo negando con la cabeza-. Tú sabes que tenía razón, y ya tienes tu castillo. Es tan magnífico y robusto como tú querías. Esta noche, en la fiesta, todos comentan que nunca han visto una fortaleza más segura.
Su sonrisa se desvaneció.
– Y puede que pronto necesitemos nuestra fortaleza.
Ella frunció el ceño.
– ¿Tienes noticias de Tierra Santa?
Él negó con la cabeza.
– Pero la situación es delicada, Thea. Hemos tenido suerte de tener estos años para prepararnos.
Ware todavía miraba a sus espaldas, pensó Thea con tristeza. En realidad, ¿quién podía culparlo? Habían huido de la ira de los Templarios para refugiarse en esta tierra, y si los caballeros descubrían que Ware no estaba muerto, como pensaban, serían implacables en su persecución. Ware y Thea se habían librado por poco de ser capturados antes de iniciar su viaje. Fue Kadar quien negoció con Sinan, el cabeza de los asesinos, para que les prestaran un barco y así poder viajar a Escocia. Pero eso formaba parte del pasado, y Thea no quería que Ware estuviera de mal humor esa noche en la que había tanto que celebrar.
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