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MI MADRE SIEMPRE ME HA SERVIDO DE EJEMPLO. A LOS ochenta y seis años, lleva una vida llena de alegría, risas, amistad y aprendizaje continuo. Creo que nadie puede aspirar a nada mejor que una vida así. Fui directora general de salud de los Estados Unidos y recibí la mejor educación médica, pero fue mi madre quien me enseñó sentido común y siempre me alentó a hacer aportes al bien común. De la misma manera, gracias a todas las experiencias de su vida, mi madre llegó a comprender que la salud no es sólo cuestión de sistemas médicos. Se trata de mantenerse enterada, dar y recibir afecto y cuidados, compartir y optar por tratarnos a nosotros mismosya los demás de la manera que queremos ser tratados: básicamente, con cariño y respeto.
Todas nosotras podemos beneficiarnos de los secretos de la larga vida de mi madre, pues se derivan de nuestras tradiciones culturales, de darnos tiempo para cuidar de nosotras mismas, de hacer lo necesario para cuidar a los demás. De cierta manera, es como ser una comadre para otros y ayudarlos a disfrutar—junto con los suyos—las bendiciones de la vida. Nos reconforta y alegra tener un verdadero amigo, alguien cariñoso y comprensivo, pero por encima de todo, alguien con quien basta una llamada, un mensaje electrónico o de texto para tenerlo a nuestra disposición. Me complace contar con una amiga así en la Dra. Jane Delgado, y como buena comadre, quiero compartirla con ustedes.
En La guía de salud: Consejos y respuestas para la mujer latina, la Dra. Delgado ofrece un “regalo de vida”, para ponerlo así, que brinda información llena de sentido común. En esta guía de salud, Jane intercala relatos de la vida cotidiana sobre el temple y la sabiduría de todo tipo de hermanas y latinas, y luego ofrece los más recientes avances de la ciencia y medicina de manera concisa, informativa y en un formato fácil de comprender. En este libro, nuestras historias como hermanas, hijas, madres, esposas y parejas están entrelazadas con amor, afecto y veracidad, una forma de demostrarle al mundo que nuestro género logra lo imposible y, la mayoría de las veces, no hay nadie que nos lo reconozca.
En Guía de salud: Consejos y respuestas para la mujer latina, la Dra. Delgado nos regala la orientación afectuosa y tierna de una amiga que comprende nuestras preocupaciones y temores, y nos hace ver nuestros puntos fuertes. Este libro ofrece consejos en los que se puede confiar y que se pueden compartir.
La vida nos lleva por diferentes caminos, pero todos necesitamos a un amigo en ese recorrido. Jane es una de mis comadres más queridas. Sé que encontrarán que su guía es muy útil e ingeniosa. Es un libro que hará más llevadera su travesía. Léanlo y al final contarán con una verdadera amiga.
—ANTONIA COELLO NOVELLO, M.D., M.P.H, DR.P.H.
DIRECTORA EJECUTIVA
ASUNTOS GUBERNAMENTALES
POLÍTICA DE SALUD PARA MUJERES Y NIÑOS
FLORIDA HOSPITAL FOR CHILDREN
EX DIRECTORA GENERAL DE SALUD DE LOS ESTADOS UNIDOS
ESTA GUÍA ESTÁ ESCRITA PARA USTEDES: LATINAS DE TODAS LAS edades, tamaños, orígenes y situación familiar. He dedicado toda mi vida a trabajar para mejorar la salud de las mujeres hispanas y sus familias. Hoy, más que nunca, hay avisos y consejos para nuestra cuerpo, mente, y espíritu que nos pueden ayudar a ser más sanas y felices que nunca.
Quiero conversar con ustedes como lo he hecho con tantas latinas que he conocido en todo el país y el mundo hispanohablante. Como si estuviéramos conversando con una taza de chocolate caliente o café con leche en la mano, quiero que sepan que soy una persona honesta y franca que las apoya tal como son, a la vez que les pido que hagan todo lo posible por su salud y felicidad.
Todas nosotras necesitamos escuchar y recordarnos mutuamente que no tiene nada de malo ver el mundo de una manera diferente debido a que somos latinas. Aguantar, nuestra noción de que las mujeres buenas deben sobrellevarlo todo y mantener la unión, es importante para nosotras. Pero a veces aguantamos demasiado y terminamos por descuidarnos a nosotras mismas o incluso por hacernos daño. Cuando contamos con información correcta, cuando vemos la verdad, cuando nos valoramos a nosotras mismasyanuestras familias, encontramos la esperanza y motivación para cuidar de nuestro bienestar general.
Como presidenta y directora ejecutiva de la Alianza Nacional para la Salud de los Hispanos (National Alliance for Hispanic Health), superviso y administro programas en todos los Estados Unidos que benefician a millones de personas todos los años. Durante la década pasada, he observado los muchos y enormes avances de la ciencia y cuánto ha cambiado la atención de salud desde la última vez que escribí un libro para latinas en el 2002. Al mismo tiempo, las muchas mujeres que han compartido sus casos conmigo me han contado que sus propias experiencias con la atención de salud no han reflejado dichos cambios. Con el tiempo, tuve la certeza de que lo próximo que escribiera se basaría en sus historias y mi experiencia.
No tiene
nada de
malo ver
el mundo
de una
manera
diferente
debido a
que
somos
latinas.
También supe que este libro sería diferente debido a que dos de mis comadres que fueron sumamente importantes para libros anteriores orientados a latinas, Deborah Helvarg y Henrietta Villaescusa, ya fallecieron. Ambas eran profesionales de la salud bien informadas, que dejaban oír su voz y tenían seguro médico. A pesar de ello, ambas experimentaron las fallas de nuestro imperfecto sistema de salud. En mis últimas conversaciones con cada una de ellas, dejaron en claro que debía continuar nuestra misión—la labor a la que ellas dedicaron su vida—para mejorar la salud de la mujer. Me inspiraron a escribir La guía de salud: Consejos y respuestas para la mujer latina para todas nosotras que tratamos de llevar una vida más saludable y feliz, y para ayudar a nuestras comadres a hacer lo mismo. En los relatos y consejos de este libro, espero haber podido captar por lo menos un poco de su amor por la vida, su sensatez y devoción por la amistad.
Debo confesar que mientras cuidaba a Deborah, vi los drásticos cambios en el sistema de atención de salud que habían ocurrido en la década anterior. En los hospitales, estaban contentos de contar con alguien (yo) que se quedara en la habitación y ayudara a cuidarla, ya que tenían poco personal. Había en el horizonte tratamientos innovadores, pero para recibirlos, era necesario cumplir con los estrictos requisitos de las pruebas clínicas que se habían concebido a fin de darle validez al tratamiento. El tratamiento del cáncer era más tolerable, pero en el caso del cáncer de pulmón, los resultados seguían siendo igualmente malos. Había a disposición clínicas para enfermos desahuciados y cuidados paliativos, pero para recibir dichos servicios, una tenía que renunciar a todo tratamiento para su enfermedad.
Deborah afianzó mi creencia de que aunque la ciencia puede responder a algunas preguntas, la conexión entre cuerpo, mente y espíritu va más allá de las explicaciones científicas. El enorme deseo de Deborah de pasar por última vez el Día de Acción de Gracias con sus hijos y todos nosotros que constituíamos su familia la ayudó a vencer las probabilidades en su contra sobre lo que le quedaba de vida. Murió doce días después de una fiesta de Acción de Gracias con sus adorados hijos, además de sus amigos y otros familiares.