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Prólogo
¡Pon tus emociones en forma!
Decía el escritor Oscar Wilde que todos estamos en las alcantarillas, pero que algunos miran a las estrellas. Me ha venido esta frase al recuerdo porque estoy pasando unos días en una isla donde las estrellas brillan exageradamente. Bajo este cielo estrellado, te sientes humilde y fugaz como la más pequeña de las constelaciones. Y también extrañamente sereno, porque te rodea algo inmenso, inmutable. No hace falta luchar, no hay nada que cambiar. Eres un destello de vida frágil en este planeta nuestro que el cosmólogo Carl Sagan describía como un punto pálido y azul en el cosmos.
Es curioso que los humanos vivamos atrapados en esa paradoja, la de vivir a caballo entre lo inmensamente grande y lo inmensamente pequeño. Esta noche se mezcla todo en mi cabeza, las estrellas deslumbrantes y los pensamientos fugaces. Estos últimos me preocupan más: uno a uno parecen inofensivos y, sin embargo, todos juntos conforman un guión interno que no calla nunca, ni cuando estamos dormidos. Puedo cerrar la puerta de casa y darle la espalda al firmamento, pero los pensamientos, generados por el oleaje de mis emociones, me asedian sin remedio.
«Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino», decía Ghandi. Pero ¿cómo domamos los pensamientos y las emociones?
Las generaciones anteriores, las de nuestros ancestros, centraban sus esfuerzos en la supervivencia física. Hemos aprendido a dedicar tiempo y esfuerzo a la higiene, a comer mejor, a protegernos del frío, a combatir enfermedades… Pero cuidar de las emociones parecía, hasta hace muy poco, un lujo biológico, una frivolidad, algo que no estaba directamente relacionado con la supervivencia física, el rendimiento profesional o creativo, o con nuestras habilidades para vivir y convivir.
Hoy, sin embargo, sabemos que el impacto de unas emociones y unos pensamientos bien cuidados es enorme en nuestra vida. Por ello, mejorar cualquier ámbito de nuestra vida implica cambiar la miríada de pequeños pensamientos, emociones y gestos rutinarios que marcan la senda de nuestra existencia, tejida por mil pequeñas elecciones, mil pequeñas revoluciones que poco a poco lo transforman todo. Es un proceso apasionante, una llave de libertad que nos empodera. Pero también requiere un grado notable de paciencia, madurez y de valentía.
Por eso, este manojo de rutinas ha sido laboriosa y amorosamente recopilado para ti, querido lector. Para que tengas a mano inspiración y ayuda para cambiar tu vida a mejor, paso a paso. Porque hasta el último día de nuestra vida estamos programados para aprender y para cambiar.
Y como te acecharán a ratos el cansancio, la pereza, la desazón, la sensación de soledad, de ser una gota de agua en la inmensidad fría…, he salpicado estas páginas de personas como tú, buscadores pacientes que han creado o utilizado muchas de las pequeñas rutinas que tienes ahora entre tus manos. Algunas de estas personas sabias ya no están en la tierra, pero nos siguen enviando su luz, como hacen las estrellas en el universo aunque estén apagadas. Nos recuerdan que nada, ninguna gota de compasión y de valentía, se pierde. Que no pasa nada porque tropecemos y dudemos, nos equivoquemos y volvamos a empezar. La vida no es sencilla, porque no está hecha a nuestra pequeña y subjetiva medida. Qué reto tan extraordinario resulta intentar abrazarla y reconciliarla entera.
¿Qué rutina exprés necesitas hoy?