• Quejarse

Elsa Punset - Inocencia radical

Aquí puedes leer online Elsa Punset - Inocencia radical texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2009, Editor: ePubLibre, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Elsa Punset Inocencia radical
  • Libro:
    Inocencia radical
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2009
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Inocencia radical: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Inocencia radical" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Elsa Punset: otros libros del autor


¿Quién escribió Inocencia radical? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Inocencia radical — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Inocencia radical " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
La pérdida de la inocencia

Nacemos inocentes. Sin emociones mezcladas, sin dudas, sin miedos, sin mentiras. Llegamos para descubrir, para compartir, lisos, luminosos y coherentes. Vulnerables pero todavía abiertos al mundo, animados por una curiosidad rotunda y radical, dotados de la pasión por vivir y de un abanico de emociones básicas que compartimos, en mayor o menor medida, con otros seres vivos, con otras especies. Son los dones del amanecer de cada vida, una vida que llega con la mirada llena de curiosidad y de confianza.

A lo largo de estas páginas veremos por qué perdemos, poco a poco, esta inocencia apasionada y radical, por qué migramos hacia la concesión y la tristeza. Recorreremos algunos hitos y obstáculos que propician el despunte de facultades humanas potencialmente extraordinarias. Veremos por qué, siendo innatamente abiertos y generosos, a veces hundimos la cabeza hasta perder la razón en un conglomerado de miedos y de mentiras. Navegaremos por los espacios de la vida diaria para hacer visibles sus luces y sus sombras, para marcar a mego sus dones y sus trampas.

Para ello hablaremos de la realidad gozosa y doliente que teje la vida diaria: del amor y del miedo, de la tristeza y de la tentación. De la desnudez y de la transformación. Son los espacios de la inocencia, algunas de las etapas básicas que las personas atraviesan, una y otra vez, durante el transcurso de su vida. Allí vivimos, gozamos, sufrimos y aprendemos: en el presente del día a día, en los momentos de tristeza, en los conflictos, en las tentaciones que nos acechan. ¿Quién puede evitarlos? Cómo nos enfrentamos a estos espacios vitales, si los atravesamos desde la inocencia o desde la rigidez, desde el amor, el odio o la desnudez, si caemos en sus trampas o si logramos que fructifiquen sus dones, determina el tejido de cada vida, las emociones que la acompañan, el comportamiento diario.

Estas actitudes vitales se fraguan en el órgano que contiene las emociones y el raciocinio humano: en las debilidades y en las fortalezas del cerebro humano. Lo que allí se gesta determina cada gesto, cada pensamiento. El cerebro no es un órgano rígido: comprobaremos a lo largo de estas páginas que nuestros resortes mentales son, al contrario, extraordinariamente flexibles. Un pensamiento puede arruinar o transformar una vida. Y podemos transformar estos pensamientos. Está en nuestras manos comprender este proceso, conocer su cara oculta, saber tocar sus resortes.

Desde hace siglos intentamos identificar qué hace especial al ser humano, qué lo distingue del resto de los seres vivos. Hasta hace muy poco nos habíamos centrado en la búsqueda de un único elemento que contuviese la esencia de lo humano, algo que nos dotara, con sospechosa parsimonia, de un estatus especial. Pero lo que nos distingue como especie es, muy probablemente, un conjunto de habilidades y destrezas que compartimos con otras especies, aunque hayan madurado y evolucionado de forma intensa hasta conformar nuestra esencia humana. Somos el resultado de fuerzas evolutivas vastas y complejas que nos han dotado de mecanismos concretos, ideados por la vida para dar respuesta a determinadas necesidades.

La psicología evolutiva contempla pues el desarrollo humano —en mente y cuerpo— como el resultado de fuerzas naturales que llevan millones de años operando. Una imagen sirve para ilustrar mejor el enorme caudal de tiempo empleado en conformar la psique humana: si todo el tiempo transcurrido desde la emergencia de los primeros homínidos cupiese en un solo día, todo el periodo de historia conocido, más o menos unos cinco mil años, ocuparía únicamente los dos últimos minutos de ese día. Así, no puede sorprendernos ver, a lo largo de este libro, algunas reacciones automatizadas que nos habitan, algunas respuestas enraizadas en los albores de nuestra historia que parecen, tristemente, tan tozudas como anacrónicas.

La fuerza brutal de los siglos de condicionamientos genéticos y culturales que soportamos sin apenas ser conscientes del peso de esta mochila milenaria no es, sin embargo, fatalista. El cerebro, al contrario de lo que se creía hasta hace poco, es plástico, capaz de regenerarse y de encontrar nuevas formas de manifestarse y de comunicarse. Pero la complejidad del cerebro humano es un arma de doble filo. Por una parte somos tan flexibles y sutiles que creamos, soñamos e inventamos. Por otra, somos propensos a viajar en el tiempo, a presentir y a temer. Las mismas capacidades que sirven para la creatividad pueden atarnos de pies y manos a lealtades trasnochadas y miedos inventados. Para protegernos, ponemos en pie defensas milenarias que ya no son necesarias: no hay peor cárcel que la que construimos nosotros mismos con los límites autoimpuestos y la negación de la vida fruida e incierta.

No sólo arrastramos un código desfasado y grabado a sangre y fuego. La mirada humana se fija, sobre todo, en las aristas de la vida diaria. Amplificamos los peligros, revivimos las ausencias, lamentamos las carencias. Perdemos la perspectiva. Nos centramos en los obstáculos, en las voces quejumbrosas de quienes nos acompañan en este breve viaje a quién sabe dónde, empeñados en acumular dudosas certezas y confortantes riquezas. Sin embargo, nada de eso logra aplacar la soledad vital que nos acompaña.

Nos sentimos solos aunque estemos rodeados. La clave de nuestra avanzada evolución podría estar precisamente en el entorno social complejo que ha fomentado el desarrollo del cerebro humano. Hemos tenido que desarrollar estrategias muy refinadas para movernos con soltura por un grupo social complejo que nos hace sentir pequeños y vulnerables, recursos concretos para navegar entre tanto competidor y tanto peligro, para distinguir y para marcar con claridad al amigo del enemigo. Mentir es un recurso útil para ayudarnos. Tal vez por ello la naturaleza está plagada de mentirosos: algo tan ínfimo como un virus tiene estrategias para engañar los sistemas inmunológicos de sus víctimas, y existen innumerables ejemplos de plantas y especies animales que se protegen de los peligros o destacan entre sus competidores en función de estrategias mentirosas.

Mentimos para sobrevivir. Pero no nos gusta hacerlo. Estamos programados para la supervivencia, pero también para amar y para compartir. Cuando mentimos, robamos o manipulamos, nos angustiamos. Cuando no amamos, nos entristecemos. Sólo un ser humano enfermo —un psicópata— tolera cómodamente su propia maldad. Para acallar el ruido de la disonancia interna resultante hemos desarrollado mecanismos que justifican casi cualquier acto o decisión, por injusta que pueda resultar. Así hemos abierto la espita de muchas de las paradojas y sinsentidos históricos del comportamiento humano: el abuso, la tortura, la degradación y la mentira. Porque en realidad casi nunca mentimos, sino que nos autojustificamos y para ello nos autoengañamos. El colmo del cerebro humano es que consiga mentirse tan bien a sí mismo: suavizamos las verdades crudas de la vida, ignoramos aquello y aquellos que conviene ni ver ni escuchar, minimizamos los deseos incómodos o conflictivos. La mente humana pone a nuestra disposición un abanico amplio de recursos automáticos para distorsionar la memoria, las percepciones y la lógica: tomamos decisiones en función de sesgos cognitivos automáticos, filtramos eficazmente la información circundante, reinventamos la realidad para acomodarla a nuestros deseos y a nuestras necesidades. Retomar nuestras memorias y alterarlas, revisarlas y acomodarlas es un proceso tan corriente que pasa inadvertido.

En realidad nos estamos debatiendo entre la cara oscura y la cara consciente de la mente humana. Aunque la faz consciente parezca inmensa, las llanuras del inconsciente albergan una vida mucho más compleja, intensa y determinante. Detrás de cada conciencia acecha un territorio extenso en el que se pueden esconder los miedos y las vergüenzas, las justificaciones y los autoengaños. Es el lado misterioso y más resbaladizo del cerebro humano. De este inconsciente tan inexplorado hablaremos a lo largo de estas páginas, porque allí, casi siempre, es donde vivimos, sentimos y decidimos sin saber por qué ni cómo.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Inocencia radical»

Mira libros similares a Inocencia radical. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Inocencia radical»

Discusión, reseñas del libro Inocencia radical y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.