LA OLA LATINA
CÓMO LOS HISPANOS ESTÁN TRANSFORMANDO
LA POLÍTICA EN LOS ESTADOS UNIDOS
JORGE RAMOS
PARA EL PRIMER PRESIDENTE LATINO QUE, SEGURAMENTE, YA NACÍO
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ESTADOS UNIDOS SERÁ una nación hispana.
Para el año 2125 habrá más latinos que blancos (no hispanos) en Estados Unidos. Décadas antes, en al año 2050, los blancos se convertirán en una minoría más en este país. Muchos de nosotros no viviremos para ver estos cambios, pero el proceso está en marcha y aparenta ser irreversible.
La ola latina avanza imparable, inexorable, imperturbable. Cada año hay aproximadamente un millón y medio de nuevos hispanos en Estados Unidos producto de la constante inmigración (legal o indocumentada) y de los nacimientos dentro de las familias latinas.
Es un crecimiento imparable que lo afecta todo. Los hispanos eran el 5 por ciento de la población en 1970, el 9 por ciento en 1990, el 12.5 por ciento en el 2000 y el 13.5 por ciento en el 2002; en el 2030 serán el 18 por ciento del total de habitantes en Estados Unidos, el 22 por ciento para el 2050, el 29 por ciento en el 2075, el 33 por ciento en el 2100 y el 36 por ciento en el año 2125, cuando superarán en número a los blancos no hispanos (35%). El lustro entre el 2120 y el 2125 marcará—si las tendencias se mantienen y mis cálculos son correctos—una de las mayores transformaciones demográficas del mundo; es la historia de cómo una minoría se convirtió en mayoría. Es la ola latina.
Esta revolución demográfica es, también, una revolución cultural. No es exageración. El crecimiento e influencia de la comunidad latina cambiará significativamente las estructuras de poder dentro de Estados Unidos y la forma en que vivimos en este país. Nada, absolutamente nada, será ajeno a la presencia latina.
Que no vea el que no quiera ver. Una ola arrasa a Estados Unidos, lo salpica todo e incluso los que se niegan a creerlo se van a mojar.
Estados Unidos está viviendo una verdadera revolución demográfica y esto tendrá consecuencias mucho más importantes que la guerra contra el terrorismo, el estado de la economía o los caprichos de la naturaleza.
Lo curioso es que mucha gente ni siquiera se ha dado cuenta. Aquí no se trata, únicamente, de cifras. De lo que estoy hablando es que lo latino—que implica una forma particular de ser y de pensar—está afectando, y afectará aún más, el destino de Estado Unidos. Y lo latino ya está cambiando, también, la forma de hacer política en este país.
No hay que ser visionario para darse cuenta que los latinos ya tienen el poder suficiente para influir significativamente en una elección y escoger al próximo presidente de Estados Unidos; y al siguiente y al siguiente... Conclusión: el voto hispano puede fácilmente decidir una elección muy cerrada.
Por ahora la fuerza política de los votantes hispanos radica en definir elecciones muy cerradas en estados que tienen muchos votos electorales. Es fácil argumentar que los latinos de la Florida decidieron la elección presidencial del 2000 a favor de George W. Bush y que los votantes hispanos de Colorado, Nevada y Nuevo México reeligieron al presidente en el 2004.
Pero conforme aumente el número de latinos que se convierten en ciudadanos norteamericanos y salen a votar, la fuerza del voto hispano tomará una nueva dimensión. Dejará de ser el fiel de la balanza, y pasará a tener un peso específico importante en los estados y regiones donde históricamente se concentra la población latina. Más tarde, en el próximo siglo, toda decisión trascendental que tome esta nación tendrá que pasar irremediablemente por el filtro del voto latino. Hacia allá apuntan los números.
Los partidos y organizaciones políticas que desde ahora no ajusten sus estrategias y agendas, para incluir las preocupaciones y necesidades de los hispanos, caerán rápidamente en la irrelevancia. Es sólo cuestión de tiempo. A mí me llama poderosamente la atención cuando un funcionario o un partido político ignora a los hispanos. No se dan cuenta que ignorar a los hispanos hoy—porque, todavía, la mayoría no tiene ni la edad ni el derecho de votar—tendrá un costo político enorme en el futuro.
No queda la menor duda de que ambos partidos políticos, el Demócrata y el Republicano, están buscando con ahínco el voto hispano. Pero, a veces, aún tengo la sospecha de que en las altas esferas de ambos partídos no existe plena conciencia de que los hispanos ya están cambiando—y a veces de manera dramática—el quehacer político y los mapas electorales de Estados Unidos. Y el primer lugar para notar estos cambios está, sencillamente, en los datos del censo.
Las primeras palabras de este nuevo libro las escribí el mismo día en que el diario The New York Times publicó en su primera página que ya había más latinos que negros en Estados Unidos. La Oficina del Censo informó poco después que el 1 de julio del 2002 ya había más hispanos (38.8 millones) que afroamericanos (38.3 millones) en Estados Unidos declarando así, oficialmente, a los latinos como la minoría más grande del país. Estados Unidos, no hay duda, está viviendo un proceso de latinización que no culminará hasta que se convierta en una nación hispana durante el primer cuarto del próximo siglo. ¿Qué significa esto? ¿Qué va a pasar? ¿Cómo se va a latinizar Estados Unidos?
Existe, por supuesto, la posibilidad de que un hecho catastrófico detenga este proceso de hispanización. Una catástrofe—como un nuevo ataque terrorista, la tercera guerra mundial, la explosión de un dispositivo atómico, un mayúsculo capricho de la naturaleza—afectaría las actuales tendencias de crecimiento de los hispanos. También una decisión política radical, cargada de xenofobia, podría tratar de cerrar la frontera sur de Estados Unidos haciendo uso del ejército o de nuevos avances tecnológicos. Pero aun si se lograra detener la entrada de inmigrantes indocumentados, la semilla del cambio ya germinó. Incluso si Estados Unidos, por alguna razón, se cerrara al mundo, ya está llevándose a cabo desde dentro: hay miles de bebés latinos naciendo todos los días, el uso del español se expande de manera imparable y las costumbres de los hispanos tienden a influir a los que no lo son.
La latinización de Estados Unidos no significa que el país vaya a parecerse a América Latina. No. Lo que significa es que las prácticas, costumbres y tradiciones de los hispanos en Estados Unidos tienen y tendrán una influencia fundamental en el futuro del país. La presencia hispana resalta la condición multiétnica, multirracial y multicultural de Estados Unidos. Es el multiculturalismo, y no el monoculturalismo, la tendencia que predomina. Es su tolerancia a la diversidad—enfatizada ahora por los latinos—una de las principales características de Estados Unidos.
No hay hispanos fuera de Estados Unidos. El latino, por definición, es una persona que vive en Estados Unidos aunque haya na
cido en América Latina. Y eso sólo le confiere características muy distintas—producto del choque de dos o más mundos—a las del típico ciudadano latinoamericano. El latino, por definición, es mezcla: de culturas, de idiomas, de identidades, de posibilidades, de tiempos, de pasado y de futuro.
Algunos podrían llegar a pensar que los Latinos son una nación dentro de otra nación. Pero éste es precisamente el dilema de los latinos en Estados Unidos. No somos una nación aparte. Somos diferentes, sí, pero indiscutiblemente americanos. Somos una parte de este país y no nos vamos a ir a ninguna otra parte.
Por eso es un verdadero suicidio político olvidar, menospreciar o hacer a un lado al creciente electorado latino. La época en que se podía estereotipar y descartar el voto latino (poque los inmigrantes no votan) ha quedado atrás. Los latinos nacidos en Estados Unidos serán indiscutiblemente una franca mayoría dentro de la población hispana. El partido político que hoy desprecie o ignore a los jóvenes latinos de segunda generación que aún no están en edad de votar se está poniendo una soga al cuello.
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