Citas bíblicas marcadas «DHH» son de La Biblia Dios Habla Hoy, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Usada con permiso.
Citas bíblicas marcadas «NTV» son de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usadas con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
Citas bíblicas marcadas «RVR-1960» son de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Capítulo 1
Cómo comenzó todo
PASTOR RICK WARREN
¡Caramba! ¡Todos están GORDOS!
Ese pensamiento impactante seguía resonando en mi mente un día soleado de primavera mientras bautizaba a 827 adultos.
Admitiré que no fue un pensamiento muy espiritual para un pastor, ¡especialmente en medio de unos bautismos! Pero empezaba a estar cansado, ya que nuestra iglesia bautiza como Jesús fue bautizado en el río Jordán, es decir, sumergiendo a las personas en el agua y luego volviendo a ponerlas de pie.
Ese día, basándome en el peso medio de los estadounidenses, ¡levanté más de 65.000 kilos (145.000 libras)!
Había leído muchos artículos acerca de la creciente epidemia de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón en Estados Unidos, pero ese día literalmente sentí el peso del problema de salud que hay en Estados Unidos de una forma dramática.
Aunque mi primer pensamiento fue que todo aquel al que bautizaba tenía sobrepeso, mi segundo pensamiento fue más personal e incisivo:
¡Pero yo también estoy gordo! ¡Estoy tan fuera de forma físicamente como cualquiera de ellos!
En ese momento de claridad, me di cuenta del terrible ejemplo que estaba dando con mi propia salud. ¿Cómo podía esperar que la gente de mi congregación cuidara mejor de su cuerpo si yo estaba dando un ejemplo tan pésimo? Había ignorado mi propio problema creciente durante treinta años.
Permíteme explicarlo:
Me crié en una familia que no bebía alcohol ni fumaba, pero cualquier alimento, sin importar lo poco saludable que fuera, se consideraba bueno. Y mientras crecía, gran parte de mi vida giraba en torno a la comida.
Todos los recuerdos de mi infancia, tanto buenos como malos, estaban relacionados con la comida. Cuando estábamos contentos, lo celebrábamos comiendo. Cuando estábamos tristes, nos consolábamos con buena comida reconfortante. Si tenía un día difícil siendo niño, el antídoto era leche con galletas o un trozo de pastel recién hecho.
Al vivir en cinco acres en el campo, mi papá tenía un huerto enorme, a mi mamá le encantaba cocinar y a todos nos gustaba comer. Comer era nuestro entretenimiento, y teníamos comidas copiosas todos los días. De hecho, nuestra mesa del comedor hecha a mano de cuatro metros de largo y de un solo tablero de diez centímetros de grosor de madera de secuoya era el mueble más grande de nuestra casa. Dominaba nuestro hogar, y la vida de nuestra familia giraba en torno a las comidas que compartíamos.
Al tener la dicha de una buena salud, un elevado metabolismo y una vida activa, yo podía comer de todo y la cantidad que quisiera sin engordar ni un kilo. Cuando me casé con Kay, estaba tan delgado como un mástil aunque raras veces hacía ejercicio y comía comida chatarra constantemente. No prestaba atención a mi salud.
Después, en 1980, a los veinticinco años, me convertí en el pastor fundador de la iglesia Saddleback en el sur de California. Como la iglesia creció rápidamente hasta tener miles de miembros, yo trabajaba mucho, comía a la carrera y pasaba horas sentado dirigiendo reuniones, aconsejando a personas y estudiando para mis sermones. Comencé a subir de peso unos cuantos kilos al año, pero como mi energía seguía siendo alta y no me preocupaba mucho por mi aspecto, ignoré mi creciente problema de salud. En 2010, mi sobrepeso era grave.
Irónicamente, durante la pasada década había enviado a cerca de 21.000 miembros de nuestra iglesia al extranjero a 196 países para ayudar a los enfermos y pobres mediante un programa que desarrollamos llamado el plan P.E.A.C.E. La letra C de P.E.A.C.E. significa «Cuidar a los enfermos», y nuestros miembros se habían ocupado con mucha compasión de la salud de otras personas del mundo que estaban sufriendo debido a la malnutrición, el agua no potable, la malaria y el VIH/SIDA. Pero yo ignoraba mi propio deterioro de salud y el de los miembros de mi congregación.
Ese bautismo fue mi toque de atención para los problemas de salud en mi vida y en las vidas de las personas de nuestra congregación. Sabía que serían necesarios cambios drásticos, así que comencé a educarme acerca de la salud preventiva. Lo que aprendí me impactó:
• Por primera vez en la historia, hay tantas personas padeciendo los resultados de comer demasiado como de malnutrición. Mientras millones de personas sufren por no tener lo suficiente para comer, hay millones que batallan con los efectos de tener sobrepeso.
• Siete de cada diez estadounidenses tienen sobrepeso.
• Diabetes, enfermedades del corazón y otras «enfermedades relacionadas con el estilo de vida» ahora matan a más personas que las enfermedades infecciosas en todo el mundo.
El siguiente domingo, me puse ante mi congregación e hice esta confesión pública:
Amigos, he sido un mal administrador de mi salud y un ejemplo terrible para ustedes. Aunque hemos estado ayudando a muchas personas en muchas partes del mundo, he ignorado el problema aquí en casa.
Así que hoy me arrepiento públicamente, ¡y les pido perdón! Dios espera que cuidemos el cuerpo que él nos ha dado, pero yo no lo he hecho. Aunque solo he engordado alrededor de un kilo o kilo y medio al año, he sido su pastor durante treinta años. ¡Así que tengo que perder cuarenta y cinco kilos (90 libras)! ¿Alguno entre ustedes quiere unirse a mí para estar más saludable?